Torres del Paine, el Diluvio Universal y 20.000 Leguas de Viaje Submarino
En el año 2000 hice en TDP la W, llamada así porque sube los valles del río Ascensio y Francés, y llega hasta el glaciar Grey, uno de los 48 glaciares que forman el Hielo Patagónico sur, la tercera reserva de agua fresca más grande del mundo, después de la Antártida y Groelandia, una lengua de hielo de más de 400 km. de largo y un ancho promedio de 60 km. El propio glaciar Grey tiene una longitud de unos 16 km. y un ancho entre 2 y 6 km.
TDP es la joya de la corona de la red de parques nacionales en Chile, 31 en total, y es conocido por todos los senderistas y montañeros del mundo; el parque atrae casi 100.000 visitantes por año, y como os contaré luego, eso le perjudica notablemente.
La variedad de actividades a realizar en el parque es enorme, desde caminatas y cabalgadas con Chile Nativo, descenso de ríos de varios días en kayak y caminatas y escalada en hielo con Big Foot Patagonia, y por supuesto la razón principal que atrae a tantos senderistas, la cómoda W o el circuito completo de unos 150 km., que era mi objetivo original.
En verano, entre diciembre y febrero, el parque se satura, y es imprescindible reservar con antelación los refugios y camping. La agencia oficial es Andescape, que también ofrece otras actividades muy variadas.
Está teóricamente prohibido caminar sólo en el parque, y después de la experiencia vivida, recomiendo encarecidamente, a los que vayan a hacer el circuito, contratar los servicios de un guía profesional.
Desgraciadamente no se exige ninguna titulación para serlo, y en 10 días he visto de todo, desde un grupo de la empresa Azimut 360 con las botas embarradas puestas dentro del refugio, hasta guías con un inglés que sonrojaría todavía más a los indios Apaches.
TDP, en mi opinión, es uno de los mejores lugares del mundo para senderismo, ya que ofrece todos los niveles posibles, desde caminatas de pocas horas hasta escalada extrema en las duras paredes de la Torres y los Cuernos del Paine, no tanto por la altura como por las cambiantes condiciones meteorológicas.
La combinación de pampas, valles, ríos, cascadas, lagos glaciales, montañas y glaciares, con la fauna y flora patagónicas, guanacos, zorros, pumas, y los refugios estratégicamente colocados para ofrecer un reposo al caminante, hacen de TDP un placer para todos los sentidos.
Pero no todo es idílico en TDP. He podido comprobar que la seguridad de los visitantes al parque no está en manos de profesionales, en realidad no está en manos de nadie, como decía Conaf, la entidad responsable del parque, en una frase harto oída estos días, «la responsabilidad es tuya».
Corporación Nacional Forestal, eso es lo que significa Conaf (ya la palabra corporación no me gusta mucho), es una empresa paraestatal responsable de los parque nacionales en Chile, y no dispone de una sóla brigada de especialistas en rescate. Los guardaparques son jóvenes y voluntariosos, pero se limitan a mantener los caminos, y en situación de emergencia, lo único que dicen es «el paso esta cerrado».
Los días que pasamos bloqueados en el refugio Dickson, por otro lado uno de los mejores lugares del parque, pregunté a los guías como era posible que no hubiera brigadas de rescate; la respuesta era que varias veces habían hablado con Conaf para organizarlas, pero la burocracia siempre acababa desbaratando todo.
Pero vamos paso a paso, mejor día a día, porque pasos fueron unos 100.000 de los aproximadamente 150 km. que caminé en el parque. El Domingo 2 de marzo tomamos a las 7 a.m. un bus desde Puerto Natales a TDP, unas 2 horas por una carretera de grava (ripio le llaman aquí), con un amanecer espectacular de rojos y azules que a la llegada al parque se convirtió en el marco idóneo para abrazar el enorme macizo montañoso que se erguía ante nosotros, con los glaciares brillando como diamantes por el sol mañanero.
El trámite de entrar en el parque fue tan rápido como pagar la entrada, porque no hay información sobre el estado de los caminos o previsión meteorológica alguna, que en todos los días que pasé en el parque era la misma, «cambiante» y «variable».
Mi compañera de senderismo dijo que ojalá el tiempo fuera así durante la semana que ibamos a pasar, y uno, que es perro viejo, dijo: «piensa que va a llover todos los días y agradécelo si no lo hace». ¡Maldito profeta!.
