Norte de Laos: Ríos, Montañas y Tribus

Paisaje en el río

Paisaje en el río

De Laos, que atravesé de sur a norte en toda su extensión, incluyendo caminos de agua, baches, carreteras polvorientas, maniobras bruscas para esquivar vacas, búfalos, perros, patos, pavos, etcétera, lo que más me gustó fue el norte.

La experiencia fue única, tanto por la geografía como en lo humano, ya que en ambos sentidos fue el lugar más auténtico de Laos.

Amanecer en el río.

Amanecer en el río.

Por un lado el paisaje que recorre el río Nam Ou en las 7+2 horas de navegación desde Luang Prabang hasta Nong Khiaw y Muang Ngou es sin duda el más espectacular de todo Laos, con montañas cubiertas de densa vegetación que llegan al mismo borde del río, que serpentea entre ellas creando meandros y playas de arena.

Por otro lado tuve la oportunidad de pasar tiempo con las diferentes etnias, todavía no acostumbradas al turismo, e incluso disfruté mucho de esa etnia a veces poco interesante, los mochileros.

Cuevas en Muang Ngoi

Cuevas en Muang Ngoi

Es curioso ve los fuertes lazos afectivos que se pueden crear en pocos días con gente de diferentes países, idiomas, culturas, edades y motivaciones para viajar, y eso fue lo que me pasó.

En el embarcadero de Luang Prabang me encontré con una pareja de sicólogas de Madrid, un vasco que estaba pedaleando por Laos, y una pareja de Donosti.

Atardecer en el río.

Atardecer en el río.

Para completar el grupo, como en los chistes, había una alemana, una suiza, una sueca de Eritrea (así como lo leeis), una marroquí de Bélgica, una pareja mixta italiano-norteamericana, y otra pareja de Gales, con un rango de edades entre los 24 y los 48.

Después de 7 horas de navegación desde Luang Prabang, nuestra barca se averió en Nong Khiaw.

Esperamos infructuosamente una hora a ver si la reparaban, pero el barquero nos dijo «tomollow, tomollow» y nos fuimos en bloque a un hostal, que ocupamos completo.

Camino del tubing

Camino del tubing

Ese fue el «comienzo de una bonita amistad», como le decía Humprey Bogart al policía francés en Casablanca.

Fuimos a cenar al restaurante Sunset. Llegamos a tiempo para ver los últimos jirones de luz deshacerse sobre el río.

Por la mañana temprano estábamos de nuevo en el embarcadero para ir a Muang Ngoi, más interesante y tranquilo que Nong Khiaw, ya que no tiene carretera, sólo se puede llegar por río, ya sea en lancha rápida o en barca lenta.

Idoia y Mikel

Idoia y Mikel

Las lanchas rápidas son para auténticos kamikazes, y aunque la gente va con casco, dudo que en caso de accidente sirvan para algo.

Además de nuestro grupo de 12, subieron otros 12 laosianos, a lo que había que añadir las mochilas, 2 bicicletas y unas cuantas mercancías.

Con la barca claramente sobrecargada comenzamos a remontar el río, y al llegar a una zona de rápidos que no pudimos pasar, tuvimos que bajar y caminar media hora por la ribera bajo la curiosa mirada de los paisanos que se preguntaban qué hacíamos allí.

El vagamundos

El vagamundos

Curiosamente sólo lo hicimos los «falangs», el término con el que nos llaman a todos los extranjeros, derivado de «foreigner».

Abordamos de nuevo la barca y en media hora llegamos a Muang Ngoi, que es un pueblo con decenas de hostales/cabañas sobre el río, idénticas y de idéntico precio, 1 euro por cabaña para 2 personas, aunque como dicen por aquí, «same same but different», porque algunas tenían variados visitantes nocturnos, como descubrieron varios del grupo.

Poblado Mong

Poblado Mong

Prácticamente todas las familias tienen un hostal/restaurante, pero son tan pequeños que nos tuvimos que desperdigar en varios.

