Bajo el volcán en Nicaragua

Esta vez la frontera entre Costa Rica y Nicaragua la paso rápidamente, a veces ser peatón tiene sus ventajas, ya que el taxista que me lleva se salta una larga cola de camiones y autobuses, y me deja en la puerta de inmigración. La salida de Costa Rica la hago en un santiamén, y después de caminar bajo un intenso sol la «tierra de nadie», llego a la inmigración nica, que paso bastante rápido, eso sí, tengo que pagar de nuevo la visa, los 5 minutos que pasé en Nicaragua en Tortuguero no sirven. Peñas Blancas es como se llama la frontera, y de allí me voy a San Juan del Sur, en la costa del Pacífico.

Lo primero que me sorprende es que la vegetación está bastante seca, me dicen que hace más de 1 mes que no llueve, y lo segundo es que circulan pocos vehículos, muchos de ellos son Ladas de origen ruso, de la época en que Rusia financiaba al régimen Sandinista. San Juan del Sur es un pequeño pueblo de pescadores, con una preciosa bahía en forma de herradura, y una larga playa que está totalmente vacía. Lo extraño es que el agua está bastante fría, ya me había olvidado lo que era eso. Los restaurantes se sitúan en la playa, sobre pilotes de madera, y una vez más veo una puesta de sol preciosa.

Me alojo en el hotel Joxi, que tiene acceso a Internet, pero muy caro, $10/hora. Hay tambien un cybercafé en la playa el cyberbe@ch Café, pero los precios son igual de caros. Pregunto y me dicen que es porque hay que hacer llamada de larga distancia a Managua, no hay servidor local (teoría comprobada, el precio del acceso a Internet es inversamente proporcional al desarrollo económico y tecnológico del país).

Después de la cena me voy al Mario´s, el único bar animado de la playa, está sonando Jarabe de Palo, y el dueño es un alemán con aspecto de haber vivido bastante. Por la playa deambulan los jóvenes del pueblo sin mucho que hacer, y una vez más compruebo la universalización del «american-way-of-life», ya que todos llevan Nike´s, pantalones 3 tallas más grandes, y caminar de rapero «pasa contigo tío».

Por la mañana tomo un autobús, por supuesto school bus americanos de los años 50, que me lleva a Rivas, donde cambio en el banco dólares por córdobas después de hacer una cola de media hora (las colas en los bancos es una constante en Centroamérica), y sigo camino a San Jorge, de donde salen los transbordadores a la isla de Ometepe, en el lago Nicaragua. Este lago es el décimo más grande del mundo, y es de agua dulce, antes se pensaba que originalmente era parte del Pacífico, y que por las erupciones volcánicas se había quedado aislado, pero las teorías más actuales apuntan a que fue una falla en el terreno, que acumuló agua de lluvia, y posteriormente encontró una salida al mar Caribe creando el río San Juan. En sus aguas nada el único tiburón de agua dulce del mundo, lo que me hace desear con más fuerza que el transbordador llegue sin novedad, realmente su cubierta no ha visto una mano de pintura desde el Pleistoceno. Hay otros peces de agua salada que han remontado el río San Juan y se han adaptado a la vida del lago.

Antes de que se construyera el canal de Panamá esta zona era candidata a construir un canal entre ambos océanos, pero su intensa actividad volcánica hizo desechar el proyecto. Desde el borde del lago, la isla de Ometepe parece un enorme busto con los pechos desparejados, ya que en un extremo se sitúa el perfecto cono del volcán Concepción, de 1.610 m, y en el otro el del volcán Madera, de 1390 m, 2 de los 58 volcanes que tiene Nicaragua .

Como tengo la espinita clavada por no haber podido subir el volcán Barú en Panamá por el temporal de viento que lo azotaba, y tampoco pude ascender el volcán Arenal en Costa Rica, ya que por su permanente actividad está prohibido su ascenso, pienso subir a los 2 volcanes de la isla, que además son muy diferentes en su orografía a pesar de estar muy cerca uno del otro, ya que el Madera está rodeado de vegetación tropical y es muy húmedo, mientras que el Concepción sólo tiene vegetación baja, y en muchas zonas únicamente rocas y arena volcánica.

El transbordador de San Jorge a Moyogalpa está totalmente destartalado, y el recorrido nos lleva una hora, observo que toda la conciencia ecológica que he visto en Costa Rica aquí no existe, ya que el cobrador de los tickets ha tirado una botella contra las rocas del embarcadero, y ha dejado sus cristales desparramados para que venga un turista despistado y se corte (esta cosas siempre les pasan a los turistas, los locales están más que avisados). El colmo es cuando veo a un policía que viaja en el barco tirar una bolsa de plástico llena de basura al lago, ¡enhorabuena señor agente, dando ejemplo de actitud cívica a sus conciudadanos!.

De Moyogalpa todavía queda 1 hora de autobús hasta Altagracia, me alojo en el hotel Castillo. La gente es muy amable y cordial, aquí la guerra civil apenas tuvo impacto, y el ambiente relajado se nota en que los cerdos campan libremente por las calles, y de vez en cuando, cuando pasa un vehículo, se apartan al sonido del claxon; curiosamente, también he visto jinetes cabalgando ¡¡vacas!!; la rienda, en vez de ir al bocado como en los caballos, va directamente a la argolla de la nariz, debe doler un rato si tiran.

Al atardecer, la gente saca las mecedoras al porche, y con las puertas abiertas de la casa, tienen un ojo puesto en la televisión, y otro en la calle, viendo la vida pasar. Después de la cena voy a tomar un trago de ron Nica «Flor de Caña«, uno de los mejores del mundo, y charlo con la gente sobre los cambios políticos en Nicaragua de los últimos años, y en general la gente está descontenta con su presidente actual, Antonio Alemán; hay elecciones a finales del 2001, y se presentan reñidas. En todo caso, dudo que al menos aquí la gente se acalore o apasione demasiado con la política, ya se sabe que los isleños siempre tienen un carácter especial.

¡¡ Hasta Pronto !!

Desde Altagracia. Isla Ometepe. Lago Nicaragua, 16/03/2001

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