Outback, Tierra de Nadie.
Lo que los australianos conocen habitualmente como Outback (literalmente, «fueradetrás»), no es tanto una localización geográfica exacta como un estilo de vida para sus habitantes o un «estado de ánimo» para sus visitantes, ya que los parámetros en que te mueves son tan distintos a los habituales del mundo occidental, que necesitas un proceso de adaptación para poder captar su significado.
Aquí he oído la expresión «Dios hizo el desierto para que el hombre pudiera encontrar su alma»; hace unos años tuve esa sensación en el Sahara, y la he vuelto a sentir aquí, en el Red Centre o Centro Rojo, como se llama a la región más árida y desértica del Outback.
El Outback comprende el 80% de la superficie de Australia (la guía Lonely Planet del Outback cubre prácticamente toda Australia excepto las grandes aglomeraciones urbanas), y es realmente en su centro geográfico, a más de 1.500 km. del mar, donde finalmente captas el verdadero espíritu de Australia.
El 95% de los australianos, 18 de 19 millones, han optado por un estilo de vida fácil y cómodo; unos 12 millones se reparten entre las 6 ciudades más importantes: Sydney, Melbourne, Perth, Brisbane, Adelaida y Canberra, y el resto viven en algunos de los muchos pueblos costeros que he visitado en mis primeros meses de viaje, lugares apacibles donde puedes tomarte un buen pescado al borde del mar y pasear por parques nacionales llenos de bosques, lagos y ríos. Pero hay 1 millón de australianos que han optado por un estilo de vida muy diferente, alejados cientos de kilómetros de sus vecinos y de la población más cercana, que normalmente no supera los 100 habitantes.
Después de un mes recorriendo el Outback, más de 10.000 km. por carreteras con un sólo carril, y un arcen de tierra roja al que tienes que echarte cuando ves venir uno de los famosos Road Trains, camiones con 5 remolques y hasta 50 metros de longitud, que son la sangre vital que circula por las carreteras australianas para llevar los aprovisionamientos al rincón más remoto, es cuando puedo decir que la Tierra Roja me ha impregnado no sólo física sino también emocionalmente.
En el Outback hay lugares como Coober Peddy, una ciudad prácticamente subterránea, ya que alberga miles de minas de ópalos, y sus habitantes descubrieron que viviendo bajo tierra la temperatura no superaba los 24 grados, mientras que en el exterior llegaba a los 50, así que han utilizado las antiguas minas para convertirlas en casas, hoteles, centros comerciales, e incluso una iglesia.
Para ampliar la casa, lo único que tienes que hacer es cavar un poco más y tener cuidado con no invadir la casa del vecino.
Otro lugar desgraciadamente famoso es Woomera, donde el gobierno australiano ha llevado a todos los afganos que estuvieron a punto de morir ahogados en Noviembre de 2001 intentando llegar a las costas australianas en un barco decrépito.
El objetivo de llevarlos allí fue para evitar las manifestaciones en contra de los grupos de derechos humanos, pero el esfuerzo ha sido vano, porque han montado un campamento permanente para pedir que les concedan asilo y la residencia en Australia; un país que ha llegado donde ha llegado gracias a los inmigrantes, no debería ser tan hipócrita como para impedir la entrada a gente que no tiene otra alternativa de vida; familias enteras han muerto intentando llegar, y los que no murieron están ahora hacinados en un campamento de refugiados en el medio de la nada.
He visitado lugares que sólo reciben productos frescos una vez al mes, y he conocido gente que tiene que recorrer 200 km. de pistas polvorientas para hacer la compra.
Los más afortunados tienen una avioneta con la que «hacen los recados»; es famosa la historia del hombre que el año pasado fue mordido por una serpiente venenosa; este rudo vaquero condujo tranquilamente (la ansiedad y el stress son lo que ayudan a que el veneno circule rápidamente por la sangre y te mate en poco tiempo) durante 12 horas en su camioneta hasta el hospital más cercano, y el veneno aún tardó 1 día más en llegar a su corazón); por suerte, tienen el RFDS (Royal Flying Doctor Service), donde tienes que ser tan buen médico como piloto de avioneta, los 2 requisitos son necesarios para dar servicio en el Outback, ya que tienes que aterrizar con suerte en carreteras, y sino directamente en el desierto para atender a tus pacientes.
