Iguazú e Iguaçu. Belleza Húmeda.
Después del buceo y alguna otra que no os puedo contar, la experiencia de visitar las cataratas de Iguazú ha sido la más húmeda que recuerdo. Están situadas en la frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina, y su visita ha compensado con creces las 14 horas de autobús desde Paraná. Para tener una visión completa de las cataratas, hay que verlas desde los 2 lados, el brasileño y el argentino, ya que aunque este último es más largo y variado, la vista desde el lado brasileño es más espectacular, pues ofrece la mejor perspectiva sobre la Garganta del Diablo, el más hermoso de los saltos, que prácticamente puedes tocar con la mano.
Ya sabeis lo que opino sobre las fronteras, y una vez más me he encontrado con una ridícula, ya que si desde las cataratas argentinas, Brasil está sólo a 100 metros, para ir al otro lado hay que tomar un bus desde Puerto Iguazú hasta Foz de Iguaçu, otro desde Foz hasta el Parque Nacional, y finalmente un bus turístico que te lleva hasta el comienzo del sendero. en total casi 2 horas que podían haber sido 5 minutos. Lo gracioso es que además pasas control sanitario, tanto los vehículos como las personas tienen que pasar y pisar respectivamente por una zona de desinfección.
Está acercándose el invierno y se nota en que no hace calor, y en que las infraestructuras preparadas para recibir miles de turistas, en esta época reciben sólo unas decenas. Si buscas todavía más tranquilidad, después de recorrer las pasarelas superiores e inferiores del lado argentino, os recomiendo que hagais el sendero Macuco, unos 9 Km entre ida y vuelta, que lleva hasta el río Iguazú por un recorrido donde vi monos Caí, carpinchos y mariposas de todos los tamaños y colores; la vegetación también es espectacular: bromelias, cañas, y árboles como el fumo bravo, el palo pólvora, y el ambay, muchos de ellos con propiedades medicinales. Antes de llegar al río, hay un salto llamado Arrechea, que es especialmente mágico, parece que esté habitado por ninfas y elfos.
Al llegar al río, si te parecía que las cataratas llevaban bastante agua (hasta 1.500 metros cúbicos por segundo), te quedas anonadado porque en las riberas se aprecia que el agua alcanza hasta 5 metros más arriba, dejando huellas visibles en las bancadas arenosas. Donde se acaba la arena comienza la tierra roja arcillosa, característica de esta zona, y que en Puerto Iguazú provoca que las calles sean de color rojo, ya que están hechas de tierra apisonada. Intento remontar un riachuelo atraído por el sonido de una cascada, pero cuando ya la vislumbro, detienen mi marcha unas enormes rocas seguramente arrastradas en una crecida; intento escalarlas, pero después de varios resbalones y caídas desisto, no he visto un alma en las 2 últimas horas y no seria conveniente ni saludable lesionarse.
Regreso a Puerto Iguazú húmedo pero exultante por haber visto una maravilla de la naturaleza que te reafirma en que el mundo es demasiado hermoso como para perdérselo, y que viajar al estilo vagamundos es realmente la mejor manera de disfrutarlo al límite. Puerto Iguazú es más atractiva que las típicas ciudades fronterizas, ya que tiene un puerto fluvial y una vegetación subtropical que convierte los jardines y parques en auténticas selvas.
Siguiendo la filosofía del vagamundos, mañana me voy de aquí, pero aún no sé si camino de Paraguay o de Salta, a tomar «el tren de las nubes». Ya os contaré.
¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Puerto Iguazú, 10/05/2001
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