Templos Jainistas de Junagadh y Palitana en Jugarat
Una de las cosas que más me fascina de la India es la manera que tienen de integrar diferentes cultos y religiones, sin que nadie se tire de los pelos y clame al cielo (nunca mejor dicho).
Este comentario lo hago porque en los meses que llevo recorriendo este país he visitado unos cuantos templos ya, y por ahora los que más me han impactado han sido los jainistas, concretamente los cercanos a las ciudades de Junagadh (Girnar) y Palitana (Shetrunjaya), en el estado de Gujarat.
En Girnar se mezclan los templos hinduistas en la subida a la colina con las concentraciones de templos jainistas, mucho más grandes y espectaculares, a mitad de camino de la cima.
Se cree que la religión jainista es la que tiene la cosmogonía y creencias más elaboradas, atestadas de nombres, categorías, clases, jerarquías, grados, órdenes, etc.
Es una religión panteísta; el mundo es eterno y carece de principio. No existe una divinidad personal, y todas las posibles divinidades —las almas de los perfectos arhat (divinidades humanas), por ejemplo— se agrupan en una Unidad (el Todo o Absoluto).
Es una religión pananimista; toda realidad es vida. Para el jainismo el universo es una totalidad viviente; todo ser posee un alma, más o menos compleja. Desde la tierra o el viento, a los insectos o los mamíferos, todos los seres reflejan el universo y son dignos de respeto.
El mayor pecado para el jainismo es causar daño a un ser vivo, aunque también hay que evitar dañar a la tierra o a las almas del agua o del aire.
En coherencia con lo anterior, los jainistas practican la no violencia, el ayuno y la mortificación del propio cuerpo. A través de estas actividades esperan descargar su alma del peso de la materia kármica y evitar posteriores reencarnaciones.
La religión jainista presenta una perspectiva igualitaria de las almas, sin importar las diferencias en las forma física: humanos, animales, y organismos vivientes microscópicos.
Nunca consumen carne, e incluso las frutas con semillas están vedadas para ellos, ya que contienen vida.
Los humanos son los únicos poseedores de los seis sentidos: vista, oído, gusto, olfato, tacto y pensamiento; por lo tanto de los humanos se espera que actúen con responsabilidad hacia toda la vida siendo compasivos, sin egoísmo, sin miedo, racionales y misericordiosos.
Los jainistas suelen colocar sus templos en colinas, y es sorprendente ver cómo han podido construir grandes complejos de templos en lugares donde el único acceso es a pie.
Es el caso de Girnar, un grupo de colinas cercanas a Junagadh. La más alta tiene 945 metros de altitud, y es el monte más alto de Gujarat. Las cinco cumbres de Girnar tienen en total 866 templos laboriosamente tallados en piedra.
Un empinado sendero de escalones labrados en roca conecta las cinco cumbres, y se dice que tiene exactamente 9.999 escalones, pero actualmente se suben 8.000, eso sí, ida y vuelta, lo que hace un total de 16.000. Yo hice unos 10.000, lo que no sé si me hace merecedor de algo, salvo unas buenas agujetas.
Comencé la subida al amanecer, y continuamente me encontraba con gente de todas la edades, familias completas incluídas, que subían descalzos, ya que eso nos hace ganar un lugar en el cielo, según el hinduismo.
También había decenas de mendigos apostados a los lados del sendero, mostrando deformidades, niños muy pequeños, y todo tipo de triquiñuelas para ablandar al peregrino.
Por suerte, en el ascenso hay chiringuitos donde reposar, tomarte un té, comprar fruta, agua, y todo tipo de snacks, lo que causa que el sendero no esté precisamente limpio, y que haya porteadores llevando bombonas de gas y todo tipo de suministros a los puestos.
Los porteadores también pueden llevarte en volandas, en unos palanquines tipo balanza, y eso es lo que hacen cuando los contratas, ponerte en una balanza para saber tu peso y pagar en relación al mismo.
Los pobres porteadores sí que tienen ganado el cielo, porque normalmente la gente que los contrata es obesa y no puede subir por su propio pie. Cada poco s escalones, los porteadores se detienen, sudando la gota gorda, mientras apoyan el palanquín sobre los palos que llevan a modo de bastón.
A la altura del escalón 4.000 (tanta precisión es porque los escalones están numerados de 50 en 50, lo que no sé si es bueno o malo para la moral cuando sabes que para llegar arriba son 8.000 en total) está el primer grupo de templos jainistas.
Es un buen lugar para descansar de la dura subida y visitar los templos, aunque varios grupos están cerrados o vetados a los no jainistas.
Cada año hay una carrera desde la base hasta la cima, y los locales dicen que el record está en 45 minutos.
