En Busca de Gilis
Una de mis frases favoritas es «Lo importante es el viaje, no el destino», y muchas veces el viaje para llegar a un sitio es tan o más interesante que el lugar en sí.
Las islas Gilis, que para ahorraros el chiste fácil no se pronuncian con j sino con g, son 3 islas en la costa noroeste de Lombok, y llegar a ellas desde Bali, a unos 150 kilómetros, me llevó casi 12 horas en 8 medios de transporte diferentes, a saber:
Taxi, minibus, ferry, bemo, ojek, cidomo, barca trimarán, y «coche de San Fernando», que para los que no conozcan el refranero español, significa un poquito a pie y otro poquito andando.
Mi viaje comenzó temprano, 6 a.m., en Kuta, Bali, donde tomé un taxi que me llevó al bus de Perama, la compañía de transporte turístico para mochileros más conocida de Bali.
Podía haber tomado un bus que me llevaría a Gilis por unos 20 euros, pero sabía que la opción de ir por mi cuenta iba a ser mucho más barata y animada, así que el bus me dejó en Padang Bai, en la costa este de Bali, de donde salen los ferrys a Lombok.
Las islas más pobladas de Indonesia están unidas por ferrys cuya estado de conservación, frecuencia y tamaño disminuyen a medida que viajas hacia el Este.
Entre Java y Bali hay uno cada media hora, entre Bali y Lombok cada 2 horas, de Lombok a Sumbawa cada 4, y de Sumbawa a Flores uno al día, pero no todos los días. El aspecto exterior te hace desear que al menos el motor y la estructura esté en mejores condiciones.
Al menos nunca podrán hundirse por exceso de velocidad, ya que te lleva 4 horas hacer el recorrido entre Padang Bai y Lembar, en Lombok, aunque desde Bali se ve la costa de Lombok. Tan lento va que pude hacer panorámicas de 10 fotos que luego encajaron perfectamente.
De Lembar a Gilis, sólo 50 kilómetros, me vi obligado a tomar primero un bemo, que es como llaman en Indonesia a cualquier tipo de vehículo de 4 ruedas a motor reconvertido a transporte público, a Mataram, la capital de Lombok; de allí un ojek, que son las motos-taxis, a Ampenan, otro bemo al puerto de Bangsal, y allí un cidomo, un carro tirado por caballo para hacer los últimos 2 kilómetros al embarcadero.
Me habían avisado que en Bangsal encontraría decenas de niños y no tan niños que tratarían de sacarme dinero como fuera, y sin duda alguna hacen bien su trabajo, ya que sus tácticas van desde la pena, el colegueo, la insistencia, la presión, y cuando ven que no dan resultado, hasta el engaño y el chantaje puro y duro.
Superada la fase de poner a prueba mi paciencia savoir faire de viajero, la barca trimarán que me llevó a las islas Gilis fue el penúltimo medio de transporte del día.
Cada isla está especializada en un tipo de cliente, aunque en temporada baja se mezclan más.
Gili Trawangan es la más desarrollada de las 3, con hoteles, bares, restaurantes, cafes internet, tiendas, y una oferta continua de todo tipo de viajes, terrestres, marinos, submarinos, y astrales, ya que son muy famosos los batidos de magic mushrooms que te tienen viajando un día completo con subidas y bajadas tipo montaña rusa, según me confesó una aragonesa que conocí.
Lo mejor de todo es que a pesar del evidente desarrollo de los últimos años, el único medio de transporte público en la isla es el cidomo, y la otra opción es alquilar una bici o caminar, que es lo que yo hice, completando mi lista de 8 medios de transporte en un día.
El alojamiento va desde 2 hasta 100 US$, y me encontré en el hotel más caro de la isla con una curiosa boda en la playa, creo que de una pareja de Singapur, Joe y Bonita, porque los invitados eran casi todos chinos, vestidos de gala pero descalzos en la arena.
Thailandia e Indonesia son quizás los países más especializados en bodas exóticas, con decenas de webs específicas e incluso una para bodas submarinas; estas son unas cuantas: Wedding Location, Bali Paradise Weddings, Romantic Weddings, Wedding Bali Weddings International, Wedding in Thailand, Thailand Wedding, Thailand Underwater Wedding y Bali Underwater Wedding.
Vagamundos no se hace responsable de los resultados a largo plazo del enlace, y avisa que si bien la boda puede ser en el Paraíso, el Infierno también existe.
Supongo que en temporada alta Trawangan debe tener una movida importante, porque la playa está llena de bares, restaurantes, y lugares chill-out desde los que ver la puesta de sol, además de un auténtico pub Irlandés con dardos, billar y cerveza Guinness corriendo a raudales, pero durante mi visita estaba muy tranquila, y era muy relajante cenar sentado al estilo balinés en plataformas de madera al borde del agua.
Como la electricidad se va con cierta frecuencia, la cena a la luz de las velas y el sonido del mar como única banda sonora, todavía le añadía más encanto al lugar.
Puedes dar la vuelta a la isla caminando en unas 2 horas, con playas de arena blanca que desgraciadamente están llenas de corales muertos.
Aunque el buceo es buen negocio en Gilis, aún hay desalmados que practican la pesca con dinamita, como me contó Rebecca, una inglesa que sacó su PADI allí y que se llevó un susto de muerte cuando oyó una tremenda explosión dentro del agua.
