Sucre, Tarabuco y Potosí

Fundada en 1.538 con el nombre de La Plata, cambió primero su topónimo a Chiquisasa y en 1.825 a Sucre en honor al general que fue el primer presidente de la república de Bolivia.

En 1.992 fue nombrada Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Panorámica de Sucre desde la Recoleta.

Panorámica de Sucre desde la Recoleta.

Llamada la ciudad blanca porque sus casas coloniales conservan el color original, es la capital constitucional de Bolivia, aunque la capital de facto sea La Paz, sede del Congreso, Senado y Presidencia de la República. A mí me ha parecido la ciudad más habitable y agradable de toda Bolivia, con un clima suave y sólo 150.000 habitantes.

Monasterio la Recoleta

Monasterio la Recoleta

La plaza de armas es muy bella, y tiene un parque, el Simón Bolivar, por el que pasea todo el mundo, y en estos días carnavaleros, se convierte en el campo de batalla de los globos llenos de agua que se (te) lanzan con especial saña y puntería.

La vista de la ciudad desde el mirador del monasterio de Recoleta es preciosa, la pena es que no estaba abierta la cafetería con terraza situada al pie del mirador para desayunar rodeado de flores y plantas. No siempre al que madruga Dios le ayuda.

Mirador la Recoleta

Mirador la Recoleta

Un equipo de fútbol estaba entrenando en la plaza a las 7h30 a.m. del domingo con su modesta equipación completa y un entrenador que más bien parecía un militar

Con este entusiasmo me extraña que Bolivia no esté en los primeros puestos del fútbol mundial.

Será que el balompié es hoy en día más cuestión de dinero que otra cosa, y si no que les pregunten a los del Real Madrid.

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Música folclórica boliviana

Tuve la suerte de que el restaurante en el que cené el sábado, además de una comida deliciosa, tenía actuación de un cuarteto folclórico, que en la primera parte del concierto recorrieron musicalmente hablando toda la geografía boliviana vestidos de manera espectacular, y después del descanso, con unos tragos que les entonaron bien, dieron un recital de temas propios que mezclaban diversas influencias.

Tocaban todo tipo de guitarras, charangos, flautas, quenas, un enorme bombo y otros tipos de percusión.

Desfile de sombreros en Tarabuco

Desfile de sombreros en Tarabuco

Lo que uno no puede perderse los domingos es el mercado de Tarabuco, a 65 Km. de Sucre por una carretera pavimentada, pero por esa fatalidad que me ha acompañado en mis periplos ruteros por Bolivia, la combi que tomé no sólo era pirata, sino la más lenta del país; nos adelantaban buses y camiones destartalados, así que me llevó llegar 3 horas. No sabía en ese momento que la aventura del regreso sí que iba a ser de película.

Sombrero/yelmo

Sombrero/yelmo

Lo que más me sorprendió de Tarabuco fue la increíble variedad de sombreros que llevaba la gente, parecía un desfile de modas de sombreros más que un mercado, algunos hombres llevaban sombreros realmente femeninos, con girnaldas y flores colgando, y en cambio muchas mujeres llevaban el típico sombrero vaquero sudaméricano, además del tan gracioso sombrero estilo bombín, que parece un casquete más que un sombrero, porque es 2 tallas menor que la cabeza que lo porta.

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sombrero gorra/militar

Un tipo de sombrero está claramente inspirado en los yelmos de los españoles, aunque éste es de tela, y hay otro que se parece mucho a los que llevan los gendarmes franceses, redondos, aunque le han añadido un toque floral en el centro.

Estoy seguro que los 2 diseños obedecen a una clara burla a las autoridades de la época, igual que en carnaval llevan máscaras con bigotes y barbas coloniales. Otros llevaban un casco metálico, supongo que eran reconvertidos de alguna industria que se negaban a abandonar su herramienta de trabajo.

Sombrero/casco

Sombrero/casco

En Tarabuco se confirmó mi impresión de que en Bolivia hay 10 vendedores por cada comprador, ya que había pocos turistas al ser temporada baja, y el resto de la gente vendía más que compraba.

No pude tomarme un jugo de papaya, mi fruta favorita en Bolivia, porque la licuadora se «malogró», uno de los usos habituales de palabras antiguas que tanto se escuchan por aquí, como «azorarse» y otras.

Mercado multicolor

Mercado multicolor

Para el regreso me aseguré de que el bus que tomaba estaba en buenas condiciones, y efectivamente ibamos a buen ritmo de crucero; el tiempo me pasaba volando mientras Jessica (la moda de estos nombres no es exclusiva de España), la hija del conductor, de 8 años, me iba enseñando su libro de letras de dibujos, me recitaba el himno nacional, y todo esto sin haber ido a la escuela nunca, algo muy habitual en Bolivia.

Vejez y elegancia

Vejez y elegancia

Al menos su padre se había preocupado de enseñarle a leer, pero seguro que en 4 años sustituye a su madre en el trabajo de cobradora del bus.