Si es cierto, el poseedor no sólo tiene ganado el cielo de los jainistas, sino el Olimpo, porque parece imposible hacerlo en tan poco tiempo.
Después de recuperar fuerzas, seguí subiendo, y la primera cima se encuentra en el escalón 5.000.
Aunque había comenzado la caminata con el cielo despejado al amanecer, una espesa y húmeda niebla se apoderó de la cima y la visibilidad era nula.
Comenzó a lloviznar, y me di cuenta de que, confiado porque no había visto una gota de lluvia en mes y medio en India, no llevaba chubasquero ni bolsa impermeable para las cámaras.
Esperé un buen rato en la cima a ver si despejaba, entretenido con el espectáculo de los indios haciéndose fotos vestidos de cazador de tigres, escopeta incluída (eso si, tan antigua que difícilmente podría matar nada), delante de un peluche gigante de tigre, por el que avispados comerciantes cobraban unas rupias por posar delante.
El tiempo empeoraba y fue la señal para decidir que el cielo de los jainistas no me interesaba, así que comencé la bajada, que sí me creo que se puede hacer en 45 minutos.
El cielo se fue despejando poco a poco en ese lado del monte Girnar, y pude tener unas preciosas vistas panorámicas de los templos, el valle y la ciudad de Junagadh al fondo.
La experiencia de Palitana fue totalmente distinta. Aquí los templos son exclusivamente jainistas, y no se permite la subida con agua y nada de cuero (ya que está hecho de piel animal).
Los chiringuitos están completamente prohibidos, por lo que el sendero que sube a los templos está bastante limpio.
La colina de Shetrunjaya, de unos 600 metros de alto y a 2 kilómetros del centro de la ciudad, tiene además unas rampas mucho más suaves que las de Girnar, por lo que los 4.000 escalones de subida son realmente un paseo.
Los 1.250 templos jainistas, esculpidos en mármol, se encuentran diseminados por la cima de la colina, a cada cual más espectacular.
El templo principal está dedicado al primer tirthankar (iluminado) del jainismo, Adinath, que vivió hace 5.000 años en el valle del Indo.
Desde la cumbre se divisa el río Shetrunjaya, con unas hermosas panorámicas al amanecer.
Adinath es uno de los 24 dioses del jainismo. Al contrario que en Girnar, aquí encontré muchos ascetas jainistas vestidos, tanto los hombre como las mujeres, totalmente de blanco, muchos de ellos con mascarillas para evitar tragar algún insecto accidentalmente.
Ninguno llegaba al extremo de ir barriendo por donde pisaba, para evitar aplastar algún insecto, pero es que una cosa es respetar a todo ser vivo, y otra barrer 8.000 escalones entre la subida y la bajada.
Algunos complejos de templos estaban completamente vacíos, y disfruté enormemente la visita, con mis sandalias Panama Jack de cuero y mi botella de agua escondidas en la mochila.
Ya me había ganado el infierno de los hinduistas por mi incidente con el gurú en Pushkar, así que me temo que cuando mi alma esté disponible, habrá que subastarla para ver a qué infierno voy.
Que los jainistas son uno de los grupos más ricos del país se observa claramente por la riqueza de sus templos, casi siempre en mármol, la exquisitez del trabajo de tallado, y el perfecto mantenimiento de los diferentes recintos.
Los últimos templos que visité estaban abarrotados de gente, y aquí me obligaron a quitarme hasta los calcetines, lo que provocó una estampida de peregrinos monte abajo pensando que el fin del mundo se acercaba.
Bromas aparte, la mayoría de peregrinos jainistas bajaban la colina prácticamente corriendo, mientras otras personas llevaban un librito, supongo que de oraciones, y cada rato se paraban y recitaban letanías.
Los templos se cierran al atardecer, y está prohibido pernoctar en la cima.
Al llegar abajo, me encontré con uno de los espectáculos que la India te regala, principalmente en el mes de febrero, mes de las bodas.
Una caravana de una boda estaba circulando, o al menos intentándolo, por la calle principal, provocando un caos de tráfico más grande del habitual.
El novio iba subido en un elefante, que recogía con su trompa las monedas que la gente le daba, que pasaba diligentemente al mahout, el cuidador y guía.
Detrás del novio iba una parafernalia de carrozas a cada cual más kitch. Tardaron más de media hora en cubrir los 200 metros de calle que sirve de acceso al sendero peatonal de los templos.
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Haz clic para saber más sobre el Jainismo y sobre el peregrinaje a Palitana y otros lugares de peregrinaje en India. Ambas webs están en inglés.
Visita la web oficial del estado de Gujarat, la web oficial de turismo de Jugarat y la India para saber más sobre el país.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos
Desde Hassan, Karnataka, 23 de Marzo de 2007
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