En el viejo San Juan

Lo primero que se ve cuando se entra en San Juan por mar es la impresionante fortaleza de San Felipe del Morro, que domina la entrada en la bahía. Con muros de hasta 50m de alto y hasta 6 de ancho, fue el símbolo del imperio español en América durante 400 años, hasta que en 1898 España perdió la guerra con los USA, y con ella sus últimas colonias, Puerto Rico, Cuba y Filipinas.

El Morro se empezó a construir en 1539 por orden de Carlos IV, y resistió los múltiples ataques de holandeses, franceses e ingleses, hasta que la tecnología más avanzada de los americanos, que disparaban sus modernos cañones fuera del alcance de la vetusta artillería española, hundieron definitivamente el imperio y con ello el orgullo de los españoles.

Además del morro, el fuerte de San Cristóbal, y el Fortín de San Juan de la Cruz al otro lado de la bahía, completan las defensas de una de las ciudades amuralladas más bonitas del mundo. El sitio histórico de San Juan fue nombrado patrimonio de la humanidad en 1983 por la UNESCO.

La zona de playas, en la que me alojo, se llama El Condado, y es una sucesión de playas con agua fría para el gusto de los boricuas, porque todavía son atlánticas y no caribeñas, salteadas con enormes hoteles de cadenas americanas como Hilton, Ramada o Marriot, y entre ellos pequeños hotelitos llenos de encanto con una atmósfera familiar y acogedora.

De noche, su principal avenida, llamada Ashford en honor al médico que descubrió las causas de la anemia, que vivía allí, se puebla de una retahila continua de coches de lujo, deportivos, y modelos «cromados-llenos de luces- equipamiento extra y un estéreo que se oye a kilómetros», todos ellos desfilando como si se tratara de una pasarela de moda. La policía también se suma al espectáculo, ya que «apatrullan» la ciudad en coches, motos Harley-Davidson, bicis, caballos e incluso quads.

Es curioso que la fiesta de fin de año no se celebre apenas en la calle, quizá los 25 grados del invierno son pocos para los locales, mientras que en España aunque nos pelamos de frío, estamos al pié del cañón en la calle.

Aquí las celebraciones son en familia, fiestas privadas, o grandes fiestas en los hoteles, y lo que es realmente extraordinario, si tienes la suerte de estar en la zona alta de la ciudad como yo estaba (Torrimar-Guaynabo), es el espectáculo a medianoche de los fuegos artificiales que salen de cada casa, compitiendo con los vecinos en cantidad y calidad, y que durante varios minutos llenan todo el cielo de San Juan de guirnaldas de luces y colores. En mi caso el espectáculo fue doble, ya que después de varias cervezas locales «Medalla» y varios combinados de ron «Don Q», veía luces y chiribitas por todas partes.

El día 1 intenté enviar este diario, pero por un lado todos los cybercafés de San Juan estaban cerrados, y por otro dudo que pudiera encontrar la tecla Enter con la resaca que tenía.

En mi próximo diario os hablaré de las puestas de sol en el Caribe, de la bahía fosforescente, y de la música puertorriqueña.

¡Hasta Pronto!

vagamundos

Desde San Juan, 04/01/2001

Puerto Rico