La mía tenía un elemento muy importante, un porche con hamaca donde poder reflexionar sobre «el efecto combinado del precio del barril de petróleo Brent sobre los tipos de interés a largo plazo, el deficit presupuestario, la inflación y su P.M». 😉

Después de un intenso día de no hacer nada, al atardecer fuimos a visitar unas cuevas que habían utilizado en el pueblo para refugiarse durante la guerra de Indochina, trabajando de noche en los arrozales.

La cueva tiene 2 niveles, uno con una inmensa superficie y el otro con un río interior donde nos dimos un baño refrescante.

Al regreso al pueblo preparamos nuestra expedición del día siguiente en tubing, ese nuevo deporte que arrasa entre los viajeros perezosos y cerveceros, aunque en Muang Ngoi no están tan desarrollados como en Viang Vieng y la cerveza brillaba por su ausencia.

Poblado Mong

Poblado Mong

En 2 barcas metimos los 12 neumáticos de tractor, y fuimos río arriba durante una hora.

Nos depositaron en una playa de arena donde había cientos de mariposas, blancas y amarillas, revoloteando.

Subimos a nuestros neumáticos y empezamos el descenso del río por rápidos de grado 0.

Tan suave era la corriente que a veces teníamos que remar con los brazos; desde el aire debíamos parecer fichas de damas negras con nuestros donuts gigantes.

Este deporte es perfecto para los que nos gusta charlar, ya que puedes tener conversaciones vis a vis, hacer grupitos juntando los neumáticos, y con un par de brazadas cambias de escenario.

Todos estábamos viajando entre 6 meses y 1 año, pero las motivaciones para viajar eran tan diferentes como las personas que estaban allí.

Bomba de adorno

Bomba de adorno

La más veterana, Monika, una berlinesa profesora de Kindergarden, y entre los más jovenes Idoia, una vasca con apellido danés que trabajaba en Barcelona subtitulando películas.

Las 3 horas de descenso llenaron mi mochila de conversaciones interesantes y experiencias vitales.

Al día siguiente parte del grupo volvió a Luang Prabang, y me fui con Monika y Anna, una suiza que estaba mochileando por el mundo con el permiso de sus hijas de 18 y 20 años (¡el mundo al revés!), a hacer un trekking a un poblado Mong.

Bajamos 1 hora en barca por el río y comenzamos a caminar por arrozales.

Mercado Muang Sing

Mercado Muang Sing

Llegamos al pueblo Mong, y vi claramente que no estaban acostumbrados a ver extranjeros, ya que los niños gritaban «falang falang» y salían corriendo.

Finalmente la curiosidad les venció y se fueron acercando; les empecé a enseñar las fotos de la cámara digital y en segundos todo eran risas y gritos.

La vida es muy básica, con la mayoría de los niños jugando desnudos y las viejas caminando en topless con los nietos a sus espaldas.

Mercado Luam Nam Tha

Mercado Luam Nam Tha

El guía no hablaba apenás inglés, y en el camino nos encontramos con un incendio forestal, teóricamente controlado, pero el fuerte crepitar de la madera y la densa humareda nos asustaron un poco.

En esta época del año en Laos queman grandes extensiones de laderas para plantar arroz seco, que no necesita diques inundados como el normal, sino que con la lluvia que comienza en Junio tiene suficiente agua.

Trekking Luam Nam Tha

Trekking Luam Nam Tha

Regresamos por otro camino para visitar una cueva por la que transcurría un río, pero el guía había olvidado la linterna, y las velas que llevábamos eran muy pequeñas, así que nuestro recorrido fue corto.

Al llegar a Muang Ngoi observé que en el restaurante del embarcadero tenían una bomba americana a modo de monumento (monumento a la aberración de una guerra que oficialmente no existió, diría yo).

Trekking Luam Nam Tha. Niña Khmu

Trekking Luam Nam Tha. Niña Khmu

Al día siguiente comencé un ajetreado viaje hacia el noroeste, que me llevó en varias etapas a Luang Nam Tha y Muang Sing, cerca de la frontera china, donde se concentran la mayoría de las etnias de Laos.

En Oudomxai me topé con Iñaki, el ciclista vasco, que había pedaleado casi 100 km de contínuo sube y baja con unos 40 grados, ¡ni que fuera del mismo Bilbao!.

