Maldivas es al mismo tiempo un país de superlativos y minúsculo, y el Océano Índico, donde se encuentra, ha sido históricamente su vida y seguramente será su muerte. Unas cuantas cifras nos cuentan claramente los graves problemas a los que se enfrenta Maldivas.

La cifra más preocupante para el futuro de Maldivas es que tiene una altura promedio de 1,5 msnm, lo que lo convierte en el país más bajo del mundo, con una altitud máxima de 2,3 metros. Ser montañero en Maldivas es una actividad con poco futuro.

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Su territorio está organizado en 26 atolones, unas 1.200 islas en total, de las cuales 203 están habitadas con una población total de 400.000 habitantes, y un tercio de ellos vive en la capital, Male. Se encuentra en pleno océano, al sudoeste de Sri Lanka y a 450 km de la India.

Tiene un clima tropical húmedo con 2.000 mm (2 metros) de precipitaciones al año. Es el país menos poblado de Asia, y aunque su extensión es de 90.000 km2, la superficie conjunta de sus islas es de 298 km², o sea que sólo un 0,3% del país es tierra.

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Con estas cifras, el futuro de Maldivas se presenta parecido al de Waterworld, la película de Kevin Costner en la que los polos se habían derretido e inundado toda la Tierra, obligando a sus habitantes a convertirse en gitanos del mar errantes. La combinación de lunas llenas, mareas vivas, temporales y calentamiento global puede ser letal para el país.

No es por ser dramático, pero lo que he visto en estas tres semanas que llevo en el país no invita al optimismo precisamente, aunque si llegas al final del diario verás que hay lugar para la esperanza.

Las lunas llenas y sus mareas vivas pueden contribuir a que Maldivas desaparezca bajo las aguas

Aparte del calentamiento global, del que los maldivos tienen poca o ninguna responsabilidad, me he encontrado con un país que prácticamente produce toda su electricidad con diésel, que tiene que importar y distribuir por las islas habitadas, mientras que prácticamente ignora las energías renovables de las que dispone en abundancia, el sol y el viento.

El anterior presidente, Mohamed Nasheed, puso en marcha la iniciativa de reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero para 2020, pero su dimisión en 2012 dejó el plan en suspenso; incluso estaba prevista la eventualidad de que el país desapareciera debido al calentamiento global, por lo que se exploró la posibilidad de comprar terrenos en otros países.

¿Podrán estos niños en el futuro...

El turismo contribuye con un 33 % del PNB y un 80% de las reservas en divisas, por ello mismo me ha resultado muy extraño que ahora que Maldivas se está abriendo al turismo lowcost (más bien midcost), uno se encuentre con islas llenas de basura, que además queman.

Si tenemos en cuenta que en Maldivas la gente no bebe agua del grifo porque suele ser desalinizada y con olor y sabor poco agradable, el problema se eleva a millones de botellas de plástico difícilmente reciclable que termina invariablemente en el mar en un gran porcentaje.

...Jugar en estos parques?

Con estos pensamientos no muy positivos embarqué en un turbohélice en Male que en 90 minutos me dejaría en el aeropuerto internacional de Gan, a 450 km al sur de Male, en el último atolón, donde se encuentra la isla más grande del país, Addu, en realidad varias islas conectadas por una carretera construida sobre un terraplén, con 15 km de largo, y descubrí que en el hemisferio sur son mucho más respetuosos con el medio ambiente.

Las cinco islas conectadas son Hithadhoo, Maradhoo-Feydhoo, Maradhoo, Hulhudhoo y Meedhoo; forman la población más grande de Maldivas después de Male, y con una población total de 28.000 habitantes que le dan el título de Addu City, la única ciudad del país, aparte de la capital.

En el atolón de Addu se habla un dialecto del dhivehi diferente del empleado en el norte del país debido a su distancia geográfica con respecto a los demás atolones. Hubo un intento secesionista entre 1959 y 1963, la República de Suvadivas, que no fue reconocido por ningún país del mundo.

Me alojé con Airbnb en casa de un abogado que trabaja para el ayuntamiento, y me vinieron a recoger al aeropuerto, me llevaron varias horas de tour por toda la isla, y luego cenamos en un sitio local al lado del puerto, la mejor manera de conocer a la gente de Addu. Gran invento el de Airbnb, que uso habitualmente tanto como anfitrión como alojado.

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Me contaron que la mentalidad de la gente en el sur del país es muy diferente al norte, que se preocupan de recoger la basura y están muy orgullosos, con razón, de sus palmerales y lagunas de agua fresca, que cuidan y protegen, de lo que doy fe, ya que era viernes, el día festivo para los musulmanes, y a pesar de que había mucha gente de picnic, no vi ni una sola botella o lata tirada.

Sonreí para mis adentros y deseé que, aunque es solo un atolón de los 26 de Maldivas, esta conciencia ambiental y proteccionista acabará llegando al resto del país.

Al día siguiente embarqué en el Blue Force One para conocer la verdadera joya de la corona de Maldivas, sus fondos marinos, pero esa es otra historia que será contada otro día.

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¡Hasta Pronto!

Carlos, desde la isla Maafushi, Maldivas, 8 de marzo de 2016