Aprovechamos la bonanza del día para subir desde el refugio Torres hasta el mirador de TDP, situado al pie de las 3 torres principales, un sendero empinado paralelo al río Ascensio de unas 4 horas, 2 hasta el refugio chileno, y 2 más hasta la morena creada por la acción del glaciar, que era el último escollo para gozar de la impresionante vista de las torres y la laguna glacial de color esmeralda a sus pies.
El regreso fue más rápido porque era casi todo el tiempo en descenso.
A medianoche empezó a llover incesantemente, y ya no dejó de hacerlo en 4 días. El lunes caminamos 4 horas hasta el campamento Serón con una lluvia persistente y un viento de cara que hacía difícil el paso en las zonas expuestas.
El martes amaneció despejado, pero fue un espejismo; cuando terminamos de desayunar tuvimos que desmontar la tienda bajo un aguacero de impresión, y las 6 horas hasta el refugio Dickson fueron un duro examen para mi chaqueta Gore-tex, que lo suspendió, y para mis botas Panama Jack, que lo aprobó con sobresaliente.
Si no fuera verdad no lo diría aunque sean patrocinadores de vagamundos, pero después de 2 días bajo la lluvia, el único que tenía sus pies secos en el refugio Dickson era yo, y eso es muy importante para evitar las rozaduras y ampollas.
En Dickson recibimos la noticia de que el río Paso estaba impasable (tiene ironía el nombre), y decidimos quedarnos un día más en el refugio, que aproveché para cruzar el río y visitar el glaciar Dickson en una hermosa caminata de 6 horas.
El mirador del glaciar tenía poca visibilidad, pero nuestra decepción se alivió cuando los carabineros del puesto fronterizo chileno nos invitaron a sopa. Aunque Argentina está a tiro de piedra, no hay paso por las montañas, así que se aburren soberanamente en los 45 días que pasan aquí hasta que son reemplazados, y sólamente ven de vez en cuando (9 días hacía que no veían un ser humano) senderistas que se acercan a ver el glaciar.
Incluso rodaron en vídeo nuestras impresiones sobre Chile, en una especie de Torre de Babel porque eramos un gringo, un sueco, 2 ingleses, una argentina y un español.
Al día siguiente jueves, mientras desayunábamos y decidíamos si continuar o no, porque seguía lloviendo, la radio resolvió nuestras dudas; nuestro próximo destino, el campamento Perros, había cambiado de nombre por el de Patos, ya que el río se había desbordado y lo cruzaba por el medio, y las 25 personas allí acampadas tenían todas sus pertenencias empapadas.
Para colmo se quedaron aislados, porque el río Paso por un lado, y el río Cabeza de Indio por otro, no se podían cruzar. Mientras decidían si iban a rescatarlos los empleados del refugio Dickson, Patricio y su equipo, los de Conaf repetían la misma cantinela: «es mejor que se queden donde están», para ellos lo más cómodo por supuesto, pero no para alguien que está empapado en un camping que se ha convertido en un lago.
Varias personas estuvieron ilocalizables durante 24 horas, y Conaf no activó ningún tipo de alarma, ¡alucinante!. Los comentarios en todos los idiomas de los que llevábamos 3 días en Dickson no eran precisamente alabanzas a Conaf.
Para nosotros éste fue el detonante que nos decidió a retomar nuestros pasos y volver a Torres, pero aún tuvimos que esperar un día más, porque el río Payne, normalmente un apacible y tranquilo río de unos 20 metros de ancho, se había convertido en un monstruo de 200 metros con varias cabezas, que se había tragado el camino en varios tramos.
Salimos el viernes a pesar de todo, y nos vimos obligados a hacer campo a través a media ladera, mientras veíamos (mejor dicho no veíamos) por donde transcurría el camino original. Llegamos a Serón y esta vez dormimos en el refugio, para al menos secarnos un poco, y al día siguiente tuvimos que repetir la operación de medio inventar el camino hasta el refugio Torres.
No menos curioso fue el método para llegar a Laguna Amarga, ya que desde el puente de hierro que está a 300 metros de la entrada, teníamos que ser trasladados en zodiacs. Decidimos intentar hacer el otro lado del parque, con nuestros dedos cruzados para que el tiempo mejorara.
Embarcamos en el catamarán a Pehoé, y fue la mejor decisión que pudimos tomar.