Escuchamos un ruido seco, y el cristal de la ventana sobre nosotros se rompió, goteando líguido.

No entendía qué pasaba, la gente empezó a murmurar en quechua, y de repente el conductor frenó, dio media vuelta en la carretera, y empezó a acelerar de regreso a Tarabuco.

Sombreros cowboy

Sombreros cowboy

El misterio se resolvió cuando un vecino de asiento me dijo que alguien desde un camión que nos habíamos cruzado había tirado un globo de agua, seguramente helada, con el resultado del vidrio roto.

Alcanzamos al camión, que llevaba unas 15 personas arriba en la trasera, lo adelantamos peligrosamente, y el conductor del bus se cruzó en la carretera. El camión paró y el chófer, que seguramente no sabía nada, se bajó colérico y empezó una discusión a gritos que se cortó cuando el chófer del camión subió repentinamente a la cabina y arrancó.

El camión perseguido y capturado

El camión perseguido y capturado

Nuestro conductor hizo lo mismo, lo volvió a adelantar a toda velocidad, pero esta vez no se cruzó sino que continuó hasta el siguiente pueblo, donde se subió un policía tras explicarle la situación.

Retomamos la persecución del camión, lo adelantamos, se pararon de nuevo y volvió a comenzar la discusión que Don Felix, el policía, intentaba apaciguar, haciendo responsable de todo al conductor del camión. Este decía que él iba conduciendo y no podía saber quién lo había hecho, y los 15 ocupantes del camión decían no haber visto nada, pero con una media sonrisa que los delataba.

Parque Simón Bolívar

Parque Simón Bolívar

Finalmente el policía le dijo al chófer del camión que si no dejaba una señal por el vidrio le retiraba la licencia de conducir, así que no le quedó otro remedio al chófer que «pagar el pato».

¿Adivinais cúanto me llevó finalmente el regreso a Sucre?. Efectivamente, ¡3 horas!.

Justo a tiempo para poder mojarme un poco en el parque Simón Bolivar tirando y recibiendo globos de agua.

Casa de la Moneda de Potosí

Casa de la Moneda de Potosí

3 horas también me llevó al día siguiente llegar desde Sucre a Potosí, pensaba que con el tiempo suficiente para visitar las minas y la Casa de la Moneda, ya que llegué a las 10 am y tenía un autobús a Uyuni a las 19h, pero la altura me jugó una mala pasada.

Potosí está a 4.000 metros de altitud, la ciudad más alta del mundo, y la razón de que los españoles la fundaran allí no era porque les gustaran los paisajes de altura, sino que descubrieron que el Cerro Rico que domina la ciudad estaba literalmente lleno de plata.

Todavía hoy se usa en España la expresión «vale un potosí» para algo de gran valor, y aquí siempre se dice que con la plata extraída se podría construir un puente entre América y Europa.

Es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y tiene más de 2.000 casas coloniales catalogadas. La catedral está consagrada a Santiago.

Arquitectura colonial en Potosí

Arquitectura colonial en Potosí

El edificio más impresionante de la ciudad es La Casa de la Moneda, donde durante cientos de años se acuñaron monedas que sirvieron para mantener la economía y el mantenimiento del costoso imperio español, pero me tuve que contentar con apreciarlo desde fuera, porque los lunes no abre, mi primer chasco del día.

El cielo estaba enrarecido, después de almorzar me empecé a sentir mal, iba a la agencia Koala tours (la mejor según todo el mundo) a contratar la visita a las minas cuando empezó a caer una tormenta bíblica, con rayos, truenos, relámpagos y una lluvia torrencial; en 5 minutos la ciudad se colapsó, y unido a mi malestar creciente, me acabó de convencer para dejar para otra ocasión la copla de Antonio Molina «Soy minero».

El Cerro Rico

El Cerro Rico

La gente que hizo la visita me contó que era agobiante, asfixiante, y no apta para claustrofóbicos, pero muy interesante, ya que se visitan galerías en funcionamiento actualmente, se pueden bajar varios niveles, y visitar al Dios de los mineros, donde ofrendan y consumen las bebidas, hojas de coca, y cigarrillos que se les lleva a los mineros como regalo.

Un español de Donosti, Hugo, de 1,98 m de altura me enseñó los golpes que se llevó en sus tropiezos por las galerías mineras. Al menos te dan el equipo completo, casco, botas y mono de trabajo para no mancharte ni lastimarte demasiado.

Calles de Potosí

Calles de Potosí

Cuando paró el aguacero, y después de 2 horas de reposo en un café, me limité a deambular por la ciudad admirando sus casas coloniales hasta la hora de mi bus, que me dejó a las 3 a.m. en un pueblo polvoriento, solitario y gélido, o al menos esa fue la sensación que me dio Uyuni a mi llegada, pero esa es otra historia y será contada otro día.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Carlos, desde Jujuy, Argentina, 29 de febrero de 2004.

Vagamundos 2004. Bolivia. Potosí