El Hombre y la Tierra en Los Llanos Venezolanos
Uno de los recuerdos que tengo más vívidos de la infancia, hace más de 30 años, fueron los episodios de la serie El Hombre y la Tierra, del inolvidable Felix Rodríguez de la Fuente, particularmente los dedicados a los Llanos venezolanos, y recuerdo la escena en la que intentaba dominar a una enorme anaconda y esta se revolvía contra él abriendo su enorme boca.
No podía imaginar en esos momentos que viviría una escena parecida en el mismo escenario, aunque yo me limité a tocarle la cola ya que por norma sólo toco animales que gusten del contacto humano, y sin duda la anaconda no es uno de ellos.
Después de una intensa actividad montañera en Mérida y alrededores, no pude elegir un contraste más grande yéndome a Los Llanos, ya que en ellos el horizonte parece infinito, y lo único que lo interrumpe son los escasos bosques que quedan en la región.
El viaje desde Mérida dura casi todo el día. La distancia no es mucha, unos 400 km., pero la carretera que llega al estado Barinas es de alta montaña y bastante peligrosa, por lo que la prudencia es más que recomendable.
De hecho, vimos a una patrulla de policia de carreteras mirar hacia abajo en una curva donde faltaba el muro de protección, y era que se había caído un coche.
Se sube al páramo para bajar por la selva nublada, con una parada intermedia en la laguna Mucubají, a 3.600 msnm, parte del Parque Nacional Sierra Nevada.
Los Llanos son una vasta región en torno a la cuenca del río Orinoco, y están considerados uno de los ecosistemas más importantes del mundo, con dos estaciones muy marcadas, la de lluvias y la seca.
El paisaje se caracteriza por sus extensas sabanas, y el clima es intertropical, húmedo y caluroso, con altas temperaturas por estar en el interior y por lo tanto sin influencia marítima que suavize el clima.
Las temperaturas más bajas se registran en las épocas de lluvias, en torno a agosto, y las más altas en torno a enero, pero las diferencias son pequeñas. En resumen, siempre mucho calor, poca sombra, y humedad o mucha humedad.
Lo que más me sorprendió, al abandonar la montaña y llegar a Los Llanos, es que prácticamente toda la región está parcelada y con vallas de espinos separando la enormes fincas para ganado y agricultura.
En apariencia conviven en armonía los cultivos intensivos y la ganadería con una extensa variedad de fauna salvaje.
Los principales cultivos son el algodón, el sorgo, el arroz, el maíz, el maní o cacahuete, el merey o anacardo, y las caraotas o habas negras.
Los habitantes de la región, los llaneros, son excelentes jinetes, y auténticos vaqueros en versión venezolana.
El principal ritmo musical de Los Llanos es el Joropo, cuyo origen se lo disputan apasionadamente tanto colombianos como venezolanos.
Al anochecer, en torno a una fogata, es cuando demuestran sus habilidades musicales componiendo e improvisando rimas dedicadas a los presentes, y como casi todos los vaqueros del mundo, sus letras hablan de amor y desamor.
Aunque geográficamente los Llanos son bastante uniformes, históricamente han sufrido bastantes cambios en su división política durante el período de la colonización española.
En 1528 se creó la Capitanía General de Venezuela, que otorgaba la mayoría de los territorios que conocemos como los Llanos a Venezuela, con un área apróximada de 350.000 km cuadrados.
Venezuela no aceptó el tratado Pombo-Michelena y ello provocó que posteriormente Colombia anexara parte del territorio Venezolano perteneciente a Los Llanos, región a la que ahora se le da el nombre de Llanos Orientales.
Actualmente, la parte venezolana se divide en tres regiones:
– Llanos occidentales, situados en los estados Apure, Barinas y Portuguesa, los que más comúnmente se identifican con Los Llanos venezolanos.
– Llanos centrales, que se sitúan en los estados Guárico y Cojedes, en el centro del país.
– Llanos orientales, ubicados en los estados Anzoátegui y Monagas.
