Mi Buenos Aires Querido.

El título de este diario era muy fácil, ya que lo tomo prestado de uno de los tangos más famosos de Carlos Gardel, que junto con Astor Piazzola forman mi Olimpo particular del tango. El tango está tan metido en la vida porteña que hasta hay un Radio Taxi Tango, que sólo pone música de tango a los clientes.

Buenos Aires es una ciudad grandiosa en todos los aspectos, como grandes son los problemas causados por su crecimiento desmesurado, ya que un tercio de la población argentina vive en lo que se llama el Gran Buenos Aires. Si a esto le añadimos que el 90% de la población del país vive en zona urbana, vemos el desequilibrio que esto supone en un país de casi 3 millones de kilómetros cuadrados y 35 millones de habitantes.

La crisis económica, y lo que es más grave, el pesimismo, se han instalado permanentemente en la vida de los argentinos como invitados no deseados. Una de las razones es que tanto en tiempos de bonanza como de recesión, Argentina ha vivido por encima de sus posibilidades, pidiendo préstamos para pagar los intereses de los préstamos anteriores, y ya se sabe que con el FMI no se juega.

La arquitectura de Buenos Aires expresa perfectamente la idiosincrasia de los argentinos, ya que es una ciudad muy hermosa, pero con ataques de grandilocuencia. Se dice que los argentinos son sudamericanos que hablan español con acento italiano y se creen franceses (que me perdonen el chiste mis amigos argentinos); yo añadiría que Buenos Aires tiene la pulsión vital de Madrid, en un entorno urbanístico similar al de Paris, y con pinceladas arquitectónicas similares a la Roma megalómana de los Saboya y Mussolini.

Tiene monumentos a Garibaldi, Don Quijote, y a un montón más de personajes, que yo creo la convierten en la ciudad con más estatuas del mundo. Su armonioso diseño en cuadrícula alrededor del eje principal que forman las avenidas de 25 de Mayo y 9 de Julio, desciende hasta el Río de la Plata, que aquí arrastra los sedimientos acumulados por el viaje de miles de kilómetros de los ríos Paraná, Uruguay, Iguazú, y Paraguay.

Hay barrios muy hermosos, como San Telmo, de calles estrechas y abigarradas; Palermo, con grandes espacios verdes; Recoleta, donde se concentran la zona de diversión, y la Boca, el más porteño de los barrios de Buenos Aires, que fue el primer puerto de la ciudad, y ahora es sede del equipo más representativo de Buenos Aires, el Boca Juniors. La zona de la Avenida de Mayo concentra la mayor parte de edificios de influencia francesa, con las típicas buhardillas parisinas en pizarra negra.

La recesión golpea con dureza sobre todo a la clase media, e impresiona la cantidad de locales que están a la venta o alquiler en pleno centro. Incluso en los jardines de la Plaza del Congreso han instalado su mísera vivienda un grupo de indigentes, ignorados por los próceres de la patria en sus idas y venidas al enorme edificio del Congreso de la Nación. Los acomodadores del cine y los mozos de los buses te piden expresamente una propina. Al otro extremo de la Avda. de Mayo se encuentra el palacio presidencial, la famosa Casa Rosada, que sólo es rosada en su fachada principal. Con un humor a prueba de recesiones, un amigo porteño me decía que eso se podía deber a varios motivos:

1.- Que se acabó el presupuesto para pintura

2.- Que el presupuesto era suficiente, pero el 50% está en un banco suizo

3.- Que el pintor ha sido despedido

4.- Que han privatizado la concesión para pintar los edificios públicos

5.- La más probable, que el pintor haya sido nombrado asesor del gobierno en materia pictórica y no haya quedado nadie para hacer el trabajo.

¡¡ Genial !!.

En la plaza de Mayo también se encuentra la única catedral del mundo que conozco con fachada neoclásica, al estilo de los templos griegos. Para que os hagáis una idea de las proporciones de algunos edificios, el terminal de buses de Retiro tiene una torre de control al estilo de los aeropuertos, y casi 100 andenes de donde salen diariamente cientos de autobuses de larga distancia de 2 pisos a todos los rincones del país (20 horas me llevó llegar desde Iguazú hasta Buenos Aires), y de otros destinos de Sudamérica.

La policía paró el bus, y nos hizo bajar a todos con nuestro equipaje, que revisaron cuidadosamente, e incluso nos cachearon. Yo estaba indignado porque no me habían cacheado desde el franquismo, pero realmente estaban buscando algo concreto, porque detuvieron a un paraguayo que llevaba cientos de relojes engarzados unos con otros en una bolsa «invisible». La operación policial duró más de una hora, que soportamos en el arcén de la carretera bajo el relente de la noche.

La gélida temperatura a mi llegada a Buenos Aires, 5 grados, contrasta con el recibimiento que me han dado varios amigos que conocí virtualmente a través de vagamundos, y que ahora he conocido en persona. Viajeros impenitentes como yo, mi aventura les ha animado a iniciar la suya propia, que consistirá en recorrer América desde Alaska hasta Tierra de Fuego en una camioneta, realizando un documental de su recorrido. Mi lema es «Donde hay un deseo hay un camino«, y realmente funciona si el deseo es verdadero. ¡Mucha suerte, Lucrecia y Chino en vuestro caminar, y que no os quepa duda que si puedo me uniré en alguna etapa de vuestro periplo!.

Aquellos que estéis interesados en visitar un atelier en Buenos Aires, os recomiendo que visitéis el de Alberto Morales.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Desde Buenos Aires, 14/05/2001

Argentina. Buenos Aires