Kioto: Donde el tiempo se viste de seda y los templos susurran secretos
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Aunque llegué a Japón hace más de dos semanas, el país me ha impactado tanto que he preferido esperar para publicar mi primer diario y que este sea sobre Kioto. Más adelante escribiré sobre Osaka, Nara, Himeji, Ise, Kobe, y el resto de lugares que me quedan por visitar.
Kioto, la antigua capital de Japón, es una ciudad que evoca la serenidad y la belleza de un pasado glorioso. Sus templos ancestrales, jardines zen y calles empedradas nos transportan a una época en la que la tradición y la espiritualidad impregnaban cada aspecto de la vida cotidiana.
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Fundada en el año 794 con el nombre de Heian-kyo, que significa «capital de la paz y la tranquilidad», Kioto fue la residencia del emperador durante más de mil años. Durante este período, la ciudad floreció como centro político, religioso y cultural de Japón, dando origen a una rica herencia que aún perdura en sus calles y monumentos.
La ciudad fue diseñada siguiendo los principios del feng shui y el modelo de las antiguas capitales chinas, con un trazado en forma de damero y palacios imperiales rodeados de exuberantes jardines. A lo largo de los siglos, Kioto fue testigo de numerosos acontecimientos históricos, desde el auge de la cultura Heian hasta las guerras civiles que azotaron el país.
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Aquí, los samuráis paseaban con sus katanas, las geishas perfeccionaban el arte de la seducción y los emperadores… bueno, los emperadores hacían cosas de emperadores. La ciudad sobrevivió a guerras, incendios y terremotos, pero nunca perdió su elegancia. Ni siquiera cuando el travieso Oda Nobunaga incendió el templo Hongan-ji, Kioto se inmutó. Se sacudió las cenizas del kimono y siguió adelante.
A pesar de los desafíos y las transformaciones, Kioto logró preservar su esencia y su legado cultural. La ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, reconociendo su valor universal como testimonio de la historia y la tradición japonesa. Kioto es tan tradicional que tuve la sensación de que hasta los semáforos te hacen reverencias cuando vas a cruzar.
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Kioto es un tesoro de monumentos históricos y culturales, con más de 2.000 templos y santuarios budistas y sintoístas. Cada uno de estos lugares sagrados ofrece una experiencia única, desde la majestuosidad del templo Kiyomizu-dera hasta la serenidad del jardín zen de Ryoan-ji, pasando por la solemnidad del castillo Nijo.
Castillo Nijo: Esta joya arquitectónica encapsula la historia del shogunato Tokugawa. Construido en 1603, fue la residencia de Tokugawa Ieyasu, el primer shōgun. El castillo se compone de dos anillos concéntricos de fortificaciones, con los palacios Ninomaru y Honmaru en su interior. El Palacio Ninomaru destaca por sus «suelos de ruiseñor», diseñados para chirriar al pisarlos, una medida de seguridad ingeniosa.
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En 1867, el último shōgun, Tokugawa Yoshinobu, renunció a su poder en este mismo palacio, marcando el fin del shogunato. El Castillo Nijo es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Kiyomizu-dera: Este templo budista, cuya ubicación te quitará el aliento literalmente, está situado en una colina con vistas panorámicas de la ciudad, y es famoso por su impresionante plataforma de madera o butai, construido sin un solo clavo. Desde su terraza, se puede contemplar la belleza de los cerezos en flor en primavera o los colores cálidos del otoño.
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Kinkaku-ji (Pabellón Dorado): Cubierto de pan de oro, este templo budista es uno de los iconos más reconocibles de Kioto. El templo se refleja en un estanque como un sueño dorado. Es tan bonito que hasta los monjes se ponen gafas de sol para no deslumbrarse.
Fushimi Inari-taisha: Este santuario sintoísta, dedicado al dios del arroz, es famoso por sus 10.000 torii rojos que serpentean por la ladera de una montaña. Caminar por este túnel de torii es una experiencia mágica y espiritual, pero recomiendo hacer los 1.200 escalones de subida porque lo visitan cada día miles de personas que se aglomeran principalmente en la entrada principal, mientras que a la zona superior no llega ni el 10%.
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Arashiyama: Este distrito al oeste de Kioto es conocido por su bosque de bambú, que más que bosque me pareció un jardín grande. Pasear por este bosque es una experiencia sensorial única, con el sonido del viento susurrando entre las cañas de bambú y el de cientos de aspirantes a influencer buscando el mejor ángulo para el selfie.
Personalmente me parece mucho más interesante el templo zen que está a la entrada del bosque, que además tiene unos jardines preciosos que seguro que en primavera estarán radiantes. Los jardines zen son tan relajantes que hasta las piedras parecen meditar. Es uno de los diecisiete lugares de Kioto que están incluidos en el nombramiento como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
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Gion: El distrito de geishas de Kioto, es un lugar donde se puede sentir la atmósfera de la antigua capital. Sus calles estrechas y casas de madera evocan la elegancia y el misterio de la cultura tradicional japonesa, aunque por otro lado Los turistas van a la caza de fotos con geishas, como si fueran Pokémon Go.
Kioto es mucho más que sus monumentos históricos. Es una ciudad donde la tradición se entrelaza con la modernidad, donde los templos ancestrales conviven con los rascacielos y donde la cultura tradicional se fusiona con las tendencias contemporáneas.
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La gastronomía de Kioto es un reflejo de su rica cultura y su respeto por los ingredientes frescos y de temporada. Los restaurantes de la ciudad ofrecen una amplia variedad de platos, desde la cocina tradicional kaiseki hasta las especialidades locales como el tofu. Platos como el ramen, la tempura y el okonomiyaki se han convertido ya en habituales en mi dieta.
Los jardines zen de Kioto son un oasis de paz y serenidad, diseñados para fomentar la meditación y la contemplación. Sus paisajes minimalistas, con rocas, arena y musgo, invitan a la reflexión y la armonía.
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Kioto es una ciudad que cautiva los sentidos y alimenta el alma. Su belleza atemporal, su rica historia y su cultura vibrante la convierten en un destino imprescindible para cualquier viajero que desee explorar la esencia de Japón.
Si quieres ver el album de fotos de Kyoto haz clic aquí.
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Un seguro de viaje es muy recomendable para viajar tranquilo, yo por experiencia propia recomiendo Heymondo.
¡Hata pronto!. Carlos, desde Kioto, marzo de 2025.
Querido Carlos, cuanto me alegra volver a leer tus comentarios viajeros.
Que maravilla estar en Japón!! Parece además de bonito muy relajante… No cuentas nada sobre la carestía del viaje, hoteles, comida… Supongo que lo harás en próximos capítulos.
No estás nada oxidado.
Tengo una amiga que tiene una librería en la calle Real, acudo allí a su club de lectura, todas las semanas. Me gustaría enviarle tus episodios japoneses, te parece bien?
Estimado Carliños que descripción tan precisa. Tan precisa que me transporté a Kioto. Esperaré con ansias nuevo escrito. Un abrazo grande y bendiciones.
Gracias por volver a compartir tu diario y aventuras. Muy agradable viajar a través de tus fotografías. Buen viaje.