Reflexiones de un vagamundos sobre el Primer y el Tercer Mundo

El abismo que separa el Primer del Tercer Mundo es cada vez más profundo. Cuando vemos en la televisión desde nuestros cómodos sillones alguna de las tragedias que asolan el mundo, nos sentimos a veces profundamente conmovidos, y para tranquilizar nuestras conciencias, donamos dinero a alguna ONG o entidad benéfica. No digo que esto sea malo, pero el sentimiento que me invade habitualmente cuando viajo por el Tercer Mundo es el de indignación.

El Primer Mundo utiliza al Tercero como patio trasero donde enterrar sus basuras, ocultar sus miserias y lavar sus trapos sucios. La industrias más contaminantes se instalan en estos países huyendo de legislaciones restrictivas en Europa o Norteamérica, con la falacia de que se les está ayudando al desarrollo económico e industrial.

Los laboratorios farmaceúticos utilizan como cobayas humanas a sus habitantes para desarrollar medicinas que luego no podrán comprar jamás por sus desorbitados precios, como las paliativas del Sida, cuyo tratamiento cuesta más de 1000 dólares por mes; la excusa que aducen las compañías farmaceúticas sobre los altos costes de investigación se cae por su propio peso cuando leemos sobre los enormes beneficios que obtienen, y el dinero institucional que reciben. África agoniza por el Sida, y nadie mueve un dedo para evitarlo.

Les compramos las materias primas a precios ridículos, y posteriormente le vendemos el producto manufacturado a un precio abusivo. En Kenya se produce uno de los mejores cafés del mundo, y me fue totalmente imposible tomarme un café que no fuera Nescafé, ¡¡ alucinante !!. Cuando vayáis a un supermercado y compréis una lata de piña Del Monte Made in Kenya (podría ser cualquier otra marca y de cualquier otro país) por un precio aproximado de $1, pensar que con ese dinero pagáis los costes y el margen del minorista, mayorista, importador, transportista, la empresa manufacturera y el agricultor. Si pensáis que una mata de piña tarda 12 semanas en madurar y que sólo produce una piña, ¿cuanto pensáis que le pagan al agricultor por su piña?. Una miseria absoluta, 5 centavos de dólar.

La compañías tabaqueras, acosadas por demandas millonarias de consumidores, se vuelcan en el tercer mundo, cuyas legislaciones no están tan avanzadas, añadiendo sustancias adictivas a la ya perniciosa nicotina, para conseguir millones de nuevos clientes adictos al tabaco.

Las compañías petroleras y mineras se permiten el lujo de provocar desastres naturales irreversibles como la desecación del mar de Aral, y los continuos accidentes de petroleros que amenazan las pocas zonas vírgenes que quedan en el planeta como las Galápagos y Alaska, y se niegan a invertir en investigación de energías renovables y reciclables, que por supuesto no podrían cobrar al precio actual del litro de gasolina.

La explotación de los menores y de los trabajadores por parte de empresas como Nike y otras muchas multinacionales que fabrican en el tercer mundo, muchas veces a través de intermediarios para evitar la mala publicidad, es intolerable. He visto niños de 10 años en talleres inmundos anudando alfombras que servirán para acariciar los delicados pies de algún millonario en el Primer Mundo, y gente racaneándole unos centavos a un pobre limpiabotas que acaba de lustrar su calzado.

¿Qué les devolvemos a cambio de esta sobrexplotación?:

1.- Un concepto de capitalismo salvaje que les incita a consumir los productos que acaban de manufacturar por un salario miserable, a precios de Primer Mundo (he visto a un chico comprar unas zapatillas Nike en Thailandia por $100, el sueldo mensual medio de un obrero).

2.- Un cambio climático causado por el calentamiento de la atmósfera que les afecta a ellos de manera dramática, ya que el 90% de los desastres naturales se producen en zonas del Tercer Mundo.

3.- Unos guardianes de la ortodoxia como son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que en vez de ayudar a su desarrollo económico, sirven para meterles en vereda cuando se desmandan aplicando políticas económicas más igualitarias.

4.- Una situación insostenible a medio plazo que provocará revoluciones y grandes cambios sociales en este Siglo XXI que acaba de comenzar.

Incluso desde el punto de vista de un economista como soy, me parece totalmente erróneo este planteamiento norte-sur. Una adecuada política de desarrollo económico en el Tercer Mundo incrementaría los beneficios de las empresas y al mismo tiempo estimularía su economía, como lo han demostrado los microcréditos y otras iniciativas innovadoras. Siendo simplistas, ¿os imagináis lo contentos que se pondrían los fabricantes de papel higiénico si 1.200 millones de chinos lo usaran todos los días?.

Por eso, cuando viajo por el Tercer Mundo, el sentimiento de vergüenza que me invade es muy fuerte, e intento ayudar en lo posible al desarrollo de la economía local; es un granito de arena en una playa inmensa, pero al menos me sirve para dormir tranquilo. Espero que los que hayáis tenido la paciencia de leer esto hasta el final, reflexionéis un poco, y dentro de vuestras posibilidades, actuéis consecuentemente. Habrá valido la pena.

¡¡ Hasta Pronto !!

Desde Playas del Coco, 13/03/2001