Las autopistas unen ciudades pero separan a los pueblos (II)
«Quien viaja demasiado deprisa se pierde la esencia del viaje», dijo Louis L’Amour, y por ello escribo este diario, continuación del otro en que os describía los maravillosos lugares que podemos visitar cuando viajamos por carretera entre La Coruña y Madrid, y que normalmente no son más que una indicación kilométrica en la autovía, porque la gente ya no se detiene a visitarlos y disfrutar; recién llegado de Barcelona por carretera a Madrid, quiero completar este recorrido sin prisas, porque no son pocos los lugares entre las 2 ciudades que merecen una visita sosegada.
Alcalá de Henares ha sabido conservar su espíritu tradicional y sus monumentos, lo que le ha valido la declaración de Ciudad Patrimonio de la Humanidad. A sólo 35 km. de Madrid, y a pesar de encontrarse en una zona muy industrial, mantiene su belleza y armonía intactas. En el centro de la población se halla la estatua de Cervantes, en la plaza del mismo nombre, donde se encuentran el Ayuntamiento y otros bellos edificios. De esta plaza sale la calle Mayor, con sus soportales. Es la arteria comercial por excelencia. Su Universidad es una de las más antiguas del país. Fue creada en el siglo XVI por deseo del Cardenal Cisneros y llegó a ocupar tres cuartas partes del recinto amurallado.
Medinaceli. Se alza imponente en un alto visible desde la A2. El conjunto escarpado de la vieja villa aparece bajo el arco romano. A medida que se asciende por las curvas cerradas de la carretera, se comprende por qué Medinaceli fue la plaza de Castilla más importante para el mundo musulmán. Las torres de defensa se superponen. Primero las celtíberas, luego las musulmanas, y finalmente la villa renacentista. El arco romano es el único de tres arcadas que se conoce en España.
Zaragoza fue fundada en época romana, y ofrece al visitante las ventajas de una gran ciudad unida a una gran riqueza histórica y artística. Su ubicación en el centro de la depresión del Ebro la convierte en uno de los nudos de comunicación más importante entre el Cantábrico y levante, y entre Barcelona y Madrid. El río Ebro atraviesa la ciudad, y dicen sus habitantes que «guarda silencio al pasar junto a El Pilar». La Virgen del Pilar es la patrona de España, y su festividad, el 12 de octubre, es una de las más celebradas.
Montblanc ofrece elementos arquitectónicos de gran interés, como las murallas medievales que rodean la población, y los diferentes edificios de esta misma época. La reconstrucción de las murallas y el mantenimiento de edificios y calles dan cuenta de la historia y vida de Montblanc, que en 1947 fue declarado Conjunto Monumental y Artístico.
Esta capital de comarca es un buen punto de partida para iniciar la ruta del Císter, que enlaza los tres monasterios más emblemáticos de esta orden: Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges, situados en las comarcas del Alt Camp, la Conca de Barberà y el Urgell, respectivamente. La visita a Montblanc es más espectacular si se realiza durante la Semana Medieval de Sant Jordi, en la segunda quincena de abril. Las calles y los edificios se adornan y la gente se viste con la indumentaria de la época y realizan representaciones de la manera de vida medieval.
La importancia de Sant Sadurní d’Anoia y Villafranca del Penedés en la producción de cava y vinos hace que sus mayores atractivos giren alrededor de esta industria y del descubrimiento de los lugares donde se elabora este reputado vino espumoso y de su método de producción. La mayoría de las cavas están abiertas al público y ofrecen visitas guiadas que pueden satisfacer la curiosidad del visitante y despedirlo con una degustación de sus productos. Las más visitadas son las de Freixenet y Codorniú.
En Sant Sadurní también se pueden visitar sus iglesias románicas o pasar un buen día de fiesta si la estancia coincide en septiembre con la Festa de la Fil·loxera (Fiesta de la Filoxera) o en octubre con la Setmana del Cava (Semana del Cava).
En Vilafranca del Penedès está el Museu del Vi, único en su género, y la estación enológica del Institut Català de la Vinya i el Vi, que forma, informa y certifica la calidad de los vinos del Penedès.
Después de este recorrido histórico-artístico-enológico entre Madrid y Barcelona, espero que en vuestro próximo viaje por carretera hagais unas cuantas paradas «técnicas», y si os gusta la naturaleza, no olvideis que Los Monegros y el Monasterio de Piedra y la Ruta de los Pantanos también se encuentran en esta vía.
¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Madrid, España.
Fotos e información extraídas de geoPlaneta.com
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