Dodecálogo de la India

Normalmente espero a terminar un viaje para escribir un resumen del mismo y narrar mis impresiones, que intentan plasmar las cosas buenas y malas que he visto (siempre subjetivas, vagamundos no pretende ni quiere ser una web objetiva sobre viajes), pero la India es un país que generalmente provoca emociones extremas: o se la ama o se la odia profundamente, a veces en el mismo día, y hay tantos lectores de vagamundos visitantes potenciales que me preguntan sobre la India que he decidido adelantar mis valoraciones, aún a sabiendas de que va a ser difícil transmitir los sentimientos que este país ha provocado en mí.

Lo primero que diría es que, a pesar de todo, y ese TODO se puede escribir con mayúsculas, la India es un país que hay que conocer, e igual que existe el llamado Mal de África, que contagia a la mayoría de gente que la visita con unas ganas irrefrenables de regresar al continente negro, se puede decir que existe el Mal de India, que afecta a muchas personas que retornan año tras año allí, a pesar de que cuando hablas con ellos y te cuentan sus desventuras, sobre todo en el aspecto de salud, te preguntas si no serán masoquistas.

Para sintetizar, cuando empecé el viaje anoté en mi cuaderno, en dos columnas confrontadas, el título Me gusta/No me gusta, e iba apuntando allí los sentimientos positivos y negativos que me producían ciertas situaciones vividas en la India. Curiosamente, algunas de las cosas que estaban en la columna del NO, con el transcurso del viaje pasaron al SI, lo cual demuestra que cuanto más larga es una estancia en la India, más se inclina la balanza a favor del SI, porque no se produjo el caso contrario, que hubiera cosas que pasaran del SI al NO.

Iba a ser un decálogo, pero finalmente se ha quedado en un dodecálogo doble, palabra inventada propia del realismo mágico que transpira la India por sus poros cotidianamente. Empiezo por lo negativo, para que al final de la lectura lo que quede sea el sabor dulce que cubra la parte amarga.

No me gusta de la India

  • El ruido, el tráfico y la contaminación causada por un parque automovilístico viejo que ahora crece a ritmo exponencial y tiene como Dios y Guía la bocina (en las traseras de los camiones pone casi siempre «por favor toque el claxon para pasar»). De las carreteras mejor ni hablar.
  • La masificación de los transportes públicos, que contradice las leyes de la Física que dicen que donde caben 100 no pueden caber 500 (lo he visto con mis ojos y parecía un intento de consecución de un récord Guinness), y por definición el cliente nunca tiene la razón ni derechos de ningún tipo.
  • El timo de «la rupia del turista», que consiste en que casualmente, cuando le tienen que dar cambio al turista, siempre se quedan sin rupias sueltas, ya que presuponen que por ser blanco eres rico y no vas a reclamarla (1€=55 rupias).
  • La sobrepoblación del país y sobre todo de las ciudades, que están creciendo sin control, algo que tiene difícil remedio, porque la familia es sagrada en la India, y todos los intentos de control de natalidad han fracasado. La ONU cree que India (1.100 millones de habitantes) superará a China (1.300) en menos de dos décadas.
  • La basura omnipresente y permanente, agravada por el uso de plásticos que causan graves problemas estomacales a animales como las vacas que los comen; a pesar de ser sagradas, son generalmente maltratadas, lo que contradice los principios básicos del hinduismo. La expresión «vida de perros» tiene completo sentido aquí y la naturaleza es igual o peor maltratada que los animales.
  • Las necesidades fisiológicas de todo tipo se hacen en público sin pudor, es decir: eructan, se quitan los mocos, se tiran pedos, escupen, se limpian las uñas (pies y manos), se limpian las orejas, mean y defecan donde les pilla. El record guinness de pelo en las orejas (no es broma) lo tiene un indio con 12 centímetros de largo.
  • La privacidad no existe en la India; si estás leyendo leen por encima de tu hombro, si estás viendo las fotos de tu cámara igual, si estás hablando con alguien se meten en la conversación y si estás en una tienda comprando algo en segundos se forma un corro a tu alrededor.
  • No existe un lugar en la India donde la electricidad sea constante, lo que obliga a los comerciantes a tener generadores de gasoil que agravan más la contaminación, y donde no lo tienen, seguro que es en el ciber donde pierdes media hora de trabajo al irse la luz.
  • Los tíos se están tocando, literal y metafóricamente, el escroto todo el día, y a veces pueden ser bastante irrespetuosos con las mujeres, tanto las extranjeras como las locales.
  • Los baños. La fontanería en la India es una labor artística más que un oficio, y he estado en oficinas del gobierno pulcras y bien pintadas cuyos baños no habían sido limpiados nunca, porque es un oficio de castas bajas, los Intocables, que un indio de otra casta jamás ejercerá.
  • No hay aceras en la India, y donde las hay están generalmente ocupadas por vendedores, vehículos, basura, vacas, dentistas, peluqueros, etcétera, lo que te obliga a caminar por la calzada con el peligro de que te atropellen innumerables tipos de vehículos o animales.
  • Una mención especial se la llevan los conductores de autorickshaw, ese triciclo motorizado popular en la India, muy práctico, pero en manos de émulos de Fernando Alonso, y con una avidez tal que muchas veces logran que los taxistas de Madrid parezcan la Madre Teresa en comparación, porque son el peor depredador de la India y su pieza más codiciada es el turista.