En total, la región de los llanos cubre 31.2% de la superficie total de Venezuela, y se extienden en una extensa franja en dirección noreste desde la frontera con Colombia, a lo largo del curso del río Orinoco, y casi llega hasta el Océano Atlántico.
Son unos 280.000 km2, más de la mitad de la superficie de España.
La variedad de flora es amplia, y podemos destacar las sabanas, inundables o no, los palmares, bosques de galería y hasta bosques secos con cardones.
Algunas de las especies características del llano son: El Alcornoque, el merecure, el samán, el lirio de agua, la flore de nácar, el chaparro, el salado, el cañafístolo llanero y la palma llanera.
Pero es en la fauna donde Los Llanos muestran un abanico casi infinito de especies, que son visibles principalmente en la época seca, ya que se concentran en los puntos con agua.
Entre los más representativos podemos mencionar el roedor más grande del mundo, el chigüire (capibara en brasil), el oso hormiguero, la rana platanera, el venado, la baba, el báquiro, el caribe, el pavón, el rey zamuro, la garza real, el caricare, la chenchena, las cigüeñas, los patos, el armadillo, numerosas aves de rapiña y el gabán.
Mi ave favorita es el ibis escarlata, que al atardecer levanta el vuelo y tiñe el cielo como si fuera un espectacular atardecer rojizo. En general los atardeceres en Los Llanos son muy bellos, y los amaneceres no se quedan atrás.
Todas las mañanas estaba a las 6 am cámara en ristre dispuesto a inmortalizar la paleta de colores llaneros, y todas las mañanas el amanecer era diferente, pero siempre hermoso.
En los ríos, es habitual ver cocodrilos, tortugas, delfines rosas de agua dulce, nutrias, iguanas y pirañas; estas últimas son consumidas habitualmente por los llaneros, que dicen que es una viagra natural, y yo les sugería que lanzaran el producto comercialmente con el nombre «vigraña» (aunque hace 10 años que no ejerzo, lo de haber trabajado en marketing siempre deja poso).
Pero la estrella animal de Los Llanos es sin duda alguna la anaconda, la serpiente más grande del mundo, de la familia de las boas, que alcanza los 9 metros (curiosamente, las hembras son mucho más grandes que los machos).
Se encuentran habitualmente en estanques de aguas quietas, escondidas entre la vegetación.
El tour típico a Los Llanos desde Mérida es de 4 días.
Yo lo cogí con Guamanchi, ya que me parecieron muy profesionales en el trekking a Los Nevados, y sin ninguna duda el tour a Los Llanos lo hacen muy bien.
Eramos un grupo pequeños, 2 suecas, 2 alemanas, yo, y 1 guía, Carlos, de estilo rasta, que era vegetariano estricto.
El campamento en Los Llanos es básico pero agradable. Se duerme en cabañas en hamacas, aunque hay alguna cama para los que no duermen cómodamente en hamaca.
Sólamente refresca de madrugada.
El día que llegamos, ya sólo nos dio tiempo a cenar porque se había puesto el sol.
El segundo día comenzó con un desayuno temprano y ligero, porque a las 8 am íbamos a montar a caballo, antes de que apretara el sol, durante unas 2 horas.
Trotamos por la sabana hasta otro campamento de turistas, donde descansamos un rato, y regresamos por otro camino al campamento Guamanchi.
Por primera vez en mi vida, ya que los caballos y yo no solemos llevarnos muy bien, conseguí galopar un buen rato sin caerme del equino, aunque es cierto que me habían dado un caballo bastante dócil y pequeño para que la caída, si sucedía, fuera suave.
Después de comer y descansar un buen rato, nos fuimos a buscar anacondas.
El sistema es cuando menos rudimentario pero efectivo.
Varios llaneros se meten en una laguna descalzos y con una vara, y empiezan a recorrerla tanteando.
Cuando tocan la anaconda con los pies, ubican dónde está la cabeza, la agarran y la sacan de la laguna.
