Minas Gerais, el Oro de Brasil
Minas Gerais significa Minas Generales, y debe su nombre a las minas de oro que descubrieron los bandeirantes en 1.695.
Algo mayor que España, presenta una orografía bastante accidentada, con algunos de los picos más altos de Brasil.
Mi llegada aquí desde Río fue como un salto atrás en el tiempo, ya que Minas conserva probablemente mucho mejor su cultura y tradiciones que el resto de Brasil, acomplejado a veces en sus comparaciones, como que el nordeste es el Caribe de Brasil, que los edificios de Bahía son casi tan altos como los de Nueva York, y el colmo, que la calle principal de Canoa Quebrada, un pequeño pueblo pesquero donde estoy, ¡¡es como Broadway!!.
São João del Rei, Tiradentes y Ouro Preto son sólo 3 de las maravillosas ciudades coloniales que se encuentran diseminadas por este estado, que todavía conservan el esplendor de la fiebre del oro, plasmado en los quilos y quilos de pan de oro de los altares de sus iglesias barrocas.
São João del Rei tiene sólo 75.000 habitantes, pero algunas de sus iglesias demuestran que vivió épocas más gloriosas. La basílica catedral de Nuestra Señora del Pilar alberga una imagen de la Virgen del Pilar traída de Zaragoza, subida como manda la tradición en un pilar.
La iglesia de San Francisco de Asís no sólo es muy hermosa, sino que los domingos, en la misa de 9h15 am, tiene coro y orquesta que tocan música sacra barroca con una calidad insospechada en una ciudad tan pequeña. Está situada en la zona más histórica de São João del Rei, cerca de uno de los 2 puentes de piedra del S.XVIII que cruzan el rio Lenheiro.
Un interés adicional para mí eran la estación del tren, de hierro como las antiguas europeas, el museo ferroviario, con el vagón de autoridades que acudieron a la inauguración de la línea a Tiradentes en 1.881, y otras reliquias ferroviarias, y sobre todo el arcaico tren de María Fumaça, que recorre los 14 km. que separan São João del Rei y Tiradentes en 35 minutos, a la increíble velocidad media de 25 km/hora. La vía tiene un ancho único en el mundo, 76 cm.
Su primer e ilustre pasajero fue el emperador de Brasil D. Pedro II, y el vagón que se conserva en el museo es un primer en cuanto a la optimización del espacio, y el lujo de los materiales empleados, ya que tiene dormitorio, baño, vestidor, salón y sala de reuniones.
Tanto las locomotoras Baldwin como los vagones son los originales, con una cuantas capas de pintura y barniz que en algún caso no han sido suficientes para detener la acción de la carcoma.
La locomotora a vapor va chiflando renqueante hasta llegar a Tiradentes, donde para completar el retroceso en el tiempo, puedes ver como le dan vuelta a la locomotora en una plataforma giratoria movida a mano con la fuerza y habilidad de 3 personas, después de desengancharla del vagón de cabeza y haber retornado marcha atrás por una vía paralela. Todo ello no llevó más que unos 10 minutos.
En la estación de Tiradentes hay pequeños carros de caballos que te llevan unos 500 metros hasta el centro del pueblo.
En la oficina de turismo, mientras esperaba para ser atendido, vi a 2 personas con mochilas de Nobel Tours e Indoriente, y me di cuenta que serían los 2 españoles de Tafalla que habían firmado el libro de visitas del museo ferroviario esa mañana en São João; mirándoles les pregunté: ¿sois de Tafalla?. Se quedaron alucinados pensando si llevaban algún distintivo que les identificaba o si yo era un antropólogo de estos que por la forma de tus orejas identifica de dónde eres, hasta que sonriendo les dije cómo los había descubierto.
Tiradentes, originalmente Arraial da Ponta do Morro (más poético sin duda) debe su nombre a Joaquim José da Silva Xavier, mas conocido como Tirandentes por su habilidad como sacamuelas o dentista, abanderado de la Inconfidencia Minera contra la monarquía en 1789, un proyecto de revolución liderado por varios intelectuales basado en los ideales de la Revolución Francesa, que fue aplastada en sus inicios, y encarcelados o exiliados sus miembros.
El que llevó la peor parte fue Tiradentes, que murió en la cárcel. Al menos la ciudad en que nació lleva su nombre, y casi todas las ciudades de Brasil tienen una plaza o calle en su honor.
En Tiradentes la vista se cansa de ver hermosas iglesias barrocas, una de ellas, la de Nuestra Señora del Rosario dos pretos (negros), hecha con el oro que robaban los esclavos de las minas escondiéndolo en sus uñas y pelo, y su altar está completamente recubierto de pan de oro. Se construyó porque los esclavos no podían asistir a misa con los amos. Todas las figuras del altar, excepto la de la virgen, son de negros, para eso era su iglesia.
La Iglesia Matriz de Santo Antonio presume de ser la que más oro tiene de Brasil, y también tiene un órgano policromado de 1.789, construido en Portugal.
Es de destacar el Chafariz o fuente de 3 cuerpos, el izquierdo para los animales, el del centro para las personas, y el de la derecha para las lavanderas, que trae el agua canalizada en piedra y por tanto pura desde la Mãe d´Agua. Era el centro social del pueblo, y el guía que estaba allí estaba contando con orgullo que había sido figurante en un famoso serial brasileiro que se rodó allí.
Además de las iglesias, en Tiradentes hay hermosas casas coloniales, muchas de ellas son hoy galerías de arte o tiendas de artesanía, ya que Minas es un estado famoso por la originalidad de sus artistas. También es famoso el queso minero, que me compensó la morriña de un buen queso gallego que hace 5 meses que no pruebo.
Hablando de morriña, mi hotel de Saõ João se llamaba Provincia de Orense, y en el comedor tenía varios posters turísticos de España, así que pregunté y me confirmaron que el abuelo del actual propietario era de Orense. Cuanto más viajo, más presiento que la estrofa de la canción «Hay un gallego en la luna» es totalmente cierta, aunque os lo confirmaré cuando vaya allí.
Ouro Preto, en español Oro Negro, se llama así porque ese era el color primigenio del dorado metal cuando lo descubrieron en el río Tripui.
Fue fundada en 1.711 y llegó a tener 110.000 habitantes cuando Rio de Janeiro tenía sólo 20.000. Ahora tiene 60.000 y exagerando se podría decir que una iglesia para cada uno, porque a la enorme lista de iglesias barrocas, hay que añadir muchas capillas y oratorios. La Unesco la nombró Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1.981.
En Ouro Preto no hay una sóla calle llana, y las cuestas son extenuantes para subir y peligrosas para bajar, ya que están construídas con adoquines o piedras colocadas verticalmente para frenar la erosión del agua. Está a 1.000 metros de altitud y por tanto su clima es bastante frío en invierno.
Belo Horizonte, la capital actual de Minas Gerais y tercera ciudad de Brasil en población, después de Sao Paulo y Rio de Janeiro, ya no hace honor a su nombre porque los altos edificios del centro tapan el «Bello Horizonte». Para verlo hay que ir al parque y reserva ecológica de Mangabeiras.
Belo Horizonte tiene una activa vida cultural, la pena es que me enteré tarde de una exposición de fotos de Sebastião Salgado, mi fotógrafo preferido, pero vi en el Palacio de las Artes una extraordinaria exposición de un artista de comic, Mauricio de Sousa, que ha reconvertido a formato comic de sus famosos personajes la pandilla de Mçonica, obras maestras de la pintura clásica, como las Meninas de Velázquez.
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¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde Canoa Quebrada, Brasil, 21 de Mayo de 2004
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