El tiempo nos dio una tregua de 3 días; aprovechamos el domingo para visitar el valle francés, con una vista fabulosa desde el mirador del campamento británico, en total 9 horas de caminata, realmente muy dura para las rodillas, y al día siguiente desde Pehoé subimos al refugio Grey y al campamento los Guardas en 4 horas para admirar el glaciar Grey desde arriba brillando con la luz del atardecer.
Al día siguiente, martes, nos fuimos temprano en la mañana al refugio de Big Foot Patagonia para, después de cruzar en Zodiac al extremo derecho del glaciar Grey, realizar la caminata de 2 horas, más otra hora de práctica de escalada en hielo, y fue increíble conocer desde sus entrañas un glaciar, un ser vivo, que gime, ruge, chirría, tiene calles, alcantarillas, edificios, cascadas, en lo que nuestro guía Mariano definió como un ejemplo de arquitectura Gaudí en hielo, con la luz atrapada de un azul turquesa intenso en inmensos bloques de hielo.
Desgraciadamente, como casi todos los glaciares del mundo, el Grey está en retroceso, algo que se puede observar casi a simple vista.
Después de la caminata, una sopa reparadora en el refugio Grey, y seguidamente regresamos a Pehoe, justo a tiempo para tomar el catamarán a refugio Pudeto, donde tomamos el bus que nos depositó en Puerto Natalas a las 11 de la noche hechos unas piltrafas, después de 10 días negociando con el agua, el viento, el barro, las rocas, los ascensos empinados y los descensos kamikazes, cruzando barrancos y torrentes que habían borrado toda traza del camino original, agotados pero felices de terminar nuestra aventura sanos y salvos y por haber visto tantas cosas hermosas y conocido tanta gente maravillosa.
Puerto Natales es el mejor sitio posible para recuperarse, un lugar en el que escuchas el sonido del silencio, según la definición de Claudio, un amigo de allí («cuando en la Patagonia abres una puerta por la mañana de un día tibio y sin viento, entra el silencio a tu casa, es un fenómeno muy raro, la verdad.» ¡Hermosa definición!). Y en Puerto Natales, alojarse en Residencial Bernardita es garantía de sentirse en casa, y comer el mejor salmón patagónico.
Por suerte nos fuimos encontrando en los últimos días con la gente que se quedó en Dickson y decidió completar el circuito «bajo su propia responsabilidad»; todos ellos sin excepción nos dijeron que lo habían pasado muy mal, y que habían cruzado ríos con el agua hasta el pecho y los cantos rodados golpeando sus piernas, que habían llegado a algunos campamentos a medianoche, y que nunca, nunca, encontraron a alguien de Conaf que les diera información fiable sobre lo que se iban a encontrar más adelante.
Imagino que tendrá que ocurrir alguna tragedia en TDP para que alguien tome cartas en el asunto, a mi no me cabe ninguna duda de que aunque descarguen la responsabilidad en tí, en situaciones de emergencia como las vividas, alguien tendrá que asumir la responsabilidad penal.
Es INACEPTABLE que el único medio de evacuación en TDP sean los caballos, que además tienes que pagar de tu propio bolsillo a US $70/día. En cualquier país de montaña desarrollado, como Suiza, Francia o España, los rescates están hechos por bomberos, policias y militares especializados en montaña, o por alpinistas profesionales formados en la materia.
Xabi, un guía vasco que conocí en Grey, con más de 10 años de experiencia en TDP, me dijo que en 1998, en un día de temperaturas muy altas, 30º, reventaron todos los puentes y se desbordaron simultáneamente todos los ríos, dejando bloqueados al menos durante 3 días todos los refugios y campamentos.
También murieron 2 alpinistas vascos que escalaban una de las torres, y el rescate de sus cuerpos fue un caos, Conaf tardó 3 días en traer un perro para localizar los cuerpos.
Quiero terminar agradeciendo a todas las personas que me apoyaron y ayudaron con información sobre TDP, especialmente André de Chile Nativo, Sergio de Big Foot Patagonia, Carola de Andescape, y a Patricio y su equipo del refugio Dickson por la sonrisa, los pisco sour y el «Gato Negro».
Lleváis la Patagonia en el corazón, amáis vuestro trabajo y eso se nota, ¡enhorabuena!. También a los restaurantes Concepto Indigo. en la costanera, y El Living, en la plaza, por alimentar bien mi cuerpo y mi espíritu.
Haz clic aquí para ver todas las fotos del viaje Vagamundos 2003 por Brasil, Argentina, Chile y Antártida
¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Puerto Natales, Patagonia Chilena, 12 de marzo de 2003
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