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Sal Rei al atardecer

Sal Rei al atardecer

Cabo Verde. Islas de Barlovento. Boavista

Como conté en mi diario anterior, volé desde Praia hasta Boavista ya que me fue imposible encontrar un ferry que hiciera la ruta, o mejor dicho, me fue imposible conseguir información fiable sobre la ruta,.

Parece que las compañías tienen como capitán al «holandés errante» y nunca saben cuando van a salir, siempre te dicen que depende de las maneras, como si estas fueran un fenómeno impredecible y no existieran las tablas de mareas que usan en todo el mundo los marineros y navegantes.

Una de las paradojas de Cabo Verde, fruto del desarrollo turístico, es que el aeropuerto de la isla de Sal es mucho más grande que el de la capital del país, Praia, y que, otra paradoja, para ir a Boavista hay que pasar por Sal, que está mucho más lejos de Praia que Boavista, lo que convierte un recorrido de 150 kilómetros en varias horas de vuelos y esperas en aeropuertos anodinos.

 

Garza en la playa

Garza en la playa

Al acercarse a Boavista en avión, lo que se ve es arena, arena y más arena, tanto en las interminables playas de decenas de kilómetros de largo como en el interior, salpicadas por pequeñas colinas de origen volcánico, pero tan castigadas por la erosíon que apenas se elevan cien metros.

Se puede decir casi que lo único que no es arena son las calles de su polvorienta capital, Sal Rei, de 2.500 habitantes, y las franjas de asfalto que conforman los pocos kilómetros de carreteras que tiene la isla.

Por si el nombre de la capital no fuera indicativo claro de la fuente de ingresos que tenía la isla hasta la llegada del turismo, eran las salinas, ahora abandonadas, y lo de Rei viene porque el comercio exclusivo de la sal, de gran valor en la antigüedad, era de la corona portuguesa.

Playa volcánica

Playa volcánica

El aeropuerto se encuentra en Rabil, a 6 kilómetros de Sal Rei, la capital, donde se encuentra el centro comercial y administrativo de Boavista, pero con 4.000 habitantes que tiene la isla, os podeis imaginar que el tráfico no es precisamente intenso.

Es la isla más oriental de Cabo Verde, a apenas 455 km de la costa africana.

Con una superficie de 620 Kilómetros cuadrados, esta isla desértica tiene un encanto particular, pero no creo que le dure mucho porque lo que más impacta de la isla es la cantidad de construcciones en marcha que hay, ya sea apartamentos, villas, y resorts todo incluído, entre ellos uno del grupo hotelero español Riu, cuyas faraónicas obras se ven nada más salir del aeropuerto.

Será el tercer hotel del grupo Riu en Cabo Verde, después de los dos de la isla de Sal, el Riu Funana (un estilo musical de Cabo Verde), y el Riu Garopa, mero en portugués.

Áridos cañones

Áridos cañones

A mi pregunta de qué era aquello, pensando que eran las ruinas de una antigua civilización, ya que veía a lo lejos torres cónicas, el taxista echó una sonrisa, puso cara de dólar y me dijo: «es un hotel de 1000 habitaciones que inauguran este año para españoles».

Enseguida empecé a echar cálculos: «1000 habitaciones a 2 personas por habitacion = 2000 personas», o sea la mitad de la población de la isla.

Por eso el taxista tenía cara de dólar, ya que el resort se encuentra aislado en el medio de una espectacular playa de al menos 10 kilómetros de largo, y eso supone muchos viajes de taxi a la capital. Lo que me pregunto es de dónde van a sacar el personal cualificado necesario para atender un hotel de 1000 habitaciones en un paraje desértico.

Este suelo casi no recibe agua

Este suelo casi no recibe agua

La construcción la están haciendo con obreros senegaleses, porque a los caboverdianos lo del andamio y la paleta no les va demasiado, ves que van construyendo sus casas metro a metro, habitación a habitación.

Pero no es sólo este hotel el que cambiará radicalmente la vida de la isla, ya que un día que caminé 10 kilómetros por una playa solitaria, al final empecé a encontrarme con extraños seres que llevaban pulseras de diferentes colores en la muñeca, y me pregunté si serían refugiados políticos o inmigrantes ilegales, pero como hablaban italiano, finalmente deduje que estaban en un resort todo incluído de esos de «ven al paraíso, que no te dejaremos salir de él».

Yo me alojé en una pensión del que era probablemente el edificio más alto de la capital, con 3 plantas, con un nombre que incitaba al descanso, Bom sossego, el buen sosiego, y lo cierto es que al tercer piso sólo llegaban los ladridos de los perros callejeros.

Playa salvaje en el norte de la isla

Playa salvaje en el norte de la isla

Sal Rei en sí no tiene nada, de hecho es bastante fea, con un plaza céntrica que es el único lugar no destartalado del pueblo, con una iglesia y una biblioteca bonitas y bien cuidadas, pero el resto de calles no tienen aceras.

Parece que al arquitecto municipal se le han perdido varias veces los planos de la ciudad y ha tenido que empezar de cero, y para llegar al puerto tiene que saltar por encima de los desagües que, como no, vierten directamente al mar.

En el puerto, azotado casi siempre por fuertes vientos, hay un sólo muelle, y los barcos tienen que esperar fuera de la bahía, bamboleándose como cáscaras de nuez flotantes, a que quede libre el atraque cuando coinciden un carguero y un ferry, operación además nada fácil porque en medio del puerto hay unas rocas que dificultan la maniobrabilidad de los barcos.

