Seguramente pocos lugares en el mundo, sobre todo sus gentes, han sido tan maltratados como Vietnam.
Los que piensen que la guerra de Vietnam terminó hace 30 años, sólo tienen que darse una vuelta por el país para comprobar que acabará el día en que desaparezcan los efectos de la guerra química de los USA y el último mutilado muera.
Lo que nunca podrá recuperarse es el patrimonio destruido por los bombardeos masivos e indiscriminados sobre lugares sagrados y emblemáticos para los vietnamitas, como la ciudad imperial de Hue, que es patrimonio de la Humanidad por partida doble, por un lado su ciudadela imperial, comenzada en 1805 durante el reinado del emperador Gia Long de la dinastía Nguyen, y por otro los templos y tumbas de los emperadores de la misma dinastía en las afueras de la ciudad.
Después de mi decepcionante visita a Halong Bay, también Patrimonio de la Humanidad, no afectado por la guerra, pero sí por las hordas de turismo de masas que lo han invadido, Hue, a pesar de la devastación de la guerra, es un lugar espectacular, digno de una visita pausada. Fue la capital imperial de Vietnam.
La ciudadela prohibida es un recinto embebido en la ciudadela exterior, que contaba con 24 bastiones defensivos en una muralla de 6 metros de alto y 2,5 kilómetros de perímetro.
A la ciudadela interior, llamada la Ciudad Púrpura, sólo podían acceder sirvientes mujeres o eunucos, para que las concubinas del emperador estuvieran seguras (más bien para que el emperador estuviera seguro de que no le ponían cornamenta).
Entre las 2 ciudadelas tenían más de 150 edificios de gran belleza, destacando el Palacio Privado, el Palacio del Gobierno, la Residencia de la Reina, el Teatro Real, la Librería del Emperador, la Cocina Real, y el Jardín del Emperador.
Había varios templos de uso exclusivo del emperador y su familia, y otros de acceso común a los miles de funcionarios residentes en la ciudadela.
Había 4 puertas de conexión entre las 2 ciudadelas, y una de ellas, la Noon Gate, orientada al Sur, era de uso exclusivo del emperador.
Hoy queda poco del esplendor original de esta fortaleza, pero lo que hay es más que suficiente para imaginar el lujo y boato en que vivían.
Para acceder a las tumbas reales y la pagoda octogonal lo mejor es ir en barco desde Hue por el río Song Huong (Perfume), sólo cuesta 1 euro con comida incluída para un tour de 6 horas, aunque el precio tiene «truco».
Son barquitas propiedad de una familia que pueden llevar hasta 16 personas; el padre maneja el barco, el abuelo ayuda a las maniobras de amarre, la madre cocina, y un hijo/hija, el único que sabe algo de inglés, empieza a mostrar los productos de la tienda «duty free», libros, sedas pintadas, cuadros, camisetas, polos, postales, madera tallada, etc.
A la hora de la comida te dan sólo arroz y verduras, si quieres algo más, los precios son de restaurante, como las bebidas.
Otro truco con el tour es que las tumbas quedan cerca del río, pero a veces hay 2 kilómetros, y como el tiempo de cada visita es limitado, no tienes otro remedio que ir en moto/taxi a precios no negociables en este caso, lo que hace que al final pagues más que si contratas una moto/taxi en Hue para todo el día, pero estas son las cosas que descubres después, y que os cuento para que cuando vayais sepais qué hacer.
La visita a la pagoda budista Thien Mu, de forma octogonal y con 7 pisos, a 5 kilómetros de Hue y al borde del río, es gratuita. El nombre significa Mujer del Cielo, ya que la leyenda dice que una mujer apareció en la colina diciendo que los dioses construirían una pagoda para la prosperidad del país.
Además de la pagoda, hay varios pabellones y jardines, y un coche antiguo y herrumbroso a modo de altar que te choca de entrada, hasta que lees la historia, ya que era de un monje budista llamado Quan Duc, que viajó en él hasta Saigón, donde se inmoló delante de las cámaras de televisión en protesta por la política del gobierno.
Las visita a las tumbas no es gratuita, de hecho son bastante caras, y no hay un pase conjunto a precio reducido, así que hay que elegir si no queremos que nuestro presupuesto se gaste en visitas y nos quedemos más delgados que un monje budista por no poder comer y seamos el próximo cliente de una tumba.
Son varias tumbas, cada una cuesta 3 euros, y las principales son Khai Dinh, Minh Mang y Tu Duc, que fue la que yo visité.
Es un lugar enorme, construido entre 1864 y 1867 en torno a un largo artificial construido porque al emperador le gustaban mucho.
Era utilizado como palacio de verano y allí se solazaba con sus 100 esposas y cientos de concubinas, a pesar de lo cual no dejó ningún hijo.
Los trabajadores que excavaron su tumba fueron ejecutados para mantener el lugar en secreto (esta costumbre viene de antiguo, ya en Egipto lo hacían). Los franceses buscaron durante mucho tiempo su tumba, sin éxito.
Minh Mang, en contraste con Tu Duc, dejó 144 hijos, 78 varones, 4 de ellos de una misma noche según la leyenda, y 64 hijas.
