Chichen Itzá y el Mundo Maya, Patrimonio Vivo de la Humanidad
No soy muy de tours, y menos en lugares como Chichen Itza, que están masificados y reciben todos los días hordas de turistas en autobuses de lujo con A/C desde sus hoteles, para recibir una bofetada de calor al abrir las puertas y encontrarse con más de 30º de temperatura.
Me pegué un buen madrugón en Valladolid, a 50 km de Chichen Itza, para poder llegar a la hora que abren las taquillas, las 8 am. Hay autobuses y colectivos desde el terminal ADO de Valladolid por unos 30 pesos mexicanos, sobre 1.5€.
La entrada principal ya te indica que por ahí pasan muchos miles de personas cada día, pero el sistema de pago con tarjeta de crédito es simplemente ridículo, ya que pagas en dos etapas, 170 pesos que te cobra el gobierno, y 70 que te cobra el estado de Yucatán, en total unos 12€, lo que supongo que alargará las colas más tarde, aunque a las 8 am no había nada.
Llegué a la plaza principal, donde se yergue imponente el templo de Kukulcan o El Castillo, como también le llaman, y aproveché para hacer unas cuantas fotos con el lugar vacío de gente, sabía que luego llegarían los autobuses pero no me podía imaginar cuantos.
La gran pirámide tiene cuatro lados y en su cima hay una plataforma rectangular que se usaba para las ceremonias. La base de la pirámide tiene 55,5 metros de lado y 24 metros de alto.
Cada lado de la pirámide tiene una escalinata de 91 escalones, así que si multiplicamos por 4 y añadimos uno más que conduce al templo superior, nos da 365 escalones, uno por día del año.
Antes se podía subir andando hasta lo alto de la pirámide, pero hubo varios accidentes y decidieron prohibirlo, una pena porque las vistas deben ser espectaculares.
Cerca de la entrada principal se encuentran el templo del jaguar y el famoso juego de pelota maya que consiste en pasar una pelota por un estrecho aro de piedra situado a bastante altura.Hay dos aros, uno a cada lado del campo de juego.
En el otro extremo de la esplanada se encuentran el templo de los Guerreros y de las Mil Columnas, que no he contado pero la realidad es que hay cientos.
En maya, Chichén Itzá significa boca del pozo de los itzaes, que hace referencia al Cenote Sagrado, el gran pozo natural que los mayas consideraban una de las entradas principales al inframundo, hogar de dioses como los de la lluvia.
Durante la colonización española Chichén Itzá conservó su función de lugar sagrado y aun acudían a la antigua capital de los itzaes peregrinos mayas a realizar ceremonias en el Cenote Sagrado, en el Castillo y el Osario.
Por la importancia de Chichén Itzá, Francisco de Montejo llegó a plantear establecer ahí la capital de la provincia de Yucatán, aunque la idea no prosperó y Mérida fue fundada en 1542 sobre los vestigios de una ciudad maya llamada T’Ho que había sido abandonada.
El Cenote Sagrado de Chichén Itzá es un cenote a cielo abierto de 60 m de diámetro, un circulo casi perfecto con paredes verticales de 15 m hasta la superficie del agua, más 13 m de profundidad.
A principios del siglo XX el estadounidense Edward Herbert Thompson compró la propiedad en donde se encuentra el cenote, y lo dragó para extraer numerosos objetos que vendió principalmente al Museo Peabody de Massachusetts.
A partir de 1926 se estableció una larga lucha legal entre el gobierno mexicano, que expropió la propiedad, y el norteamericano y sus descendientes, que se prolongó hasta 1945 y terminó con una sentencia favorable a Edward Herbert Thompson, ya que cuando compró la finca no había leyes que protegieran el patrimonio cultural mexicano, algo que ahora nos parecería impensable.
Una zona que me gustó especialmente fue el Osario o Tumba del Gran Sacerdote, una pirámide muy semejante al parecida al Castillo, tanto que parece una réplica en miniatura, donde hay un friso con relieves mitológicos decorado con la efigie del dios Chaacy con serpientes emplumadas en sus escalinatas.
También es muy chula la parte de El Caracol u Observatorio, que aparentemente era un observatorio estelar maya, ya que el paisaje llano de Yucatán no posee colinas naturales alrededor de Chichén Itzá, y los mayas podían contemplar el cielo sobre la vegetación de la península de Yucatán.
Los astrónomos mayas sabían a partir de sus observaciones que Venus aparece por el oeste y desaparece sobre el horizonte del este a distintas horas a lo largo del año, y que le toma 584 días completar un ciclo.
También sabían que cinco ciclos de Venus equivalían a ocho años solares. Por lo tanto Venus realiza sus apariciones en los extremos norte y sur con intervalos de ocho años.
De los 29 eventos astronómicos posibles (eclipses, equinoccios, solsticios, etc.) que interesaban a los mayas, en la estructura es posible adivinar marcas para visualizar 20 de ellos. Del resto no se podrá saber nunca porque parte de la torre está destruida. El nombre El Caracol viene de la escalera que hay en su interior para subir.
La última parte que visité, ya con un calor axfisiante, fue el sureste del complejo arqueológico, donde se encuentran La Iglesia y La Casa de las Monjas, nombre que le dieron los españoles por pensar que la disposición en forma de celdas correspondía a alojamiento de religiosos.
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¡Hasta pronto!
Carlos, desde Mérida, Yucatán, México, 13 de marzo de 2017
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