Dicen que un síntoma de la vejez es que empiezas a no entender el mundo a tu alrededor. Un día te regalan un aparato electrónico y no consigues casi ni encenderlo y mucho menos programarlo, otro día escuchas en la radio música que a ti te parece ruido y resulta que ese grupo ha vendido millones de discos, y el colmo es ya cuando ves a la gente por la calle mirando en su pantallita del móvil donde está la calle X y resulta que tienen la placa delante de sus narices, pero hasta que su iphone no se lo confirme no se quedan tranquilos.

Utilizan el iphone para oír música, conectarse a Internet, bajarse programas para saber la temperatura en Alaska, y chatear con sus amigos para quedar a tomar algo; cuando se encuentran con ellos siguen chateando con otros amigos.

Realmente su mundo se ha reducido tanto que se limita a una pantallita de muchos colores. ¡Ah!, cuando quieren hacer una llamada resulta que se han quedado sin batería.

Uno de los cambios que menos entiendo de los últimos años es lo que está pasando con la industria aeronáutica.

Durante el S. XX nos vendieron la idea de que viajar en un avión era caro porque los aviones eran aparatos extremadamente sofisticados, propiedad de compañías monopolísticas, pilotados por profesionales excepcionales que cobraban por ello más que el presidente del gobierno, que volaban en un espacio aéreo controlado por costosísimas instalaciones y que aterrizaban en aeropuertos dotados de grandes medidas de seguridad.

Pagábamos resignadamente 200€ por vuelos nacionales de menos de una hora y para vuelos europeos o intercontinentales teníamos que ahorrar todo el año.

Todo este universo más o menos estable hizo bing bang hace pocos años cuando aparecieron las líneas aéreas low cost, que nos dijeron literalmente que nos habían estado tomando el pelo hasta entonces, y que ellos nos podrían vender el mismo billete por una fracción ínfima del precio anterior.

Las compañías aéreas tradicionales miraron por encima del hombro a estos advenedizos y pensaron que en cuatro días quebrarían. Tenían razón en que quebrarían, pero no en quien, porque las que han quebrado o estan a punto de quebrar han sido esas compañías monopolísticas, como Alitalia.

A las compañías clásicas se les llenaba la boca con conceptos como servicio, puntualidad, conexiones, atención al cliente, etcétera, y poco tiempo después no te daban ni los buenos días, ni un periódico, pagabas hasta por un vaso de agua, y ahora incluso empiezan a cobrar por facturar maletas.

Mientras tanto, algunas low cost evidentemente pagaron sus excesos, y con la crisis económica han cerrado, pero otras, como easyjet y ryanair, siguen creciendo como la espuma, e incluso esta última ha transportado en España más pasajeros que Iberia en el mes de agosto, pero ¿a qué precio?.

Parece que el mundo se ha vuelto loco; acabo de aterrizar en el aeropuerto de santiago de compostela, desde madrid, y el precio final que pagué por el vuelo fue 1 céntimo de euro. Se podría pensar que fue una oferta puntual, pero lo cierto es que compré 8 billetes de avión con ryanair por 8 céntimos.

Para añadirle más gracia al asunto, ¿saben cuánto pague por el autobús de ryanair que me llevó del aeropuerto a la ciudad en un trayecto de 15 minutos?. 3€.

He pagado 300 veces más por un trayecto de autobús por una carretera sin peaje, manejado por un conductor que seguramente será mileurista, que por un vuelo de una hora en un aparato sofisticado bla bla bla bla.

Pues bien, ryanair ha registrado unas ganancias de 387 millones de euros en su semestre fiscal de abril a octubre de 2009. ¿Serán los beneficios de los billetes de autobús?.

Lo cierto es que volar con ryanair es un ejercicio de masoquismo. Algunos empleados parecen entrenados por la Gestapo, y te obligan a meter hasta la dentadura postiza en la única maleta que puedes llevar, que no puede superar un milímetro ni un gramo los límites establecidos, y luego el viaje se convierte en un zoco árabe donde intentan venderte cigarrillos para chupar con nicotina, lotería, el calendario 2010, y muy pronto seguro que enciclopedias, tupperware, preservativos y las cosas más extrañas que podamos imaginar, porque la realidad siempre supera a la ficción.

¿Saben cuál ha sido la última idea genial de ryanair?. viajar semisentado en los vuelos de menos de una hora. se lo han propuesto a las autoridades aeronaúticas europeas, ya que irías prácticamente de pie apoyando el culete en un reborde, y espero que atado con cinturón de seguridad, aunque si lo pienso bien, mejor ryanair anunciaría a todo platillo estas plazas como «sólo para los más aventureros».

En todo caso, no puedo dejar de reírme cuando voy a un aeropuerto y veo a un piloto de esos del sepla-pollas, que nos secuestraban todos los veranos con sus huelgas prepotentes y pienso: «con un poco de suerte dentro de nada serás piloto de una low cost y les venderás chocolatinas a los pasajeros al grito de barato, barato».

Que a gusto me he quedado.


Comparativa entre líneas aéreas low cost y tradicionales.