Tres Tristes Tigres
En realidad el que está triste soy yo, no los tigres, aunque pudiera ser que también ellos estuvieran tristes, y por eso no se molestaron en aparecer cuando visité el Parque Nacional Ranthambhore, al sureste de Rajastán, a las puertas de la ciudad Sawai Madhopur, accesible en tren o bus desde Jaipur y otras ciudades del Rajastán.
Ranthambhore está integrado en el Proyecto Tigre, una iniciativa que se tomó para evitar la extinción del tigre indio, presionado por el crecimiento demográfico y la mala fama entre la población rural, que lo culpa siempre de las desapariciones de niños en las aldeas. Hay que recordar que el «malo» de la película El libro de la Selva es el tigre Shere Khan.
En Rajastán hay dos reservas de tigres, Sariska y Ranthambhore, elegí este último porque me dijeron que además era muy bonito, y sin duda es un lugar muy especial.
Ranthambore fue coto privado de caza del marajá de Jaipur hasta hace bien poco.
El parque está delimitado por el encuentro entre la cordillera Aravali Hill y la llanura Vindhyan, y sus fronteras sur y norte las marcan los ríos Chambal y Banas respectivamente, con una superficie total de 392 km2.
Ranthambhore se integró en el proyecto tigre en 1973, cuando prácticamente la población de tigres había desaparecido, pero la protección dada a más de 1.000 km2 de bosques alrededor de la reserva, consiguieron que a finales de los 80 el avistamiento de tigres fuera habitual.
En 1992 se produjo un gran escándalo cuando se descubrió que estaban implicados empleados del parque en la caza ilegal de tigres, por los que los chinos pagan auténticas fortunas para sus productos afrodisíacos, y a partir de entonces las autoridades fueron muy estrictas. Esto provocó que hoy unos 40 tigres, de ellos 8 cachorros, consideren Ranthambhore su hogar, lo que da una densidad de más de 1 tigre por cada 10km2, la más grande de India.
A pesar de estos datos positivos, no es fácil avistar un tigre durante la mayor parte del año, ya que es un animal nocturno y tiene muchas zonas de vegetación donde ocultarse.
Sólamente entre los meses de marzo y junio, cuando los lagos del parque prácticamente se secan y el tigre tiene que salir a beber, las posibilidades de contacto son mayores.
El resto del año las posibilidades rondan el 10%. Evidentemente esto no lo dicen los organizadores y guías de los safaris que de manera entusiasta otean los caminos y el horizonte en busca de alguna señal de tigres, y permanecen en silencio tratando de escuchar algún rugido o avisos de otros animales. El parque cierra entre julio y setiembre por el monzón, prácticamente el único momento del año en que llueve.
El número de personas que puede acceder al parque es 500, que se dividen en jeeps, los más pudientes, y en canters, camiones descapotados que pueden llevar a 20 personas, y por los que pagas 500 Rp, unos 10 euros, por safari.
Si llevas cámara de video, 200 Rp, 4 euros, a mayores.
Se hacen dos safaris al día, uno sobre las 6 a.m. y otro a las 2 p.m., de unas 3 horas de duración, variando los horarios ligeramente según la época del año.
Yo me apunté a los dos para aumentar mis posibilidades de avistamiento, pero como indica claramente el título del diario, me quedé triste y compungido sin poder ver al depredador, como le llaman los guías.
En todo caso vale la pena visitar el parque, porque la flora y la fauna son muy variadas; geográficamente está considerado zona semi-árida de transición entre el desierto y las llanuras húmedas estacionales, con varios lagos hechos por el hombre, que no están conectados con los ríos que marcan sus fronteras.
La fauna comprende 320 especies de pájaros, residentes y migratorios, más de 40 especies de mamiferos y más de 35 especies de reptiles.
Además del tigre, otros felinos del parque Ranthambhore son el leopardo y los gatos de jungla. El mamífero más común es el ungulado, con varias especies que incluyen ciervos, venados, gacelas y el jabalí. También hay hienas, zorros, chacales y perros salvajes, pero de estos no vi ninguno.
De los reptiles, la estrella es sin duda el cocodrilo, que se encuentra en los lagos, y muchas veces es difícil de reconocer porque parece un tronco inanimado, que se mueve a la velocidad del rayo cuando se acerca una presa.
Las aves son muy variadas, y puedes ver la perfecta simbiosis entre los ciervos y las aves, que viajan sobre sus lomos cómodamente instaladas mientras los desparasitan. Son muy comunes las garzas, el martín pescador, y otras especies endémicas de la India de las que no conozco sus nombres.
El parque está dividido en cinco zonas, y se recorre normalmente aquella en la que hay más posibilidades de avistamiento por las huellas y señales que han encontrado los guardias.