Hoi An, a 4 horas de Hue en bus, es Patrimonio de la Humanidad por partida doble y por razones muy diferentes a la de Hue, ya que por un lado el nombramiento abarca la ciudad vieja de Hoi An, cruce de culturas y civilizaciones, ya que fue un importante centro de comercio donde los chinos, japones y europeos dejaron su impronta, y a 50 kilómetros de Hoi An se encuentra las ruinas de My Son.
Aunque lo parezca, el nombre no significa Mi Hijo, sino que son las palabras vietnamitas para «Hermosas Montañas», ya que el lugar está rodeado de montañas y en una zona bastante inaccesible.
Los Cham Pa querían que las almas de sus ancestros reposaran en calma (¡y eso que los vietnamitas no habían descubierto todavía las motos y el claxon!).
Es un conjunto de templos hinduistas, capital del reinado Cham Pa entre los siglos V y XII, la mayoría completamente destruidos por las guerras y el paso del tiempo, y de los 75 templos originales sólo quedan vestigios de 25; algunos son simplemente piedras amontonadas.
Me decepcionó bastante, además la entrada vale US$4, y las obras de acceso a las ruinas te obligan a dejar el autobús a 1 kilómetro, y cruzar andando un precario puente de bambú.
Al otro lado 2 jeeps y una furgoneta se dedican a llevar a la gente apretujada hasta las ruinas, con lo que pierdes un montón de tiempo, pero casí agradecí que fuera así, por que el guía nos dijo que si volvíamos en 2 años podríamos ver las ruinas desde un helicóptero o en globo. No seré yo el que regrese a «MySonlandia».
El retorno a Hoi An se puede hacer en barco, y es recomendable, el tour cuesta US$4 en vez de 2, pero incluye comida a bordo, y la visita a un pueblo de artesanos de cerámica y otro de fabricación de barcos y tallistas de madera.
El objetivo de las visita, como es típico en Vietnam, es que les compres algo, pero ni la cerámica, por lo delicada, ni la madera caben en mi mochila, ya que un buda de unos 100 kilos de peso me complicarían el viaje.
La ciudad vieja de Hoi An es una obra de arte en sí. El ticket turístico que compras te permite acceder a una selección de viviendas, templos y construcciones, pero todas las casas y rincones de Hoi An tienen encanto, y el paseo frente al río, donde está el mercado, es un espectáculo multicolor, multiolor, y multisabor si te atreves a probar las especialidades locales.
Hay un puente de madera cubierto, el puente japonés, y varios templos chinos primorosamente decorados y ornamentados.
Este entorno artístico ha debido inspirar a muchos pintores, que se han instalado en Hoi An y abierto galerías de Arte.
No compré ninguna obra de arte, pero sí un polo en el restaurante el Dragón azul, sucursal de la Fundación del mismo nombre en Hanoi, que trabaja con niños de la calle, y para ello ha creado un equipo de fútbol, patrocinado por el Betis.
No podía creerlo cuando vi las camisetas que ponían Real Betis Vietnam. En el restaurante me encontré con Mónica, una española de Logroño psicóloga que está trabajando en Hanoi con niños de la calle; su novio compró la camiseta del Betis.
Enhorabuena a los dirigentes del Betis por ayudar a los niños de Vietnam y no pensar sólo en grandes fichajes, como otros, que mal que les pese, en Vietnam las camisetas de Beckhan, Zidane, Ronaldinho y compañía cuestan muy baratas, porque sólo contribuyen a la economía local y no a hacer crecer la megalomanía de algunos clubes.
A lo mejor pronto hay algún vietnamita jugando en la liga española, aunque tendrá que ser muy bueno, porque con el tamaño que tienen, le será complicado enfrentarse a los defensas tipo «o-pasa-el-hombre-o-pasa-el-balón-pero-nunca-los-dos».
En la liga vietnamita juegan bastantes africanos, y parece que los partidos son de niños contra adultos, porque les llevan unos 30 centímetros de estatura.
Sólo me ha quedado por visitar un lugar de los cinco que son Patrimonio de la Humanidad en Vietnam, el Parque Nacional Phong Nha-Ke Bang.
Está en la provincia de Quang Binh, de origen kárstico, originado el Período Paleozoico hace unos 400 millones de años, casi frontera con Laos y con más de 65 km de cuevas y ríos subterráneos registrados hasta ahora.
Fue nombrado en 2003, así que está todavía en fase de investigación. Quedará para otra visita, lo cual me recuerda una de las frases que suelo decir en las entrevistas:
«cuanto más viajo, más lugares me quedan por conocer».
Para más información sobre el parque (en inglés), puedes leer los datos UNESCO de Halong Bay, Hue, Hoi An, y My Son.
Para más información sobre las tumbas imperiales de Hue, lee el reportaje de El Mundo.
Hay una web, en inglés, que cubre el recorrido del Patrimonio en Vietnam, llamada World Heritage Road.
Haz click para visitar la web de la Fundación Dragón Azul.
Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2005 de 6 meses por China, Vietnam, Camboya, Tailandia, Laos, Malasia, Brunei, y Filipinas, haz clic aquí.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde Saigón, Vietnam, 13 de Marzo de 2005
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