La Guajira Colombiana, (pen)Última Frontera
En mi viaje 2009 por Colombia no tuve tiempo para visitar la Guajira, y para que no me pasara lo mismo en 2013 decidí comenzar el viaje por Colombia por esta región considerada la última frontera, pero como a mi no me gustan las frases hechas tipo «el Paraíso en la Tierra» y similares, por eso la he modificado a penúltima, ya que la última no se sabe donde está.
La Guajira (en Wayuunaiki: Wajiira) limita al norte y al oeste con el mar Caribe y al este con Venezuela, y esa condición fronteriza ha marcado su historia, ya que el contrabando de mercancias, legales e ilegales, en los dos sentidos es continua.
La capital de la Guajira es Riohacha, y de la alta Guajira Uribia, a donde llegué yo después de un caluroso viaje en coche compartido (carrito por puestos le llaman por aquí) desde Maracaibo a Maicao, a 10 kilómetros de la frontera con Venezuela, y de Maicao a Uribia.
La Guajira tiene una superficie de 20 848 km², un 4% de la de España, pero por su inaccesibilidad parece mucho más grande de lo que es, ya que por ejemplo si buscas en google maps la ruta de Cabo de la Vela a Punta Gallinas, 115km, te dice que son 8 horas en coche, y doy fé de que es así.
El censo de 2011 da una población de 846.641 habitantes, la gran mayoría de ellos viven en Riohacha, Maicao, Uribia, y otras localidades menores y el resto se encuentran desperdigados en pequeñas poblaciones wayuu, la etnia indigena mayoritaria en la Guajira.
También hay un gran comunidad árabe, que emigró a partir de los años 70. motor de la economía en la región, y supongo que habituados a las extremas condiciones climatológicas, ya que las temperaturas promedio oscilan entre 30 y 40 °C, algo aliviadas por la brisa y fuertes vientos permanentes en la Guajira.
Los ecosistemas terrestres principales son el desierto, la selva seca y húmeda admontaña, y el primero es el que le ha dado la fama a la Guajira de última frontera. Sólo ljueve entre septiembre y diciembre, lo que causa una vegetación den arbustos espinosos y cáctus, y es la región más árida de Colombia.
La diversidad étnica es grande por su ubicación estratégica en Caribe, con los wayúu viviendo en la península de la Guajira, y los kogi, ika y kankuamo principalmente en la Sierra Nevada. Como los wayúu suponen más del 40% de la población de la región, su idioma es oficial conjuntamente con el español.
Mi viaje comenzó en un camión que iba cargado hasta los topes con gente y mercancía en la parte trasera, a mi por suerte (por madrugar más bien) me tocó ir en cabina, con aire acondicionado, en un ruta de casi 4 horas para 60 kilómetros, que se hacen en buena parte por una pista paralela a la vía férrea, luego por el desierto por carreteras inexistentes, trazadas por las huellas de vehículos anteriores, y finalmente por la playa en la aproximación final al Cabo de la Vela.
Al llegar al Cabo de la Vela te olvidas de las incomodidas para llegar allí, y aunque el sol te golpea implacable, este lugar de singular belleza te recarga de energía, por algo tiene lugares de profundo significado místico para los Wayuus, como el cerro Pilón de Azúcar, ya que reen que al morir sus almas pasan por este sitio.
La civilización ha llegado a Cabo de la Vela en forma de pequeños alojamientos de ecoturismo, regentados muchas veces por wayúus, con grupos electrógenos y electricidad entre 6 pm y 10 pm, en los que duermes en cabañas de madera, en hamaca, o en su versión de lujo, el chinchorro. Esta última fue mi opción preferida en los días que pasé en la Guajira, no hay nada mejor que dormir mecido por el viento con el sonido del mar arrullándote a pocos metros.
También han llegado los windsurfistas y los kitesurfistas, y no me extrañaría que en pocos años las preciosas playas de Cabo de la Vela se llenen de velas de todo tipo y color, que para eso tiene el nombre.
Las comidas son básicas pero deliciosas: arepa con huevo para desayunar, chivo, pescado o marisco para el almuerzo, y lo mismo para la cena, con arroz y patacones. Pargo, mojarra, pez sierra, camarones y langosta son parte de la dieta diaria de los wayúus, incluso para desayunar.
Uno de los lugares más recomendados, tanto para alojarte como para comer es Aparanchii, más conocido por donde Aaron y María, los dueños, que no estaban cuando yo me alojé. Tengo que reconocer que mi actividad habitual en el Cabo de la Vela fue el «chinchorring», ya que en pocos días había recorrido más de 8.000 kilómetros desde Madrid y la diferencias horarias y de temperatura me tenían bajo de energía.
Después de una dormida deliciosa en el chinchorro, me levanté a las 6 a.m. para ver amanecer y tomar un rico desayuno de arepa con huevos perico y tintico, que es como llaman en Colombia al café negro.
A las 8 a.m. iba a recogernos, a mi y a cuatro chicas, dos alemanas y dos inglesas, un conductor en todo terreno para llevarnos al punto más al norte de Sudamérica, Punta Gallinas, pero a las 6:30 ya estaba allí Carlos, tocayo mío, todo un personaje como descubrimos en los días siguientes: excontrabandista, y padre de 27 hijos a sus 64 años, el más joven de 2 y el mayor de 43, sólo cinco de ellos con su esposa.
Me dijo que había salido a las 4 a.m. de Riohacha, y que le había pisado fuerte, conocía perfectamente la ruta de su época de contrabandista. En todo caso hasta las 8 no nos pudimos poner en marcha porque las chicas no estaban listas.
