Puente Medieval.

Los primeros 3 kilómetros de etapa transcurren por la nacional VI, paralelos al tren; de repente un camino de tierra se desvía y te sumerge en un mundo antiguo, cruzas el puente medieval de San Alberte y visitas la capilla del mismo nombre, que te transportan al tiempo de los caballeros, los estandartes y los peregrinos con bordón, sandalias y concha, todo ello rodeado por una vegetación que no hace caso a la estación otoñal que comenzó ya oficialmente.

Lo que nos hace volver bruscamente a la realidad es la basura acumulada en esta zona, tengo la sensación de que es usada para botellón, ya que hay botellas de plástico de 2 litros, tetra briks, paquetes de tabaco, latas de cerveza, etcétera.


Flor espectacular

No hay albergue hasta Sobrado de los Monjes, lo que haría la etapa de 42 km., pero en Miraz, a 16 km. de Baamonde, hay acogida parroquial en una casa grande y bastante limpia, con 3 habitaciones y hasta agua caliente. Las llaves te las dan en el bar del pueblo, la única pega es que no hay ningún lugar para comer o compar víveres, así que hay que llevarlos desde Baamonde. En el pueblo se levanta la antigua fortaleza de los Saavedra, con un torreón del s. XV, y una pequeña iglesia muy bonita.


Monasterio de Sobrado de los Monjes

Desde Miraz tenemos 26 km. hasta Sobrado de los Monjes, un impresionante monasterio cisterciense, con una historia milenaria de acogida de peregrinos, que siguen practicando, en el llamado Claustro de los Peregrinos, de 2 plantas, en el ala oeste del monasterio. Me sorprende que a pesar de estar dentro del monasterio y de que hay 2 plantas con literas, el monje que nos recibe nos dice que podemos elegir libremente (cama, no pareja), lo que supone que hombres y mujeres pueden compartir lecho si así lo desearan o deseasen, un esfuerzo de adaptación a los tiempos modernos que es de alabar.

Hoy acoge 30 monjes, que deben ocupar sólo una pequeña parte del enorme monasterio. Se puede recorrer libremente casi entero, y los paseos por los claustros, la iglesia monasterial, pequeñas capillas, tumbas en piedra, escaleras cegadas, me traen a la mente la historia de «El nombre de la Rosa» de Umberto Eco, uno de mis libros favoritos; me pregunto si aquí habrá intrigas, conspiraciones, y misterios sin resolver como en la novela. Cuando acudo a las Vísperas a las 19h, no parece que esos monjes que cantan plácidamente sentados sean capaces de hacer nada malo. Hay varios monjes asiáticos, no sé si son visitantes o residentes en el monasterio.

 


Panorámica de Sobrado de los Monjes al amanecer

 

 


Flores y Sauce

A estas alturas los peregrinos que estamos en el monasterios llevamos ya varios días juntos, y es cuando se empieza a notar el espíritu del Camino, que te une íntimamente a personas de creencias, edades, condición, cultura, y países totalmente diferentes a pesar de que sólo vayais a pasar unos pocos días juntos.

La calidez del grupo contrasta con los 7° de temperatura con que nos despierta el día en Sobrado, envuelto en fantasmagóricos jirones de niebla que rasgan el cielo.

Un ramal del camino nos lleva hasta Melide por la villa de Toques, pero yo decido ir directo a Arzúa. Gran parte del camino se hace por carretera y en subida, y el sol se niega a calentar la gélida mañana, que poco a poco va desperezándose.

Boimorto, cuyo nombre en gallego puede llevar a confusión, ya que no significa «voy muerto» sino «buey muerto», es el punto donde el camino se vuelve a bifurcar, tenemos la posibilidad de ir directamente hacia Arca y ahorrarnos unos kilómetros hasta Santiago o seguir a Arzúa, donde se juntan el Camino del Norte y el Francés. 2 compañeros que han seguido esa ruta no la recomiendan por su dureza, ya que el ahorro en kilómetros es pequeño y la señalización deficiente.


Fuente jacobea

Llego a Arzúa a las 2 p.m., y como ya imaginaba, hay cola de peregrinos en la calle para el albergue; tiene sólo 50 plazas teóricas, pero como han reconvertido la cocina comedor en habitación y colocado colchonetas en cualquier rincón posible, debe haber unas 70 personas. He estado bromeando la última parte del recorrido diciendo que la última cama va a ser para mí, y finalmente es así.

La hospitalera incumple delante de mis narices una de las normas de los albergues, que es asignar las camas por estricto orden de llegada, y hace pasar a unos canadienses por delante porque son «mayores»; ellos mismos no quieren «colarse», pero la hospitalera insiste; no me siento con ganas de discutir, pero luego, cuando leo el libro de registro, veo que uno de ellos tiene 48 años, y comprendo que la razón de la insistencia de la hospitalera es que los extranjeros suelen ser los únicos que aportan unos euros a la hucha de donativos; a mi me toca la última colchoneta del albergue, como todavía son las 15 horas, abrirán el polideportivo para acoger 25 peregrinos más, además de la gente que se aloja en casas privadas, algunas recomendadas por la hospitalera. La famosa picaresca nacional.


Paisaje de brezos

Aquí ya se aprecia que el Camino es más internacional y turístico, ya que hay gente de 12 nacionalidades y de todas las edades, desde 18 hasta 77; charlo con unos peregrinos, mas bien turistas, que no saben ni siquiera donde están, por qué hacen el Camino, y a la pregunta de qué les parece, responden «guay». Andan estresados porque son un grupo de 11, varios andan renqueantes y ya han hecho trampas tomando autobuses porque en 2 días tienen que estar en Santiago, lo contrario al espíritu del Camino, vamos. Igual que nos piden carnet para conducir por las carreteras, va a haber que crear un «examen del peregrino» para evitar los problemas, la hospitalera me comenta que no es la primera vez que se enzarzan a golpes y reproches del tipo «tú has hecho trampas, te he visto en el coche de apoyo», «pues tú más», etcétera.

