De solsticios, equinocios y calendarios.

solsticiodeinvierno

Solsticio de verano (H. Norte). Cuanto más al norte se encuentre un lugar, más horas de luz tiene.

El 21 de diciembre es solsticio de invierno en el hemisferio norte, y de verano en el sur; el 21 de junio es al revés, y estas 2 fechas marcan el comienzo del invierno y verano y el punto de inflexión en la lucha eterna entre el día y la noche; en los solsticios el sol cae verticalmente sobre el trópico de Cáncer (solsticio de verano en el hemisferio norte) o sobre el trópico de Capricornio (soslticio de invierno en el hemisferio norte). En las dos posiciones de solsticio, la declinación del sol se mantiene durante varios días casi sin moverse, de hecho solsticio significa en latín «Sol quieto».

solsticiodeverano

Equinocios. El día y la noche duran exactamente 12 horas (equi: igual, nox: noche; ¡equinocio!)

Los equinocios son los momentos del año (21 de Marzo y 21 de Setiembre) en que el Sol se coloca a la altura del ecuador celeste y sus rayos inciden por igual tanto en el hemisferio norte como en el sur, por lo que la duración del día es igual a la de la noche (equi-noccio); coinciden con la entrada de la primavera y el otoño.

Como podeis imaginar, cuando la vida de los hombres estaba determinada totalmente por la naturaleza, ya que su techo era el cielo, y su cama el duro suelo, la observación del cielo era muy importante para la agricultura, y gran variedad de ritos paganos se crearon en torno a los solsticios y equinocios; la precisión de calendarios como el Maya era incluso superior a la de nuestro calendario actual; las religiones tomaron esas costumbres arcaicas y las adaptaron a sus rituales; la religión católica celebra el 24 de junio la festividad de San Juan, con su ritual de las hogueras, y el 24 de diciembre se celebra el nacimiento de Jesús.

Equinocios. El día y la noche duran exactamente 12 horas (equi: igual, nox: noche; ¡equinocio!).

Equinocios. El día y la noche duran exactamente 12 horas (equi: igual, nox: noche; ¡equinocio!).

El calendario que utilizamos, llamado Gregoriano porque fue implantado por el papa Gregorio XIII es un calendario solar, ya que utiliza el tiempo que tarda la tierra en dar la vuelta al sol para definir el concepto de año; pero como este tiempo no es 365 días exactos, sino 365 días 5 horas 48 minutos y 46 segundos, cada 4 años hay que hacer un ajuste para añadir un día, el 29 de febrero, aciago para lo que hayan nacido en él, ya que sólo pueden celebrar su cumpleaños cada 4 años, aunque bien mirado, sirve para quitarse años también; pueden decir con propiedad al cumplir los 60 que tienen «15 añitos». Por otro lado la iglesia católica utiliza elementos del calendario lunar, pues el vienes santo es el anterior a la primera luna llena posterior al equinocio de primavera.

La religión musulmana utiliza en sus cálculos el calendario lunar, en estricta obediencia al profeta Mahoma y al dictado del Corán: » La luna nueva, fijará el tiempo para la población y para el peregrinaje «. También los judíos siguen empleando el calendario lunar. El calendario lunar se rige por el ciclo de 29,5 días, que comprende las 4 fases de la luna. En la antigüedad fue muy usado por la semejanza con el período menstrual de la mujer, y con el tiempo de embarazo de 10 meses lunares.

El origen del nombre de los días de la semana es también muy curioso, asimilados del mundo pagano: La luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus; el sábado recibe su nombre del Sabattu, que es un vocablo babilonio importado por los israelitas después de su expulsión de Babilonia, y el domingo es el día del Señor (domini). En los países de habla inglesa, el sábado se refiere a Saturno y el domingo al sol (Satur-day, Sun-day). El miércoles, jueves, y viernes (Wednesday , Thursday y Friday) reciben sus nombres de los dioses Noruegos «Odin, Thor y Freya», llevados a Inglaterra en el siglo IX por los Vikingos.

En unos tiempos en los que se oye decir con demasiada frecuencia «el que no está conmigo está contra mí«, deberíamos echar un vistazo atrás, leer un poco de historia, y darnos cuenta de que ninguna cultura, ninguna raza, ninguna religión y ningún pensamiento son puros, que lo que somos y lo que pensamos es el resultado de milenios de mezclas, y deberíamos practicar más la empatía y pensar «¿realmente está contra mí?, y si lo está, ¿cuál es el motivo?», aunque la respuesta no nos guste.

Más que nunca, Paz a todos en estas fechas.

Desde La Coruña, España