El Rayo Verde

Poco antes de ver el Rayo Verde en Galapagos

Poco antes de ver el Rayo Verde en Galapagos

En la sección de citas de vagamundos hay una que me gusta mucho, de Ralph Waldo Emerson, que dice que «aunque viajamos buscando la belleza, si no la llevamos con nosotros, no la encontraremos«; esto viene a cuento porque hace 2 días en La Coruña asistí a un acto de belleza única y efímera, el Rayo Verde, y a mi lado había una pareja jugueteando con el teléfono móvil que no se enteró de nada.

Poco antes de ver el Rayo Verde en La Coruña

Poco antes de ver el Rayo Verde en La Coruña

En toda mi vida, y lo he buscado durante muchos años y miles de puestas de sol, lo he podido ver 3 veces, la penúltima en un lugar muy especial, las islas Galápagos, y en compañía muy especial también. La leyenda dice que uno no conocerá el amor verdadero hasta ver el Rayo Verde, pero es eso, una leyenda.

Lo que sí es cierto es que existe (el rayo verde, bueno y el amor verdadero también), y cuando hablé de él en un programa noctámbulo de Radio 1, se produjo un fenómeno curioso, y es que varias personas llamaron diciendo que ellos también lo habían visto y contaron su experiencia, que también había sido extraordinaria.

dsc01754_arboles_320x240

Árboles cerca de la Torre de Hércules

Puede parecer banal para la sociedad en que vivimos que alguien se emocione viendo una puesta de sol, y que describa el rayo verde, que dura un segundo, como una gran experiencia, pero tiene mucho que ver con la cita con la que comienzo este diario.

Nos hemos rodeado de tantas cosas materiales, que hacen tanto ruido, que hemos perdido la capacidad de maravillarnos con lo básico, lo sencillo, lo verdaderamente mágico, como una flor que se abre, un pájaro que canta, o un sol que se hunde en el horizonte dejándonos un regalo visual fantástico, y el hecho de hacerle una foto al sol con uno de esos móviles con cámara incluida hizo que esta pareja perdiera la magia de ese instante. Yo he fotografiado cientos de puestas de sol, pero muchas veces he dejado la cámara en su estuche, tan embobado por lo que estaba viendo, que no quería perderme nada viéndola a través del visor de la cámara.

Puesta de sol en la playa (aquí se rodó El lapiz del Carpintero)

Puesta de sol en la playa (aquí se rodó El lapiz del Carpintero)

Por suerte no todo el mundo ni en todos los tiempos ha sido así, de hecho El rayo verde dio pie para que Julio Verne escribiera una novela de título homónimo, descatalogada desde hace muchos años en España (tampoco es de sus mejores creaciones), donde con la excusa de la búsqueda del rayo verde se burla de la encorsetada sociedad británica del S.XIX.

Las razones científicas del fenómeno del Rayo Verde no le quitan romanticismo a su búsqueda, incluso un director de cine como Eric Rohmer, uno de mis favoritos, se inspiró libremente en la novela de Julio Verne para contar la historia de la búsqueda del amor de Pauline en Le Rayon Vert, que ganó la Palma de Oro y el premio de la crítica en el festival de Venecia de 1986.

Puesta de sol detrás de la Torre de Hércules

Puesta de sol detrás de la Torre de Hércules

Esa tarde el Rayo Verde sólo fue el broche de oro, la guinda del pastel, el summum, o como queráis llamarle, de un atardecer espectacular que disfruté desde la base del faro en activo más viejo del mundo, la Torre de Hércules de la Coruña, ahora propuesta para ser nombrada PaPatrimonio de la Humanidad, título que se merece por su antigüedad y por haber guiado tantos barcos en su historia, ya sea con su luz o con la sirena antiniebla que se oye en toda La Coruña cuando el manto blanco desciende sobre la ciudad.

Ya he comentado otras veces, porque la gente no se cansa de preguntarme si viajando por todo el mundo mi tierra no se me hace aburrida, que es todo lo contrario, cuanto más viajo más valoro lo que tengo en casa, y la lágrima que rodó por mi mejilla y la piel que se me erizó cuando el rayo verde penetró en mi pupila, tuvo el mismo valor que cuando sentí lo mismo en la Antártida rodeado de una naturaleza apabullante.

Juan Salvador Gaviota, y farola del Paseo Marítimo de La Coruña

Juan Salvador Gaviota, y farola del Paseo Marítimo de La Coruña

No me canso de repetir que lo «esencial no se ve con los ojos«, enseñanza de El Principito, y que «para ver el mundo en un grano de arena, y el paraíso en una flor silvestre, toma el infinito en la palma de la mano, y la eternidad en una hora«, como decía William Blake, y eso os aconsejo, que vayáis a una playa o a un campo, ahora florecidos en esta primavera que viene pegando duro, que pongáis un grano de arena o una flor en la palma de vuestra mano.

Estoy seguro de que una hora después a lo mejor no habéis visto el Paraíso pero seréis un poco más felices. Y si esa playa o ese campo están en Galicia, mucho mejor, yo no os voy a engañar diciendo que las playas están esplendorosas y que aquí no ha pasado nada, pero sí os aseguro que Galicia tiene mucho más que ofrecer y que no os defraudará.

¡¡ Hasta Pronto !!

Desde La Coruña, España