Parece sencillo, pero la anaconda que encontramos, de unos 3 metros de largo, tiene unos músculos muy potentes, y no se deja arrastrar fuera del agua fácilmente.
Tras un rato de forcejeo, la sacaron del agua, y enseguida se quedó tranquila.
Nos hicimos la foto con ella y al poco rato la devolvimos a la laguna.
En Guamanchi tienen fotos de anacondas de más de 6 metros, que pesan en torno a los 100 kg.
Al atardecer fuimos en busca de ibis escarlata y otras aves, que vimos por miles.
El tercer día era el del recorrido en canoa por el río Guariquito, donde la concentración de aves, reptiles, y mamiferos variados era increíble.
Vimos tortugas, iguanas, caimanes, toninas, y aves como garzas, águilas, gavilanes, y el pájaro más extraño que he visto en mi vida, ya que es nocturno, y el día lo pasa en la rama de un árbol, tan mimetizado que se confunde con la rama, ya que en vez de plumas parece que tiene corteza.
Vimos bastantes toninas o delfines de río, el problema es que es muy difícil fotografiarlos, porque sólo asoman la pequeña aleta por encima del agua, y las rutas que siguen en el agua son bastante erráticas, así que lo habitual es que enfoques la cámara justo al sitio por donde no van a salir.
Paramos un rato en una finca al borde del río, donde vivía una familia que estaba preparando la matanza de una vaca.
Tenían bastantes caballos, varios perros, y unas 30 vacas, así que eran una familia pudiente.
En cuanto seleccionaron el animal, este conocía el destino que le esperaba, porque intentó escapar, pero el llanero la ató rápidamente con el lazo y la arrastró con el caballo hasta un árbol, donde la colgaron..
El proceso de matanza fue más o menos el mismo que se hace en el mundo rural en España, así que me ahorro el contarlo, porque no fue muy agradable.
El piloto de nuestra piragua estuvo negociando la compra de un toro, pero al final no llegó a un acuerdo con el llanero y no cerró la operación.
Por la tarde fuimos a pescar pirañas, que iban a ser nuestra cena, pudimos coger 5 pirañas y 2 peces de otras especies, más grandes, que complementaron nuestra cena, ya que las pirañas eran pequeñas.
El cuarto y último día nos pusimos en camino de regreso a Mérida a las 7h30 am, hacía mucho calor y el viaje se hizo pesado hasta que empezamos a subir la carretera de Barinas a Mérida, ya que con la altitud la temperatura bajaba rápidamente.
Comimos carne «en vara asada» (insertan la carne en unas varas que ponen cerca de la barbacoa para que se haga lentamente) en un lugar llamado Rancho Paraíso con terraza sobre las montañas.
En el camino de regreso paramos en la Iglesia de Piedra de Juan Félix Sánchez en San Rafael de Mucuchies, un monumento a la perseverancia y a la fé, ya que fue hecha a mano piedra a piedra.
Juan Félix Sánchez fue agricultor, arriero, pintor, mago, equilibrista, maromero, titiritero, payaso, juez, arquitecto, escultor, ingeniero empírico y narrador, entre otras cosas. Un curriculum muy completo.
Además de arquitecto autodidacta fue un creativo tejedor de cobijas y sombreros, un excepcional escultor y un audaz diseñador de muebles que rompían con los estilos tradicionales. Un auténtico hombre del Renacimiento en pleno siglo XX.
Haz clic para leer más sobre Los Llanos, y vista las webs de Llanera y Monografías, con un completo estudio sobre Los llanos venezolanos y la llanura deltaica.
Haz clic para ver las fotos de Los Llanos y la anaconda y el río, y si quieres ver un resumen del viaje 2009 por Venezuela en video haz clic.
No olvides visitar los concursos de fotografía elfoton.es. de relatos de viaje moleskin.es y de recetas en Recetas de Mundo.
Haz clic para ver todas las fotos del viaje Vagamundos 2009 por Venezuela, Trinidad y Tobago y Colombia.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos
Desde Bogotá, Colombia, 30 de abril de 2009
Deja tu comentario