Teníamos por delante 120 km en los que pasaríamos por parajes de todo tipo, desiertos de tierra dura, manglares, bosques de cáctus de muchos metros de altura, praderas de arbustos de espinas, un paisaje duro, árido, sin casi sombras y con un sol inclemente que sólo mitiga el viento.
Nosotros íbamos relativamente cómodos en el coche, con el A/C puesto, pero dando botes permanentes por las pistas de rodaduras de vehículos que iban, venían y se cruzaban, donde no creo que ni un gps pueda encontrar la ruta adecuada, pero como decía Carlos, el tenía todos los caminos en la computadora de su cabeza.
Hicimos varias paradas antes de llegar a Punta Gallinas, que se llama así porque la forma caprichosa de la bahía donde está se asemeja al perfil de una gallina, y la más espectacular fue las dunas de Taroa, una impresionante masa de arena que se descuelga sobre el mar Caribe y que ni con una panorámica de diez fotos pude abarcar completamente. No pudimos estar mucho rato porque el fuerte viento levantaba la arena y la proyectaba sobre tu piel como si fueran perdigones.
Poco antes de llegar a lo que sería nuestro hogar esa noche, visitamos el faro de Punta Gallinas, sin ningún tipo de interés arquitectónico, ya que es una torre metálica de 18 metros de altura, pero que puede presumir de ser el faro más al norte de Sudamérica.
Luz Mila, que así se llama la india wayúu propietaria del hospedaje y restaurante del mismo nombre, nos recibió en su rancho, que sólo se puede describir con una palabra: alucinante. No tanto por las instalaciones, básicas pero muy limpias y ordenadas, como por el lugar donde se encuentra, una pequeña llanura que se alza sobre la bahía irregular que bordea Punta Gallinas.
Almorzamos, pescado cómo no, y después de comer salimos a visitar una playa considerada un lugar sagrado para los wayúus, que han erigido unos monolitos de piedra en un pequeño acantilado. Todo el lugar irradia una energía increíble.
Dormimos en chinchorros a pocos metros del acantilado, y por la mañana de nuevo antes de las 6 a.m. estaba listo para ver un amanecer impresionante.
Después del desayuno salimos porque nos quedaban muchas horas y baches de viaje hasta Riohacha, pero aún nos paramos en varios lugares a disfrutar de unas vistas casi de fuera de este mundo.
Vimos los pozos de agua fresca donde las familias wayúu se proveen de agua fresca durante los muchos meses en los que no cae una gota de agua. Cada familia tiene su pozo y si se acercan forasteros hacen gestos para que se vayan, ya que para ellos el agua es simplemente vida.
Repostamos gasolina venezolana a la manera guajira, es decir, con un bidón en lo alto, una goma, y el viejo sistema de chupar intentando no tragar gasolina.
A mitad de camino pasamos unos momentos de inquietud, porque una tormenta de arena como las que puede haber en el desierto del Sáhara hizo que la visibilidad desapareciera completamente y que no viéramos ni siquiera las rodadas de otros coches. Por suerte la computadora de Carlos en su cabeza funcionó a la perfección.
La relación de los indios wayúu con el gobierno de colombia y con el turismo es ambivalente. Por un lado siempre han sido ignorados por los gobernantes, y los índices de corrupción son muy altos, ha habido enfrentamientos como el que actualmente tienen por la explotación de las minas de carbón de la Guajira, y por otro los guajiros siempre han vivido en gran parte del contrabando con Venezuela, un negocio floreciente.
La gasolina cuesta 15 veces menos en Venezuela que en Colombia, y la cerveza más consumida es la Polar, no Águila o Club Colombia.
Los indios son tímidos y a veces se molestan o tuercen la cara cuando quieres hacerles una foto, por lo que es conveniente pedir permiso antes, y en alguna pista remota de la Guajira, una niña mantenía una cuerda atravesada en la carretera y pretendía cobrarnos peaje por pasar por allí.
El desarrollo del ecoturismo en Guajira ha traído comodidades como la cobertura de teléfonos móviles, electricidad, ya sea por generadores o con tendido eléctrico, y programas de alfabetización que han permitido a muchos indios ir a la universidad de Riohacha, pero el equilibrio entre mantener su cultura ancestral y el desarrollo camina como siempre por la cuerda floja.
Hasta Cabo de la Vela es posible llegar por tu cuenta, de Uribia y Riohacha salen camiones o coches compartidos todos los días, pero si quieres continuar hasta Punta Gallinas, es mejor contratar un tour o negociar un vehículo con antelación porque acabaremos pagando más, y por supuesto es mejor juntarnos con otros viajeros para compartir gastos.
Yo utilicé los servicios de Kaishi Travel, una agencia que lleva más de diez años trabajando en la Guajira, y el propietario, Andrés Delgado, estuvo pendiente del viaje y llamó varias veces al conductor para ver que tal iba todo.
«Dale al play» en la presentación de abajo para ver las fotos de la Guajira.
Para más información sobre la Guajira, consulta las páginas web de:
Wikipedia, Colombia.travel, Gobernación de la Guajira, Una aventura gastronómica por la Guajira, Blog Mis viajes por ahí: Camarones y los indígenas Wayúu de La Guajira y Viajeros.com
Haz clic para ver:
Fotos de Cabo de la Vela, Dunas de Taroa y Punta Gallinas, y videos de Colombia.
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Haz clic para ver todas las fotos del viaje Vagamundos 2013 por Colombia.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde Valledupar, Colombia, 18 de febrero de 2013
Muy bueno tu relato ???
Buenas! En septiembre voy a hacer mi primer viaje a Colombia durante 16 días. Tengo muchas dudas de si merece incluir la península de Guajira o si es mejor priorizar otras cosas. Los tours son turistadas como en Marrakech? O por el contrario la necesidad de tour es solo por el Jeep pero las visitas son auténticas?
Muchas gracias