Barco encallado en el norte de la isla

Barco encallado en el norte de la isla

Mi intención era descifrar los horarios del siguiente ferry, pero cuando lo vi atracar a puerto se me quitaron las ganas.

En él se apilaban, sin orden ni concierto, personas, animales y palés con los suministros para la isla, y la línea de flotación quedaba muy por debajo del límite recomendable.

La cara mortecina de los que desembarcaban me indicaba que la travesía no había sido precisamente buena y me acabó de quitar las ganas de ir en el ferry.

Luego alquien me comento que el ferry había venido de un país europeo donde cruzaba un lago, por lo que no estaba construído para navegación oceánica, y menos en Cabo Verde. No me resulta difícil de creer.

Basurero al aire libre

Basurero al aire libre

La isla de Boavista es famosa porque alberga más de 40 pecios de barcos hundidos, de todas las épocas.

En sus canales se conjugan varios elementos temibles para los marineros: fuertes corrientes y vientos, zona de magnetismo que vuelve locas a las brújulas y fondos rocosos traicioneros.

En una playa salvaje y larguísima se encuentra el naufragio del Cabo Santa María, un barco español.

Las playas son muy ventosas para tomar el sol, pero los amantes del kite surf, surf y windsurf tienen su paraíso particular aquí, y teóricamente el buceo también, pero no logré encontrar en la capital ningún centro de buceo, excepto un teórico divemaster caboverdiano que, cuando le pedí que me enseñara su licencia PADI o similar se hizo el loco, y decidí no hacer el loco yo mismo.

Paisajes desolados pero hermosos

Paisajes desolados pero hermosos

Supongo que los centros de buceo están en los resorts y son exclusivos para los clientes.

Para lo que no necesitaba ningún instructor era para dar buenas caminatas, y un día me fui hasta el faro norte de la isla, poco más que una baliza, caminando por los acantilados de la costa de origen volcánico y atravesando torrenteras que se producen en los dos escasos meses que tienen lluvias, todo ello con una vistas espectaculares sobre el mar.

El regreso lo hice por el interior y resolví una de las dudas que tenía sobre como gestionarían los residuos en Cabo Verde, o sea donde tiran la basura, y la respuesta fue que en basureros al aire libre, sin ningún tipo de protección ni control sanitario.

Niño jugando en la playa

Niño jugando en la playa

Otros lugares interesantes de la isla son Curral Velho, Monte Negro, Cabeça dos Tarafes y Baia das Gatas

Internet es carísimo en la isla, ya que te cobran por tiempo y ancho de banda consumido, así que lo de subir fotos lo tenía prohibido, pero aún así la hora la pagaba a 2€.

La comida en cambio era bastante barata y buena, ya que había un chiringuito en el puerto que daba unas generosas raciones de pescado por 5€.

Curiosamente, aparte de la ubicua Heineken, prácticamente las únicas cervezas que encuentras en Cabo Verde son Sagres y Super bock, portuguesas, y en cambio la cerveza local, mi preferida, que se llama Estrela, no es fácil de encontrar.

Dunas grandes en la playa

Dunas grandes en la playa

Entre las novedades que ha traído el desarrollo turístico es que acababan de abrir en Sal Rei una agencia de viajes que vendía billetes de avión electrónicos.

Esto me ahorró un viaje de ida y vuelta al aeropuerto a comprar el billete, pero no me ahorró tres días extra que tuve que pasar en Boavista, ya que los vuelos a San Vicente estaban llenos, y tampoco me ahorró los 100 € que tuve que pagar por un vuelo de 40 minutos que se convirtió una vez más en 5 horas por el retraso habitual y la escala obligatoria en Sal.

De mis comentarios podríais deducir que Boavista no me gustó, y es todo lo contrario, pero me apena pensar que en uno o dos años casi seguro que gran parte de su encanto habrá desaparecido, engullido por los italianos que ya recorren la isla ruidosamente en sus quads, y por las hordas de españoles que llegarán al hotel Riu Karamboa, así se llamará, que tiene prevista su apertura en el invierno de 2008.

Volando con el kite surf

Volando con el kite surf

Cabo Verde ha apostado como modelo turístico por ser «las Canarias del s. XXI», y en mi modesta opinión, creo que es un grave error, ya que por las peculiaridades de su cultura, ubicación geográfica, orografía y diversidad entre islas, la única manera de aunar desarrollo y sostenibilidad es apostar por el ecoturismo y el turismo cultural, deportivo y de aventura, pero en escala pequeña, buscando más la calidad que la cantidad.

Hay proyectos aislados de conservación muy importantes, como el llamado Tortugas Marinas de Cabo Verde, promovido por los gobiernos de Cabo Verde y de Canarias, con resultados espectaculares, ya que se calcula que en Boavista se encuentra la tercera colonia más grande del mundo de tortuga común (caretta caretta), por lo que se va a construir en la isla el Centro de Investigación de Biodiversidad Marina del Atlántico. .

Surfeando con el viento

Surfeando con el viento

No todas las noticias son buenas, porque en Cabo Verde la gente sigue comiendo tortugas, es habitual encontrar a la venta sus huevos en los mercados, y las matanzas indiscriminadas son comunes, como denuncia la Fundación Equanimal.

Visita el sitio de turismo de Cabo Verde y la web del gobierno de  Cabo Verde, en portugués.

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!! Hasta Pronto !!

Carlos, desde La Coruña, España, 17 de junio de 2008

Cabo Verde. Isla Boavista