En Luang Nam Tha me encontré con la pareja de Gales, Gemma y John, y decidimos hacer un trekking de 3 días.

Tenía muy buena pinta, ya que era un test trek, o sea que ibamos a visitar pueblos en los que muy pocos extranjeros habían estado.

Para evitar que suceda lo de Chiang Mai en Tailandia, donde los treks a las tribus de montaña se han convertido en un circo para ir a ver a las mujeres jirafa (Karen) y otras etnias, en Laos la Unesco ha ayudado a diseñar eco-treks de bajo impacto.

Esto significa que los guías tienen su trabajo normal y 1 o 2 veces al mes ejercen de guías, que los grupos son de 8 personas máximo, que los pueblos que se visitan tienen un máximo de 2 grupos por semana.

Posando como una profesional. Niña Lamtha

Posando como una profesional. Niña Lamtha

Es importante que la interacción con los locales no suponga un cambio radical en su estilo de vida. Te piden por ejemplo que no les des nada a los niños.

El primer día comenzamos en el mercado de Luang Nam Tha para comprar comida.

Luego fuimos una hora en tuc tuc hasta el punto de comienzo de nuestro trek, y las 5 horas siguientes las pasamos bajo un intenso calor y contínuo sube y baja por las montañas.

La parada de comida fue en un claro del bosque donde Toe, nuestro guía, desplegó unas hojas de banano a modo de mantel, y disfrutamos de una deliciosa comida al estilo Lao, es decir, con sticky rice (literalmente arroz pegajoso) y comiendo con los dedos.

Niña Lamtha cuidando a niño

Niña Lamtha cuidando a niño

Llegamos al pueblo Khmu, y nuestra cabaña estaba en una pequeña colina sobre el río, donde los niños estaban disfrutando de su baño vespertino.

Varias mujeres del pueblo vinieron a preparar nuestra cena, que incluía un pollo que mataron delante de nuestras narices (bueno, de las mías no que tengo un trauma infantil relacionado con un pollo al que crié y que mi madre puso un día en el menú con la intención de que lo comiera; no me hice vegetariano, pero dejé de comer pollo durante un tiempo).

Vino el jefe del pueblo para compartir la cena y sorpresa posterior. Le hicimos un montón de preguntas a través de Tao, y él nos hizo unas cuantas también, la principal qué motivación nos llevaba a dejar nuestro cómodo primer mundo para dormir en una cabaña de bambú sin electricidad, agua corriente ni baño.

No sé si la respuesta que le di, la de regresar a los orígenes, a lo básico de la vida, porque el mundo que hemos creado es demasiado loco, le convenció.

En los arrozales

En los arrozales

A nuestra pregunta sobre qué necesitaban más en el pueblo, respondió que una carretera, electricidad y una bomba para el agua.

Lancé una pregunta con bomba, sobre qué opinaba de la democracia, y su respuesta fue curiosa; dijo que en sitios pequeños como el pueblo (350 habitantes) era mejor coincidir con el gobierno, porque así no había problemas entre la gente.

Poblado Khmu

Poblado Khmu

Estaba manco y nos contó que había perdido la mano en la guerra en 1969. Tenía 58 años y 8 hijos.

El cargo de jefe se renovaba cada 3 años, y la primera vez que en el pueblo habían visto un extranjero fue en 1999.

Los únicos signos de modernidad en el pueblo eran varios tejados de zinc y un generador que entre 6 y 9 pm daba electricidad a un estéreo donde escuchaban pop tailandés.

Mujer en los arrozales

Mujer en los arrozales

La sorpresa después de la cena fue que sacaron una tinaja de barro con 2 largas pajitas, llena de vino de arroz, que por suerte era ligero y no causa resaca.

Una de las pajitas iba al fondo donde estaba el licor más fuerte, y la otra estaba más cerca de la superficie, así que podías elegir.

Había que chupar hasta que quedara sin líquido, que iban renovando desde una cubeta.

Vinieron nuevos invitados, y nuestras 2 cocineras bebían también con bastante intensidad.