Me gusta de la India.

  • La cordialidad y generosidad de la gente, que te atiborrará de comida en los trenes y autobuses, aunque eso suponga que ellos pasen hambre.
  • La dignidad y elegancia de todas las mujeres, hasta las más pobres, que llevan el sari, la prenda más elegante del mundo, como si fueran princesas.
  • La sonrisa y la mirada de los niños en India ablanda incluso a los que no les gustan los niños.
  • La comida, y sobre todo comer con las manos (bueno, con la mano derecha), olvidando los convencionalismos occidentales.
  • La variedad de cultos y filosofías, en general muy respetuosas con los demás, y la espiritualidad que se siente en muchos lugares.
  • El mantenimiento de su cultura a pesar de las múltiples colonizaciones, guerras e invasiones en su historia (en Calcuta han abierto hace muy poco el primer Mac Donalds, un tipo de invasión no menos preocupante que las militares).
  • Los templos por toda la India, una prueba de la devoción cotidiana de la gente, que todavía puedes ver hoy a lo largo de todo el país, ya sea en un templo hinduista, católico, jainista, budista, sijista, parsi, una mezquita, etc.
  • Los trenes, donde la vida discurre delante de tí como en una película de Bollywood pero en vivo y en directo.
  • Lo barata que es, ya que en la India se puede vivir y viajar cómodamente con 10€/día e incluso con menos de la mitad si decides vivir y viajar como ellos.
  • Lo fácil que es viajar independientemente, ya que a pesar de no reservar ni preguntar horarios nunca he esperado más de una hora por un bus (con el tren es otra historia, si quieres viajar con un mínimo de comodidad hay que comprar con antelación).
  • El cine como fenómeno social mucho más allá del simple entretenimiento, que te obliga a mirar casi más a la platea que a la pantalla.

El Ni, como llamo al extraño movimiento de cabeza que hacen; nunca sabes si significa sí, no, o todo lo contrario, pero acabas adoptándolo también como muestra de que en la India todo es posible.

El orden de los me gusta/no me gusta no tiene nada que ver con la intensidad del sentimiento, y aunque he puesto los trenes en el lado SI, si hubiera escrito esto después del viaje de 35 horas que hice de Darjeeling a Delhi en un tren sin A/C seguro que lo hubiera colocado en la otra columna.

Tanto si conoces la India como si no, me gustaría que pusieras tus comentarios sobre el país y el diario abajo.

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Visita la web oficial de turismo de la India para saber más sobre el país.

¡¡ Hasta Pronto !!

Carlos

Desde La Coruña 26 de Junio de 2007