Me han empezado a llegar felicitaciones a Vagamundos porque he alcanzado la mayoría de edad, y me he acordado de que precisamente hoy hace 18 años dejé mi trabajo y mi carrera profesional en el sector tecnológico y me inventé el mejor trabajo del mundo, uno que ni siquiera tenía nombre en ese momento, el de bloguero de viaje, y aunque no soy de aniversarios ni de listas, comparto con vosotros 18 viajes que he hecho en estos años y que por si sólos más que justifican el cambio del trabajo al traviajo, de la facilidad a la felicidad, de vivir para viajar a viajar para vivir, del despacho a viajar despacio, del Audi de empresa a vagar por el mundo andando y en transporte público pulsando el latido de la tierra y charlando con perfectos desconocidos.
Desde 2000 he visitado cerca de 100 países para vagamundos y publicado más de 1.000 reportajes multimedia sobre ellos, y no sólo no me canso de viajar si no que cada día lo disfruto más, porque creo que el Mundo no debe verse a través de un periódico o una pantalla de televisión, si no que hay que verlo, sentirlo, palparlo, olerlo y saborearlo sobre el terreno.
Allá va la lista, que no está puesta por importancia ni cronología, porque a los viajes, como a los hijos que no tengo, los quieres a todos por igual, y a veces del peor viaje salen las mejores experiencias.
1. Viaje a la Antártida en un barco ruso desde Usuahia, recorriendo la península Antártica y presumiendo de lobo marino al doblar el Cabo de Hornos sin marearte con olas de 8 metros.
2. Galápagos, el único lugar del mundo donde para fotografíar fauna salvaje necesitas un gran angular en vez de un teleobjetivo, ya que no tienen miedo del peor depredador, el ser humano.
3. Navegar el Caribe y cruzar el canal de Panamá en el Soren Larsen, un velero del S. XIX construido en Noruega, hermano de los que llevaron a Shackleton y Scott a la Antártida.
4. Senderismo en Tasmania, Australia, por la costa suroeste, patrimonio humanidad UNESCO y uno de los últimos lugares vírgenes del mundo.
5. La emotiva visita que hice a las islas Phi-Phi en Tailandia tres meses después del tsunami que las arrasaron en 2005, para aportar mi granito de arena en su reconstrucción.
6. La ruta de senderismo por monasterios budistas milenarios de Sikkim en India, un país tan diverso como sus millones de dioses de todas las religiones posibles.
7. El buceo en Sipadan, Borneo, y mis encuentros con orangutanes, en estado salvaje y en los santuarios que los protegen de la más que probable extinción.
8. Viaje a Sierra Leona en pleno proceso de paz, como final de un viaje épico de 8.000 km en furgoneta desde Galicia, pasando por Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea Bissau, y Guinea.
9. Canaima, tepuyes, los Roques, los Llanos y los Andes en Venezuela, un país maravilloso al que espero poder volver en paz.
10. Los fiordos y montañas de Nueva Zelanda, que pateé por caminos del Señor de los Anillos.
11. Canadá de costa a costa, las Montañas Rocosas y la isla de Vancouver, desde donde ves ballenas pasando por delante de la ventana de tu hostel.
12. Buceo en pecios japoneses de la II Guerra Mundial en Filipinas, donde me reafirmé en que la guerra nunca es solución para nada, pero a veces es el menor de los males.
13. Varios viajes a Colombia, desde los paisajes desérticos de la Guajira al exuberante Amazonas, donde cumplí el sueño infantil de dormir en una casa en un árbol.
14. Australia, de cabo (Byron) a rabo (de canguro), más de 25.000 km por tierra uniendo sus puntos cardinales sin semáforos en el camino.
15. Mi reencuentro con USA, sus grandes espacios naturales como el Gran Cañón, Yosemite y los desiertos de Nevada, y dos de mis ciudades favoritas del mundo, San Francisco y Nueva York.
16. La Patagonia, tanto la chilena como la Argentina, donde te haces uno con la naturaleza y descubres que eres una mota de polvo en el universo.
17. China, un país sin medida, al que después de cinco meses de viaje, acabé por desistir de entenderlo y lo acepté como es, Zhōngguó (中國) o Reino del Medio.
18. Brasil, cuna de mi música favorita, y donde disfruté de un fin de año en Copacabana para continuar un viaje por tierra de varios meses desde sus fronteras sur, en Iguaçú y Uruguay, a la norte amazónica con Venezuela.
Para el final, he dejado fuera de lista al país que más me ha gustado en los últimos años, un país muy maltratado en los grandes medios de comunicación, pero que tiene muchas más cosas positivas que negativas.
18+1. México, mi último gran amor, un país que lo tiene todo, historia, grandes culturas, gastronomía y una gente maravillosa, además de selvas, desiertos, llanuras, montañas, cañones y algunos de los mejores lugares de buceo del mundo en el Caribe y sobre todo en Baja California, donde hice amistad con ballenas grises y lobos marinos.
Lo mejor de la mayoría de edad es que a estas alturas creo que nadie dirá que lo que hice fue una locura, la frase que más escuché durante las Navidades de 2000 mientras me despedía sin fecha de regreso de familia y amigos para pasar el fin de año, de década, de siglo, y de milenio en Puerto Rico, y que 18 años después en todos los planes de vida que no hago, porque al que no tiene planes no le pueden fallar, los viajes son y serán una parte imprescindible.
Si quieres leer más sobre los viajes de vagamundos, en esta web puedes buscar los reportajes multimedia por años, por país, por destino, y las fotos, más de 110.000, las tienes en Flickr y los videos en Youtube, y adjunto abajo la entrevista que me hicieron en la TVG en 2001 donde hice pública mi intención de «vivir del cuento».
¡Hasta Pronto!. Desde Madrid, 11 de diciembre de 2018
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