Cuando vivía en Galicia de adolescente, y no había presupuesto para viajes exóticos, mi amigos y yo agarrábamos la mochila y cruzábamos el río Miño, pero no por el puente internacional que desde 1886 une las localidades de Tuy en España y Valença do Minho en Portugal, si no que nos íbamos cerca de la desembocadura del río en el Atlántico y tomábamos el ferry que une A Guarda con Caminha, y eso nos daba una pátina de aventureros que nos hacía sentir como Phileas Fogg.
Nunca llegamos más allá de Oporto, a 300 km de Coruña. una ciudad bastante decrépita en aquellos momentos, pero que tenía el encanto de lo auténtico. Portugal estaba, como España, saliendo de una dictadura, y con una situación económica que en los dos países era bastante mala. Los españoles iban a Portugal a comprar café y toallas, y los portugueses iban a Galicia de vacaciones en autobuses abarrotados y se instalaban para comer en parques y plazas, ya que llevaban consigo la manutención.
Por suerte este tiempo quedó atrás para los dos países, y regresé varias veces por trabajo y placer a Oporto, viendo una lenta pero imparable mejoría, que se disparó a raíz de que su aeropuerto fuera modernizado y ampliado y se convirtiera para muchos gallegos en su aeropuerto internacional ante las carencias de los aeropuertos gallegos. En 10 años, de 2006 a 2016, ha triplicado su tráfico, de 3 a 9 millones de pasajeros.
También ayudó el que su centro histórico fuera nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996, aunque buena parte del centro necesite una rehabilitación integral, sobre todo la parte que está más alejada de las riberas del río, que se han convertido en el epicentro cultural y turístico de la ciudad. Enfrente, en la otra ribera, se encuentran las bodegas del famoso vino que tomó el nombre de la ciudad, que a su vez significa Puerto en portugués, ya que su ubicación privilegida en la desembocadura del río Duero fue la razón de ser y existir de la ciudad durante siglos, y todavía hoy es su principal fuente de ingresos. Curiosamente, las bodegas pertenecen al municipio de Vila Nova de Gaia y no al término municipal de Oporto.
Oporto está considerada como la Capital del Norte de Portugal, título no oficial pero merecido, ya que es una ciudad de gran pujanza cultural y comercial. Cuando me invitaron a pasar el fin de semana para asistir a la inauguración del Hostel Bluesock en Oporto, una nueva cadena de hostales de calidad de Carris Hoteles, acepté inmediatamente.
Junto a un nutrido grupo de periodistas y blogueros de viaje de España y Portugal, nos alojamos en el cuatro estrellas Hotel Carrís Porto Ribeira, en pleno centro, cerca del río, y haciendo esquina con el hostel, un clásico edificio portugués de fachada con azulejo que fue mantenido en el exterior, pero completamente vaciado por dentro para hacer un proyecto de interiorismo muy moderno que combina diseño de vanguardia con elementos tradicionales, y habitaciones que van desde las típicas compartidas de literas para grupos, hasta suites con vistas al río, un concepto innovador que ya he visto en otros países pero nunca antes en Portugal y pocas veces en España.
A pesar de ser noviembre, las temperaturas eran muy agradables, y después de la comida en el Restaurante Forno Velho, parte del hotel pero con entrada independiente, fui por la tarde a dar un paseo por la Ribera a hacer fotos del atardecer. Parecía que el tiempo no había pasado desde mi última visita unos 20 años atrás.
El puente Don Luis I, atribuido erróneamente a Eiffel, seguía dominando de manera imponente el paisaje con su estructura de acero y su doble calzada a dos alturas, las barcas tradicionales para transporte del oporto se mecían indolentes, y las bodegas en Vila Nova de Gaia lucían sus logotipos tradicionales, Sandeman, Calem y Ferreira.
Esa noche era de gala, porque a pesar de que lo que se inauguraba era un hostal, a la fiesta acudieron todas las autoridades de la ciudad y hasta el embajador de España en Portugal, y los sótanos del hostel, donde habitualmente desayunas rodeado de arcos de piedra, fueron testigos de música en directo, cortador de jamón traído ex profeso de España, mesas de quesos interminables, y una gran alegría en el equipo directivo de Grupo Carris, encabezado por su presidente Juan Luis Viñas, por ver plasmada de una manera tan exitosa su idea de crear una cadena de hostels con mucho valor añadido sin perder la esencia del viajero que prefiere pagar 15€ por dormir y gastar el resto del presupuesto en actividades.
El sábado amaneció lluvioso y aunque parte de las actividades, como la visita a la Bodega Ramos Pinto y a su muse eran a cubierto, el paseo en barco por el Duero nos pilló con una intensa lluvia y no pude hacer ni una sola foto. Al menos paró de llover cuando subimos al Espacio Porto Cruz, un edificio con tiendas, restaurantes y salas de exposición que tiene una espectacular terraza 360º en la planta superior.
El domingo amaneció despejado y con una luz preciosa después de la lluvia; me levanté al amanecer para ver la ciudad como a mi me gusta, quitándose las legañas de la noche, desperezándose y tranquila y solitaria por sus empedradas callejuelas. Fui a la zona alta de la ciudad y crucé el puente Don Luis I por la plataforma superior, por donde va el tranvía, y gocé de unas vistas maravillosas del cielo azul intenso y los tejados de teja de esta ciudad milenaria que alberga el alma de Portugal e incluso le dio su nombre al país, ya que viene del nombre romano de la ciudad de Oporto, Portus Cale.
Después del desayuno, fue el momento de una de las actividades gratuitas que tienen en el hostel Bluesock, el walking tour, que hacen tanto por la mañana como por la tarde, de manera gratuita para los alojados, y con un guía muy dicharachero hicimos un recorrido de unas dos horas caminando por la zona histórica, con final en la famosa estación de tren de Oporto, São Bento, que justo acababa de cumplir 100 años, pero lucía jovial y pizpireta con sus 20.000 azulejos cubriendo el gran vestíbulo.
Para conocer más sobre Oporto, te recomiendo la web OportoAndo, práctica, escrita por locales y en español, con mucha información.
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¡Hasta Pronto!
Carlos, desde Madrid, 17 de febrero de 2016
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