Un día típico de un doctor del RFDS consiste en volar 4 ó 5 veces a lugares separados cientos de kilómetros; los teléfonos funcionan via satélite, y la escuela para los niños se llama «la escuela de las ondas», ya que asisten a clase por radio, y desde hace poco también a través de Internet.
He llegado a una gasolinera después de 400 km. de rectas interminables, para quedarme con cara de imbécil cuando he visto el cartel «No hay diesel», y 400 km. por delante sin más gasolineras; en estos lugares es donde conoces a los personajes más variopintos: revendedores de diesel, buscavidas, cowboys, mineros, zahoríes, buscadores de oro, y por supuesto «cocodrilos dundee», todos congregados en torno a la barra del único Pub en cientos de kilómetros a la redonda, donde pagas la cerveza a precio de oro, pero el agua todavía más cara.
El Pub es la institución social más relevante del Outback, y algunos de ellos son auténticos museos del mal gusto, con ropa interior polvorienta colgada de sus vigas, recuerdo de alguna fiesta loca; otros atesoran tarjetas de visita, fotos de clientes, banderas, monedas y billetes, y carteles del tipo «sólo se da crédito a personas de 100 años acompañadas de sus padres», y otros machistas que prefiero no reproducir.
Un pub muy famoso, el Daly Waters, tiene un semáforo en la puerta permanentemente en rojo, debe ser para recordarte la obligación de parar, o porque no hay ningún otro semáforo en cientos de kilómetros.
Curiosamente, el Daly Waters está catalogado como edificio histórico (en realidad, todo lo que tiene más de 100 años en Australia es histórico), porque sirvió como base de repostaje en los años 20 para el primer vuelo internacional de Qantas, la linea aérea australiana, en su ruta hacia Londres.
Las señales de los baños también son dignas de mencionar, he hecho una colección de fotos curiosa y muy variada. Otro tipo de colección habitual consiste en botes de cristal con serpientes en formol, muchas de ellas cazadas en la puerta del pub, y también objetos dejados por clientes como prenda por no poder pagar la última ronda; el más curioso era una dentadura postiza dejada habitualmente por un minero hasta su regreso con dinero fresco de la mina; un día nunca regresó, y suponen que murió sepultado en la mina, pero nadie se acercó a comprobarlo porque estaba muy alejada.
Quizá el personaje más curioso que me he encontrado en el Outback fue una «señora de los helados»; imaginaros la impresión que recibes cuando estás visitando los Devils Marbles, un lugar lleno de cantos rodados de tamaños variados, a mediodía y con un sol cayendo a plomo, y ves venir una furgoneta 4×4 con un logotipo de helados Street (muy conocidos en Australia), se detiene y de la furgoneta sale una señora de edad indefinida, con unas cuantas capas de maquillaje y una pamela de película de época, diciendo «Quieres un helado?»; pensé que estaba sufriendo una alucinación fruto del calor, pero no, era real, la señora se dedicaba a vender helados en los lugares visitados por turistas; por supuesto, como no tenía competencia, el precio era muy alto, pero el privilegio de poder tomar un helado en esos desérticos parajes lo justifica.
Este es para mí el auténtico espíritu de Australia y no la imagen estereotipada del surfer en Bondi Beach: gente que vive en unas condiciones extremas, auténticos pioneros y aventureros y no esos que vemos muchas veces en la tele con sus chalecos de miles de bolsillos y sus sombreros con pluma, y por supuesto siempre una cámara cerca.
En este enlace podéis ver todas las fotos del viaje de 6 meses en 2002 por Australia y Nueva Zelanda
¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Nelson, Nueva Zelanda, mayo 2002
Deja tu comentario