A nosotros nos tocó la zona 3.
Cuando el camión me recogió en el hotel era noche cerrada, y me extrañó ver que todo el mundo iba enfundado en gruesas mantas. A mí no me habían dicho nada en el hotel, y aunque llevaba toda la ropa de abrigo que había traído de viaje, porque imaginaba que no haría calor, puedo decir sin exagerar que en mi vida he pasado tanto frío.
El camión recorrió los 10 km que separan Sawai Madhopur del parque en 15 minutos interminables.
La entrada está delimitada por las puertas de acceso a la antigua reserva de caza del marajá, vigilada por un imponente fuerte en la cima de una colina.
Con la luz del amanecer, empezamos a recorrer los senderos del parque, y en uno de ellos vimos claramente la huella de un tigre (algún desconfiado puede pensar que está ahí siempre), así que seguimos su rastro durante un buen rato, sin éxito. Los ciervos y venados nos daban los buenos días con sus orejas móviles atentas a cualquier ruido y los polvorientos caminos ensuciaban las cámaras continuamente.
Nos cruzábamos con otros jeeps y camiones llenos de gente aterida, y yo luchaba con mis guantes y manos heladas para poder hacer alguna foto.
Hasta que salió el sol sobre las 7h30 a.m. la situación no mejoró, pero cuando regresé al hotel sobre las 9h30 a.m. me tuve que meter en cama para entrar en calor, y cuando me levanté a mediodía parecía Rambo, porque «no sentía las piernas».
Me fui a comer al restaurante del hotel donde había intentado alojarme sin éxito el día anterior porque estaba lleno, el Vatika, comí en el jardín al sol, y por fin recuperé el tono corporal.
Tuve además una charla muy interesante con Chandra, un naturalista y fotógrafo que lleva 15 años trabajando el parque y me contó que con más de 50.000 visitantes por año, la economía de la ciudad de Sawai Madhopur gira en torno al parque.
Hay muchas cooperativas de artesanía haciendo productos como telas, alfombras, cuadros de tigres, tapices, joyas, y por supuesto camisetas, gorras y demás productos turísticos con la huella del tigre y la frase «yo vi un tigre en Ranthambhore».
Despues de comer era hora del segundo safari del día, al menos con una temperatura más agradable, y volvimos a repetir el ritual de la huella, el seguimiento, la espera y la decepción.
El final del safari, con el sol cayendo sobre el lago y los ciervos bebiendo plácidamente cerca de las ruinas de un escondite de caza del marajá, uno de los muchos repartidos por el parque, me reconcilió con Ranthambore.
Siempre podré visitar otros parques y reservas para poder mirar a los ojos al rey de las junglas asiáticas.
Mi compañero de asiento, Olivier, filmaba con su cámara de video todo lo que se movía, supongo que para compensar las 400 rupias que había pagado por usarla en los 2 safaris, y cuando le comenté el frío que había pasado me dijo que él venía de Nepal, así que no le había parecido tanto. Todo es relativo.
Llevaba 18 meses viajando por el mundo, con algún regreso esporádico a casa, y calculaba que le quedaban 18 más. Era ingeniero aeronaútico y había ahorrado el dinero para el viaje viviendo como estudiante aunque tenía un buen sueldo, y su presupuesto rondaba los 15.000 euros/año, que es más de lo habitual en viajes de mochilero, pero él no llevaba billete de vuelta al mundo, sino que iba comprando en función de a dónde decidía ir, lo que encarecía el viaje pero le daba una libertad total.
Haz clic para leer en wikipedia en inglés sobre el Fuerte Ranthambhore y el Parque Nacional Ranthambhore.
Haz clic para ver las fotos de Ranthambhore.
Haz clic para saber más sobre Rajastán y visita la web oficial de Turismo de India.
Haz clic para ver todas las fotos de India.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde Pushkar, Rajastán, 20 de enero de 2007
Ps: Como de tigres estamos hablando, os adjunto uno de mis poemas favoritos de Pablo Neruda, una de las cumbres de la sensualidad felina.
EL TIGRE
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Soy el tigre.
Te acecho entre las hojas
anchas como lingotes
de mineral mojado.
El río blanco crece
bajo la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges.
Espero.
Entonces en un salto
de fuego, sangre, dientes,
de un zarpazo derribo
tu pecho, tus caderas.
Bebo tu sangre, rompo
tus miembros uno a uno.
Y me quedo velando
por años en la selva
tus huesos, tu ceniza,
inmóvil, lejos
del odio y de la cólera,
desarmado en tu muerte,
cruzado por las lianas,
inmóvil en la lluvia,
centinela implacable
de mi amor asesino.
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