Después de 2 horas de chupadas y unas cuantas risas nos fuimos a dormir porque al día siguiente teníamos 7 horas de caminata.

El día amaneció soleado, pero todo se torció después del desayuno, porque John empezó a sentirse mal, con retortijones de estómago y mucha debilidad.

Amanecer en Luam Nam Tha

Amanecer en Luam Nam Tha

Retrasamos la salida a ver si mejoraba, y tras un rato de descanso comenzamos a caminar, pero no pudimos hacer más que media hora hasta el siguiente poblado, Lam Ta, donde le dieron unas pastillas y se acostó.

Tenía que ir al baño cada 5 minutos, algo que los cerdos del pueblo celebraron con regocijo, ya que cada vez que iba, habiá uno esperando para comerse su papilla.

El bus camino de la frontera

El bus camino de la frontera

Intentamos seguir pero claramento no iba a poder hacer las 7 horas de trekking, así que regresamos al poblado Khmu.

Por la tarde ya se sentía mejor, pero ya no nos daba tiempo a hacer el trekking.

Toe comentó que seguramente había sido la sopa de bambú que habíamos cenado, ya que hay gente que tiene intolerancia a la fibra de bambú, y que a los locales les pasa a veces.

Amanecer en el templo

Amanecer en el templo

Dormimos en la misma cabaña y al día siguiente, con John totalmente recuperado, desandamos lo andado.

Fue una pena porque sólo pudimos completar un día de trekking de los tres, pero son cosas que pasan.

Lo preocupante es que no tienen manera de avisar si sucede algún accidente grave, ya que no hay radio, teléfono ni carreteras.

Les comenté que al menos deberían tener 2 guías para prever contingencias de este tipo, y me dijeron que para grupos de más de 5 pax lo hacían, pero nosotros eramos 3 (aunque habíamos pagado por 4, el grupo mínimo).

Reclamamos en la oficina y después de varios tiras y afloja nos devolvieron parte del dinero.

Mi visado de Laos expiraba al día siguiente, asi que no tenía oportunidad de hacer un nuevo trekking.

Buda y el árbol de la vida

Buda y el árbol de la vida

De junio a marzo se puede ir en barco lento desde Luang Nam Tha hasta la frontera Tailandesa desde el hostal The boat landing, pero en época seca el nivel del río está muy bajo, así que tuve que ir en bus.

Fue una paliza de 9 horas para hacer 200 km. en un bus destartalado sin ventiladores siquiera, por una carretera en obras que cuando se termine (teóricamente en el 2005 pero por el estado de las obras me conformaría con que fuera durante el s. XXI) será un corredor comercial entre Tailandia, Laos y China.

El ojo que todo lo ve

El ojo que todo lo ve

Llegamos a Huay Xay a las 18h30 con la frontera cerrada y aspecto de indios, ya que llevábamos una capa de tierra roja que nos cubría completamente.

Por orden de prioridades nos tomamos una cerveza, una ducha, y cenamos en el hostal Banana.

Luego seguimos con la Laobeer un buen rato, ya que sólo se encuentra en Laos, el resto de países de la zona no la importan porque sin duda es mucho mejor que la Tiger, la Chang o la Mekong.

Un gecko

Un gecko

Con el característico sonido de los gecko, unos lagartos muy curiosos que tienen un nombre onomatopéyico, aunque hay gente mal hablada (en este caso mal oída), que dicen que en vez de «gec-ko» el sonido se parece más a «fuck-you».

Al día siguiente me levanté a las 5 a.m para despedirme de Laos desde el templo budista de l colina, donde vi amanecer mientras los monjes comenzaban sus tareas cotidianas con una sonrisa beatífica en sus labios.

Huay Xai desde Tailandia

Huay Xai desde Tailandia

Esta es la última imagen que me llevo de este maravilloso país, junto con mi enésimo cruce del Mekong, está vez para entrar en el «primer mundo» asiático, Tailandia.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Carlos, desde Chiang Mai, Tailandia, 4 de Mayo de 2005

 

Vagamundos 2005. Laos. Luan Nam Tha