También son muy numerosos aquí los peregrinos en bicicleta que se lo toman casi como una Vuelta Ciclista Jacobea, algunos lo han hecho desde Roncesvalles en 6 días, más de 100 kilómetros de media.


Placidez en el río

En Arzúa finalmente encuentro un cyber, pero estoy tan retrasado con el correo que sólo me da tiempo a ponerme al día con el email, y decido dejar los diarios y las fotos para el final del Camino. El movimiento empieza esta vez a las 5h30 am, pero yo no estoy dispuesto a estresarme en el Camino, y gracias al elemento más útil en el kit del peregrino, los tapones de los oídos, consigo dormir hasta las 8 a.m.

Comparado con el del Norte, desde Arzúa el Camino parece una autopista, con áreas de descanso, cubos de basura, señalización cada 500 metros, y empiezo a echar de menos las flechas borradas, los carteles rotos, las bifurcaciones sin marcar, y los mojones ocultos por la maleza del camino del Norte que ponen a prueba tu sentido de la orientación para llegar a Santiago y no aparecer en Roma. A 17 km. de Arzúa está el albergue de Santa Irene, bonito y pequeño pero al borde de la carretera, asi casi todo el mundo se aloja en el siguiente en Arca, con 126 plazas y a sólo 2 km.


Señal contradictoria,
la concha apunta a un lado, la flecha al otro

Despistado, me paso la señal del albergue de Arca, y como el kilometraje de la guía que llevo es incorrecto, no me doy cuenta hasta que han pasado 3 kilómetros, lo que supondría perder 6; la guía dice que O Gozo está a sólo 12 km y decido seguir, no están las energías para andar regalando kilómetros.

Una vez más, como el día de Villalba, los últimos kilómetros se hacen interminables por el calor: la subida a Lavacolla, la circunvalación del aeropuerto, la interminable recta de San Marcos, donde están la TVG y la TVE, y finalmente la primera señal de O Gozo, desde la que todavía quedan 2 kilómetros hasta el albergue.

Le pregunto al hospitalero si realmente son 15 km. desde Arca hasta O Gozo, y me dice que son 19, así que finalmente mi etapa ha sido de 40 km. La alegría que sentían los antiguos peregrinos cuando llegaban a O Gozo y veían por vez primera las torres de la Catedral queda ahora empañada por el impersonal complejo que se ha creado, con 800 plazas para peregrinos, y 1.900 más de pago, que en verano se suelen llenar, así que la frase «mi gozo en un pozo» nunca ha tenido mejor aplicación que en este momento. Por suerte debemos ser sólo unos 100 peregrinos y el lugar está tranquilo. Tampoco aquí encuentro conexión a Internet, eso sí, las nuevas cabinas telefónicas permiten hasta enviar emails y sms.

El regalo por haber llegado a O Gozo viene en forma de un sol rojo que se pone sobre Santiago y que me hace recordar que en todo el mes de setiembre sólo ha llovido 2 días, espero no pagarlo en Octubre.


Entrada en Santiago

En la habitación coincido con 2 peregrinos de «solera», un suizo, Jean Louis, que ha caminado 2.000 km. desde Suiza en 80 días, y que lleva la mochila en un carrito de una rueda que lleva colgado de un arnés a la espalda, y un madrileño, Antonio, que termina una peregrinación de 7.500 km en 15 meses desde Madrid a Santiago, Toulouse, Lourdes, Roma y regreso, todo en sandalias y sin dinero, viviendo de la generosidad de la gente y de otros peregrinos. Comparto cena con ellos y con una danesa que ha caminado sola desde Puy, unos 1.800 km., así que entre los 3 acumulan más de 11.000 km. Mis 400 km. caminados parecen un sólo paso ante esta magnitud, pero el suizo me dice, con razón, que no es la cantidad, sino la calidad lo que importa. Estoy de acuerdo.


Los «colegas» de peregrinación

El tramo de O Gozo a Santiago no es ni siquiera un paseo, se termina casi antes de empezar, son 4 km. que te ponen enseguida en la oficina del peregrino para recoger la compostela y asistir al mediodía a la misa del peregrino, en la que, como preámbulo, leen las nacionalidades y lugares de partida de la peregrinación de los cientos de personas que llenamos la catedral cargados con mochilas, con un espíritu que oscila entre lo festivo y lo introspectivo. Me encuentro con los compañeros de peregrinación, me dicen que se han levantado a las 6 am para llegar a la misa del peregrino y que el albergue de Arca estaba absolutamente abarrotado, con casi 150 personas. A las 9 am ha habido Botafumeiro porque visitaba la catedral un enorme grupo de gente de un trasatlántico atracado en La Coruña, qué pena no haberlo sabido.

La misa es concelebrada en español, portugués, italiano y alemán, y cuando se termina, es momento de ir a la plaza de Obradoiro para hacer una foto de grupo y reflexionar sobre el Camino hecho y el Camino que queda por hacer, antes de despedirte de la gente, algunos se quedan en Santiago a disfrutar del merecido premio y otros parten pronto de vuelta a sus hogares.

Para ver el albúm de fotos del Camino Norte, haz click aquí.

¡¡ Ultreia !!

Carlos
Santiago, 25 de setiembre de 2003