Haré el viaje solo, pero no en solitario.

Ahora que Vagamundos es una realidad, se van disipando todos los miedos y pudores que me invadían: si ibais a pensar que era una «fantasmada», que menudo sucedáneo de Kitín Muñoz o Miguel de la Quadra Salcedo, que «vaya morro», etc. Vuestros comentarios, felicitaciones, y sugerencias me hacen pensar que ha valido la pena el esfuerzo. Ahora espero y deseo que tanto el viaje como su plasmación en la web de vagamundos sean lo suficientemente enriquecedores tanto para mí como para vosotros.

También ha habido críticas constructivas, no esperaba menos de vosotros, Cuando me decís «Era mucho mejor, que nos imagináramos donde estabas a través de las postales que llegan con retraso», pienso que tenéis razón, pero los tiempos cambian, y las herramientas de comunicación con ellos, pero lo importante es el mensaje, y este puede ser igual de bueno o mediocre independientemente del medio que usemos para transmitirlo. Por lo tanto, si recibís una tarjeta digital en vez de una de cartón (que también pienso usar), pensar que estará hecha con el mismo cariño.

Vagamundos estará en contínua mutación las próximas semanas hasta mi partida el 29 de Diciembre de 2000, y a partir de ese momento, su mutabilidad se limitará a los diarios de viaje y a las fotografías que espero poder enviaros.

sorenlarsen

sorenlarsen

También tengo que confesar que he incumplido una de las máximas de este viaje: no pensar en la siguiente etapa hasta que complete la actual. Por ahora sólo tenía mi billete a Puerto Rico, y mil ideas sin concretar sobre la siguiente etapa, pero navegando (nunca mejor dicho) por internet, he descubierto que hay un velero que está dando la vuelta al mundo, el Søren Larsen (más información en /), que ha partido de Inglaterra el 4 de noviembre, con un primer destino al Caribe, y parada en Canarias, y como dispone de pocas plazas, he reservado una en la etapa Curaçao-Panamá a finales de enero de 2001, incluyendo el cruce del Canal.

Me hace mucha ilusión pensar que navegaré a la antigua usanza, utilizando el más limpio y mejor motor del mundo, el viento, y surcaré ese mar que guarda tantos secretos sobre piratas, tesoros, intrigas políticas, etc. Atravesar el canal de Panamá en un barco de vela tiene que ser también una experiencia especial, ahora que ha regresado a sus dueños por derecho territorial, y que simboliza una época donde el imperialismo se superponía a cualquier interés nacional (más o menos como ahora).

Si seguís mis diarios de viaje en vagamundos, os contaré todo lo vivido en el Søren Larsen, aunque dudo mucho que pueda transmitiros el sabor de la sal en mis labios y el sonido del viento en mis oídos. ¡Lo intentaré!

¡Hasta Pronto!

Desde Madrid, 17/11/2000