Medio de transporte tradicional en Trujillo
Trujillo y la Virgen de la Paz
Mi primer contacto con los Andes venezolanos fue Trujillo, la capital del estado del mismo nombre, y uno de los tres estados andinos venezolanos, junto con Mérida y Táchira.
Con ello cerraba una etapa simbólica, la de visitar todos los países que atraviesa los Andes en sus 7.500 km. de recorrido entre los 56º de latitud S y los 11º de latitud N, pasando por Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela.
En 2003 estuve en el extremo meridional, en el cabo de Hornos, en la parte chilena que marca el límite norte del temible Paso Drake, y 6 años después visitaba su extremo septentional, en Venezuela.
Catedral de Trujillo
En Venezuela, los Andes tienen unos 36.000 km2 de extensión, y son una prolongación de Los Andes Colombianos Orientales, que en la ciudad de Pamplona (Colombia) se bifurcan en dos cadenas: La Cordillera de Los Andes y La Sierra de Perijá.
Mérida es la capital indiscutible de los Andes Venezolanos, ya que a su alrededor está la montaña más alta de Venezuela (Pico Bolívar, con 5.007 metros).
Junto con otras altas cumbres, el Humboldt, el Bonpland, la Concha, el Toro y el León, forman las llamadas 5 águilas blancas, una hermosa leyenda que os conté en mi diario anterior.
Bolívar, en su caballo como siempre
Los venezolanos visitan los Andes para pasar frío, ya que el resto del país vive en un clima tropical permanente.
Los extranjeros visitamos los Andes porque nos gustan las montañas, ya sea para escalarlas, caminarlas, o simplemente verlas, y porque esta es una de las regiones más seguras de Venezuela, en la que me he permitido hasta hacer autostop.
Regresando a Trujillo, es conocida como ciudad de «Paz y Encanto», aunque poco de las dos cosas encontré durante mi estancia.
Fue fundada por Diego García de Paredes el 9 de octubre de 1557 y su catedral es del siglo XVII.
Hace 2 años celebraron con gran boato su 450 aniversario.
La Virgen de la Paz
Rodeada de montañas y en un estrecho valle, básicamente consta de dos calles atestadas de tráfico que suben y bajan por el valle.
Aunque es la capital del estado, tiene poco más de 35.000 habitantes, superada por Valera, con más de 100.000 habitantes.
La plaza Bolívar es pequeña y muy arbolada, y en su centro hay una estatua ecuestre de Simón Bolívar, que, junto con el pedestal, lo eleva a 10 metros de altura.
En un lateral de la plaza se encuentra la catedral, que siempre estuvo cerrada durante mi estancia, debe ser porque el carnaval es una celebración de pecadores, y hasta el miércoles de ceniza no abrío para que la gente empezar a redimirse durante la Cuaresma.
Vidriera en la capilla circular
Todas las mañanas desayunaba temprano en un pequeño carrito situado en la esquina de la plaza.
Servían deliciosos pastelitos (en los Andes hacen las empanadas con harina de trigo y le llaman pastelitos) con salsas variadas, algunas muy picantes, jugos naturales, y café guayoyo (suave), por unos pocos bolívares.
Me atrevo a decir que es el más rentable de todos los negocios (lícitos) en Trujillo, ya que la gente venía para llevarse una docena de pastelitos, y en menos de una hora que estuve allí me molesté en contar, cual inspector de Hacienda, unas ventas de más de 200 pastelitos y bastantes jugos.
¡La Virgen!
El atractivo turístico principal de la ciudad es el monumento a la Virgen de la Paz, una estatua de 46 metros de altura y 1200 toneladas de peso, a una altura de 1700 msnm, que se erige en la llamada peña de la virgen.
Es de 1983 y su estilo lo definiría de naïve.
Consta de cinco miradores de donde se puede observar, en un día claro, casi la totalidad del Estado Trujillo, parte de la Sierra Nevada de Mérida y de la Costa Sur del Lago de Maracaibo.
La Virgen está a unos 12 km. de Trujillo, y parecía tan cercana desde la ciudad que decidí subir andando.
La pena es que no hay ningún sendero de montaña, así que tuve que ir por la carretera sin arcen, viendo pasar los jeeps 4×4 que suben con pasajeros a la Virgen, por unas rampas tan empinadas que hacen el camino muy penoso para un vehículo normal.
Continuamente olía a embrague quemado porque la gente no era capaz de mantener la velocidad, ya que en muchas curvas, de 180 grados, había que meter primera y arrancar en cuesta; en Venezuela casi todos los coches son de cambio automático y la gente no tiene práctica con el manual.
Panorámica de la Virgen de la Paz
La última parte la subí con una familia de Maracaibo que paró su coche para preguntarme si prefería ir con ellos, y sólo por el hecho de que hubieran parado sin pedírselo y hacer algo que muy poca gente haría en Venezuela, paranoicos como están por el tema de la inseguridad, subí en el vehículo.
La capilla desde el mirador dentro de la Virgen
Eran las vacaciones de Carnaval, y el aparcamiento estaba lleno de coches y de gente.
El último kilómetro hasta la Virgen hay que hacerlo andando, y por el camino se desparraman multitud de puestos donde venden desde empanadas, jugos y otras viandas, hasta estatuas de Buda (con permiso de la Virgen), pasando por artesanía «made in china».
Los jeep-taxi
La estatua se eleva imponente, la Virgen lleva 2 palomas en sus manos, y hay una escalera (y un ascensor, pero no funcionaba), para subir por su interior hasta los mismos ojos, unos 200 escalones más o menos.
La cola era enorme y por ello decidí subir sólo hasta el penúltimo mirador, a la altura de los hombros.
Muy cerca de la Virgen hay una capilla circular, con unas bonitas vidrieras que le dan una gran calidez.
La bajada a Trujillo sí que la hice completa andando, aunque de nuevo la misma familia me preguntó si quería que me llevaran, pero hacía buen tiempo y pensaba parar a mitad de camino a comer trucha, una de las especialidades de los Andes, en un restaurante bonito y con buenas vistas que había visto en la subida.
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El camino de regreso
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¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos
Desde Mérida, Venezuela, 30 de marzo de 2009
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