En Busca de Tierra del Fuego
Con la mente, el cuerpo, y todos los sentidos totalmente fascinados por lo que he visto y vivido en la Antártida, os quiero hablar de la primera parte de mi viaje por Argentina, en busca de la Tierra del Fuego, esa tierra mítica que debe su nombre a Magallanes, que cuando navegó por primera vez estas aguas, observó multitud de hogueras en la costa, hechas por alguna de las tribus que habitaban la zona, los Selk’nam u Onas, los Haush o Manek’enk y los Yámana o Yahganes.
El nombre de Patagonia se atribuye a «Patagón», el nombre de un gigante, personaje muy popular en las novelas de la época en que los marineros españoles surcaron las aguas del Atlántico Sur. La primera etapa de mi viaje por Argentina me ha llevado unos 5.000 km. por carretera, desde la frontera con Brasil en Iguazú, hasta la ciudad más austral del mundo, Ushuaia, que en lengua Yamana significa ¨Bahía que penetra hacia el poniente¨.
Un recorrido que me ha llevado un mes, y que ha tenido paradas intermedias en Paraná, Rosario, Buenos Aires, Puerto Madryn, Península Valdés, Rio Gallegos, y finalmente «El fin del Mundo», que es como se conoce a Ushuaia. Un recorrido hecho en gran parte por la Patagonia atlántica, que como ya os he comentado en un diario anterior, me hace sentir como en casa.
En Puerto Madryn, por ejemplo, visité el Ecocentro, un lugar donde pasé horas subyugado aprendiendo sobre la vida de las ballenas francas, que migran a esta zona entre Junio y Diciembre.
En la Patagonia suceden fenómenos extraordinarios, muchos de ellos contados por Luis Sepúlveda en su libro «El mundo del fin del mundo», y yo he observado algunos, como por ejemplo las extrañas nubes que se forman en su cielo, modeladas por el persistente viento patagónico, que dibuja formas extraordinarias a las que sólo tu imaginación pone límites.
Ese mismo viento obliga a los árboles a crecer inclinados a pesar de sus esfuerzos por mantener la dignidad, árboles que expresan su descontento en forma de retorcidas ramas que otorgan a cada uno de ellos una personalidad propia.
Otro fenómeno que he observado en la Patagonia, es que los paisajes se mueven a su ritmo. Me explico: cuando viajas en coche por las interminables llanuras patagónicas, donde el horizonte normalmente es infinito y en cualquier dirección que mires sólo ves una línea plana, cuando aparece un accidente geográfico a lo lejos, una montaña o un bosque, este parece moverse a la misma velocidad que tú y en tu misma dirección, como si estuviera tan contento de verte que corre a darte un abrazo, pero al final nunca te alcanza, dejándote en un estado de «abrazus interruptus» .
La Patagonia está llena de personajes extravagantes, que viven la vida a su libre albedrío en «la tierra de los hombres libres». Hay que tener en cuenta que la Patagonia se pobló con gente proveniente de muchos lugares del mundo, como País de Gales, Croacia, Escocia, Irlanda, Ucrania, Alemania, Yugoslavia, Italia, España, etc, y hasta tuvieron un emperador en 1860, el francés Orélie Antoine I, que se autoproclamó Emperador de Araucanía y Patagonia. Llegó a acuñar moneda propia, hasta que fue detenido por las autoridades y repatriado a Francia.
Sin duda, el lugar que más he disfrutado en mi recorrido al sur ha sido la Península Valdés, un santuario de fauna marina que se encuentra a 100 km. de Puerto Madryn. Es uno de los mejores lugares del mundo para avistamiento de ballenas francas, ya que entre Junio y diciembre más de 1000 ejemplares vienen a criar a sus bebés en esta bahía privilegiada.
Aunque no he visto ballenas por estar fuera de temporada, se ha compensado con las colonias de pingüinos, elefantes marinos, lobos marinos, orcas, y cientos de delfines que nos acompañaron en nuestra navegación, además de múltiples aves marinas, cormoranes, albatros, skúas, gaviotas cocineras, gaviotas australes, y garzas.
Cuando encuentre palabras para describiros lo que uno siente cuando ve amanecer en la Antártida, con un cielo transparente, un mar de color indescriptible, y el sol asomando por encima de una miríada de icebers que rodean tu barco, que absorben la luz para devolvértela en forma de azul turquesa o verde esmeralda, os lo contaré con detalle.
Haz clic aquí para ver todas las fotos del viaje Vagamundos 2003 por Brasil, Argentina, Chile y Antártida
¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Punta Arenas, Chile, 28 de febrero de 2003
Deja tu comentario