El lago Monowai fue represado en 1926 para construir una de las primeras centrales hidroeléctricas del país. Tiene forma de U y unos 35 km. de largo, y es una zona de gran belleza, solamente enturbiada por las torres de alta tensión que se construyeron para llevar la electricidad generada hacia una planta de aluminio.
La parte positiva es que la carretera creada para dar mantenimiento a estas torres, que se llama Borland, ofrece un fácil acceso para senderistas, montañeros, ciclistas y kayakistas que visitan la zona.
Nosotros íbamos a hacer un trekking de dos días que llamado Borland Nature Walk, que se anunciaba sencillo, pero con las montañas en Nueva Zelanda hay que ser muy cauto, y pasamos momentos complicados al final de la ruta.
Recorrimos la carretera de mantenimiento durante una hora, hasta que llegamos al comienzo de la caminata. Dejamos la furgoneta aparcada y nos pusimos en marcha.
Juanita, la guía, decidió acortar la caminata porque anunciaban lluvias fuertes para la tarde, así que nos fuimos directamente al lago Verde, primero una hora por un bosque encantado lleno de musgo, líquenes y árboles retorcidos en el que parecía que en cualquier momento podía salir un duende o un hobbit a nuestro encuentro, y luego por una pradera inundada durante otra hora, en la que más que caminar flotábamos sobre el agua gracias a la vegetación encharcada.
Llegamos al lago Verde, cercano al lago Monowai, cuyo nombre podéis imaginar a qué se debe, y como veíamos que la lluvia se acercaba, apretamos el paso para llegar al refugio 20 minutos después, muy cerca del lago y con unas vistas espectaculares. Al poco de llegar la lluvia descargó a lo bestia, y salir del refugio era una temeridad.
El sitio era muy cómodo y agradable, con 12 plazas, y aunque pensábamos que íbamos a estar sólos porque no habíamos visto a nadie en la ruta, al poco rato llegó una pareja de suizos que estaba dando la vuelta al mundo, muy agradables.
Viajaban por Nueva Zelanda durmiendo en una furgoneta, aunque me comentaron que ya empezaba a hacer bastante frío por las noches.
El atardecer fue precioso, aunque las oscuras nubes no presagiaban buen tiempo para el día siguiente. Pasamos el resto de la tarde charlando con los suizos y jugando a juegos de mesa varios.
Cuando nos levantamos al amanecer, estaba bastante nublado, y a pesar de ello, Juanita decidió realizar la vuelta por la ruta panorámica en vez de por el bosque, con la esperanza de que despejara y para no repetir camino, algo que no le gusta nada a los guías y en general a los senderistas, aunque yo siempre digo que un camino de vuelta es diferente al de ida, porque la secuencia es al revés y las condiciones cambian.
El problema era que el sendero no existía; tuvimos que recorrer durante más de una hora una ladera de montaña con vegetación bastante espesa y unos arbustos bastante cortantes, pero lo peor estaba todavía por llegar.
La última parte de subida era muy empinada, con rocas bastante inestables, y sin apenas vegetación, por lo que no podías agarrarte a nada para ayudarte a subir, y además empezó a caer aguanieve y yo no llevaba los guantes a mano (nunca mejor dicho), y pararse a abrir la mochila no era nada aconsejable, cada poco rato caía alguna piedra y había que prestar atención.
Yo intentaba apoyarme en las piedras grandes pensando que estarían más sujetas, pero en una de estas, una piedra de un metro que pisé, se deslizó sobre la tierra, y empezó a rodar, por suerte mis compañeros subían en abanico como nos había aconsejado Juanita. Acongojado vi rodar la enorme piedra ladera abajo durante lo que me pareció una eternidad.
Finalmente llegamos a la cima, y pude recuperar el resuello y abrir la mochila para sacar el goretex y los guantes. El aguanieve no era muy fuerte pero el viento hacía que se clavara en cualquier pedazo de piel que estuviera expuesta.
Como no hay penitencia sin recompensa, al poco de llegar a la cima, cuando íbamos cresteando, lo que hasta entonces era una niebla tan espesa como un puré, se fue despejando y nos mostró la belleza de toda la zona, con pequeños lagos de colores variados y hermosas montañas.
Cresteamos durante más de una hora, y luego nos tocó bajar todo lo que habíamos subido por un estrecho sendero en el que no podías despistarte, ya que tanto a la derecha como a la izquierda había caídas muy pronunciadas.
Finalmente llegamos al lugar donde habíamos dejado la furgoneta, y toda la tensión acumulada en la subida, con las rocas cayendo, el aguanieve y el frío lacerante que nos había congelado las manos y los pies, se desvaneció en forma de abrazos y lágrimas que recorrían las mejillas de la gente.
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Para más información sobre Fiordland, consulta las páginas web (en inglés) de:
Wikipedia. Lago Monowai
Wikipedia. Hidroeléctrica Monowai
Wikipedia. Grebe River
Doc. Borland Nature Walk
Doc. Borland Road
Lago Monowai y Borland Nature Walk. Web oficial de Turismo nacional
Fiorland.org
Fiordlandnz
Fiordland National Park
Fotos de Borland Walk.
Mapa con las fotos geoposicionadas en Flickr Maps y Google Maps.
«Dale al play» en la presentación de abajo para ver todas las fotos de Borland Nature Walk.
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Carlos, desde Auckland, Isla Norte, Nueva Zelanda, 25 de mayo de 2010
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