Curazao. Crisol de Culturas

La isla de Curazao es una de las tres Antillas Holandesas, junto con Aruba y Bonaire, y por ese se las conoce como ABC; se encuentra en el Caribe, cerca de la costa venezolana. Por su historia y su ubicación geográfica, es un crisol de culturas fantástico, empezando por su idioma, el papiamento, que es una mezcla de español, holandés, portugués y otros idiomas, con un sonido musical muy agradable, que me recuerda a la jerga que se hablaba en la película Blade Runner. Buenos días es Bon dia, gracias es danki, hoy es awe, y buena suerte bon suerte.

El propio nombre Curazao parece que viene de la adaptación del que los españoles le dieron cuando Alonso de Ojeda, lugarteniente de Colón, la visitó en 1499. También se la llamó Isla de los Gigantes porque los indios que allí encontraron tenían proporciones gigantescas. Fue española hasta 1634, cuando los holandeses la conquistaron, y así ha permanecido hasta ahora, salvo un pequeño período entre 1807 y 1815, que cayó en manos de los ingleses, y los reiterados intentos de los franceses por conquistarla, que desistieron cuando se les pagó una fuerte recompensa para que abandonaran la isla.

Los habitantes de Curazao son muy cordiales, y suelen hablar español por la proximidad de Venezuela. En 20 minutos de carrera desde el aeropuerto hasta mi hotel, la taxista me contó toda su vida y la de su familia, con hijos que están estudiando en Holanda, que seguramente se quedarán allí, y sus dudas entre quedarse en Curazao o ir a vivir a la fría y gris Holanda.

Aunque mi visita fue muy corta, ya que en 2 días tenía que abordar la goleta Soren Larsen para emprender mi singladura por el Caribe y Canal de Panamá, el pequeño tamaño de Willemstad y Curazao la hacen muy accesible en poco tiempo. La arquitectura recuerda mucho a la holandesa, con casas estrechas y tejados de múltiples formas a dos aguas, pero con una diferencia básica, los colores de las casas son indescriptibles: fucsias, verde pistacho, azul añil, etc. La leyenda dice que fue un gobernador que padecía fuertes migrañas causadas por la fuerte luz del Caribe reflejada en las casas blancas, el que obligó a pintar las casas de cualquier color excepto blanco. Willemstad ha sido nombrada patrimonio de la humanidad por la UNESCO y se nota un esfuerzo de rehabilitación de las viviendas deterioradas por la humedad caribeña.

La ciudad se divide en 2 partes por un canal, unidas a través de un puente móvil que se desplaza lateralmente para dejar paso a los enormes barcos de carga que transitan. Cuando el puente está cerrado, los peatones pueden cruzar en pequeños ferrys que salen cada 10 minutos, y a nadie le parece preocupar la pérdida de tiempo. Las 2 partes de la ciudad se llaman Punda y Otrobanda, nombre que confirma la influencia del español en el idioma, ya que viene de estar «en la otra banda» del canal.

Las fiestas se alargan en el Caribe al máximo, y el carnaval en Curazao dura entre el 7/1 y el 24/2, con festivales y pasacalles todos los fines de semana, y un concurso musical para elegir la marcha oficial del carnaval, la Gran Marcha le llaman, a ritmo de Tumba, y con el lema «Dal-e-Klave!» (Dale en la cabeza). Otro ritmo autóctono de Curazao es el Tambú, con claras influencias rítmicas africanas, que fue prohibido por la iglesia católica por ser el «baile del diablo» y por las letras muy satíricas que responden a una crítica de los oprimidos frente a los opresores. El ritmo es constante, con una percusión contínua, y el único tabú para los bailarines, que bailan frenéticamente, es que no se pueden tocar unos a otros. La carga erótica es muy fuerte.

La gastronomía, como no podía ser menos, es una mezcla de cocina criolla con influencias holandesas y españolas, se come sopi (sopa) picante de pescado, stoba (guisos), piska (pescado), y como complemento el fuchi (maíz). Por la isla se encuentran los Truk‘i pan (literalmente coche-pan), que ofrecen productos locales para comer rápido y económico.

¡Hasta Pronto! (si no sabéis nada de mí durante 10 días es que estaré navegando sin acceso a Internet)

Desde Willenstad. Curazao, 22/01/2001

 

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