Por ello decidí no bucear, aunque me contaron que la falta de coral se compensa con bastante vida submarina, pero después de bucear en Sipadán, Borneo, pocos lugares te pueden entusiasmar.
En todo caso, recomiendo los centros de buceo Big bubble diving, Manta Dive.
Mucho más tranquila y pequeña que Trawangan, Gili Air está más orientada a parejas y gente en busca de relax total, aunque en el recoleto pueblo que hay en el Sur, donde desembarcas, hay unos cuantos bares y restaurantes, pero la mayoría de la gente se va hacia los resorts que hay desperdigados por los 4 puntos cardinales de la isla.
El concepto resort aquí va desde una simple cabaña con baño básico por 2/3 US$ a románticos hotelitos «con encanto». La vuelta a la isla se da en una hora andando, e igual que en Trawangan, los corales están desperdigados por las playas, que en muchos casos, al no contar ya con la protección del arrecife de coral, han desaparecido o les han tenido que colocar barreras de madera o sacos de arena para que no desaparezcan de todo.
Yo me fui al Oeste, para poder ver la puesta de sol, y era el único cliente, así que después de negociar un rato, conseguí una cabaña «de lujo» por 4 US$ al borde del mar. Para cenar, un pescado que el propio dueño del resort fue a pescar al arrecife.
Gili Meno es la más pequeña de las 3 islas, y como supuse que allí estaría casi como Robinson Crusoe, no la visité. Aunque me llevo bien con Carlos Olmo, viajar 6 meses sólo con él llega a ser agotador.
Un lugar que no me gustó nada fue Senggigi, al que fui sobre todo para poder subir las fotos de Rinjani y Gilis, pero un día no había conexión, y el resto de los días era tan lenta y cara que después de varias horas sólo había subido 10 fotos y agotado mi presupuesto diario.
Siempre digo que hasta en los peores sitios puede haber sorpresas agradables, y en este caso vino de la mano de un inglés, Robert, que conocí en Senaru y me llevó en coche hasta Sengiggi; me comentó que trabajaba para la ONU, concretamente en el Alto Comisionado de Refugiados.
Había estado trabajando en Timor Este durante el proceso de independencia desde 1999, y ahora es el delegado regional con oficina en Yakarta. Está casado con una indonesia, tienen varios hijos, no ha regresado a Inglaterra en 32 años, y tiene una impactante casa en Senggigi, en la ladera de un monte, con un portalón de madera con bisagras de hierro que representan geckos.
Más que la casa, lo que impacta es el jardín, con un césped que dan ganas de comerlo si uno es herbívoro, y más de 500 palmeras y todo tipo de árboles tropicales.
Tuvo el detalle de invitarme a cenar a su casa, y disfrutamos de una fantástica velada en el porche.
Originalmente habían colocado la mesa en el centro del jardín, pero una hora antes de la cena, cuando yo iba a salir de mi hotel porque su casa está a una media hora andando de Sengiggi, cayó una tromba de agua tan fuerte que en minutos había medio metro de agua en las calles.
Cuando estaba pensando en alquilar un kayak para ir a la casa, un todo terreno entró en el hotel y era un amigo de Robert que me había venido a buscar para que no me llevara la riada.
Además de la compañía y la estupenda cena con vino australiano, que después de 4 meses sin tomar vino se me subió a la cabeza enseguida, me dieron un montón de información de East Timor, que por ahora no me sirve, ya que unos días después decidí no ir allí.
Timor Este era mi destino pensado para renovar el visado de Indonesia, que hoy por hoy sólo dan por 30 días, pero enseguida comprobé que cuanto más te vas al Este en Indonesia más caro y complicado es viajar.
Pensaba volar desde Flores a Timor Oeste, en Indonesia, y luego ir por tierra a Timor Este, pero, como ha pasado con bastantes aerolíneas en Indonesia en los últimos años por culpa de la crisis, que han quebrado, habían suspendido los vuelos directos a Kupang, y la alternativa del ferry llegaba con mi visado vencido.
Si a esto añadimos que sólo 2 semanas antes un tercio del ejército de Timor había desertado, unos 600 del total de 2.000, y que es un país muy caro comparadado con Indonesia ya que prácticamente todo es importado, mi decisión fue que volvería a Singapur a renovar el visado.
Viendo ahora mismo la tele, con manifestaciones en Dili, la capital de Timor Este, edificios ardiendo, violencia en las calles, la gente que abandona la ciudad y la incógnita sobre qué harán los 600 militares desertores, creo que fue la decisión correcta, nunca me ha hecho ilusión llegar a un país y encontrarme en medio de una guerra civil, aunque seguramente para Vagamundos sería buena publicidad.
Aún me quedaba otra aventura por vivir, que probablemente sería más peligrosa que el viaje a Timor o el trekking al volcán Rinjani, pero esa es otra historia que será contada otro día.
Haz clic para saber más sobre Lombok (inglés).
Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2006 de 6 meses por Tailandia, Malasia y Borneo, Brunei, Indonesia, Filipinas y Singapur, haz clic aquí .
¡Hasta Pronto!
Carlos, desde Singapur, 7 de Mayo de 2006
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