Costa Rica. La Tierra de los Ticos
Costa Rica sólo tiene 51.000 km cuadrados (un 10% de la superficie de España y un 0,03% de la del mundo), pero contiene el 5% de la biodiversidad mundial, con más especies que Canadá y USA juntas. Sus habitantes, llamados ticos, son unos 3.2 millones, de los cuales en su capital, San José, viven unos 150.000.
San José aparece en la mayoría de las guías como una ciudad poco interesante, algo en lo que no coincido en absoluto. Es cierto que no tiene una ciudad vieja colonial, y que su diseño cuadriculado de avenidas de este a oeste y calles de norte a sur, con números pares e impares en vez de nombres, se parece más a una ciudad americana, y que sus casas bajas (no hay que olvidar que estamos en una zona de bastante actividad sísmica y volcánica) no son muy atractivas, pero a ello contrapone una vida cultural muy intensa, con teatros, cines, conciertos, un ambiente cosmopolita, y algunas joyas (nunca mejor dicho) como el museo del jade, y un mercado central que es modelo de como en un espacio angosto se pueden colocar ordenadamente todo tipo de mercancías (he visto una torre de 10 pisos de pescado que estaba en perfecto equilibrio), y comer además un delicioso ceviche de corvina muy barato.
El clima es muy agradable en San José, ya que está a 1.100 m de altitud, rodeada de montañas que le proporcionan un ambiente casi de montaña, seco y fresco; además es una ciudad llena de vida en las calles, con gente voceando las mercancías que vende, puestos de fruta donde te puedes tomar un refrescante coco directamente del envase con una pajita, y comprar todo tipo de bocas (equivalente a nuestras tapas). Desde San José puedes llegar en el día a cualquier rincón del país.
Una de las actividades deportivas preferidas por los visitantes es el rafting, ya que Costa Rica ofrece, tanto en su vertiente del Pacífico como del Atlántico, ríos de todos los niveles:
I al III. Sarapiquí en el Atlántico, Corobici, Savegre, y Parrita en el Pacífico.
III al IV. Pacuare, Naranjo y Reventazón el el Atlántico, General en el Pacífico
V. Pacuare y Reventazón en sus secciones altas.
Yo he elegido el Pacuare para mi rafting en Costa Rica, con una agencia llamada Costa Sol, que en mi guía menciona como pequeña y divertida, pronto sabré qué significa exactamente. La guía del bus que me recoge en el hotel a las 6h30 del Domingo (el día tiene su importancia) se llama Laura, es muy joven, y lleva gafas de sol negras; un poco más tarde recogemos al guía de balsa, también muy joven y también con gafas negras, me inclino a ver si el conductor del chófer lleva también gafas negras, porque entonces me parece que me he apuntado al rafting de los noctámbulos, pero por suerte no las lleva.
Paramos a tomar un energético desayuno (gallo pinto, arroz con frijoles y huevo) en Chiripí, un precioso mirador desde el que se domina el valle por donde serpentea el río Reventazón. Seguimos camino, y cruzamos la ciudad de Turrialba, la capital del rafting, del café, del azúcar de caña, de los viñedos, y creo que de los ciclistas, porque en una carretera de montaña bastante empinada adelantamos a cientos de ellos, uniformados y con sus cascos de seguridad.
Finalmente llegamos al río, somos 22 pax a repartir en 4 balsas, y nos dan una charla de seguridad bastante descafeinada y con bastante cachondeo, lo que me mosquea, porque haciendo rafting uno se lo puede pasar muy bien, pero es muy importante la comprensión de las normas de seguridad y comportamiento en caso de vuelco, sobre todo cuando hay bastantes novatos, como es el caso.
El día está nublado y el agua bastante fría y ruego para que no volquemos, pero como agnóstico que soy, mis ruegos no son escuchados por el Divino, y en el tercer rápido, de clase III, volcamos. Me enfado bastante y les digo que si no queremos pasarnos más tiempo en el agua que en la balsa, hay que dejar el cachondeo entre rápido y rápido. Parece que mi charla hace efecto porque a partir de ese momento las cosas van bastante mejor.
Son en total 28 km, así que la cosa va a ser larga, además el río no lleva demasiada agua, y hay que remar bastante. Vamos dejando atrás rápidos llamados piso doble, huacas arriba y abajo, cimarrón, el imán, el hueco de surfear, 2 montañas, y entre medias el paisaje nos ofrece unas cascadas preciosas, muchas de ellas caen directamente sobre el río, y remamos con nuestra balsa para situarnos debajo y sentir el impacto del agua en nuestros cascos desde 10 m, ¡atronador, te deja sordo!. A mitad de recorrido, hay un cañón angosto donde el río se calma y es el momento para un baño. Los tucanes surcan a toda velocidad el cielo, con sus cuerpos aerodinámicos y sus enormes picos.
Hacemos los 28 km sin paradas, y terminamos nuestro recorrido en Siquirres, donde nos espera una comida durante la cual comentamos los avatares de la jornada. He cometido un error de principiante, y es que el chaleco que llevaba era nuevo, y me ha producido unas rozaduras bastante molestas en los hombros, debí haberme puesto una camiseta debajo.
El regreso a San José es muy tranquilo, todo el mundo durmiendo en el bus mientrás yo comento sobre el proyecto que hay para construir una presa y eliminar algun0 de los tramos más conocidos de rafting en el Pacuare; espero que las autoridades Ticas entren en razón, y encuentren otro sitio donde hacer la presa.
Hasta Pronto !!!
Desde San José, 20/02/2001
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