Cartagena, Colonial, Colorista y Colombiana
Se acercaba el final de mi viaje por el Caribe y Colombia, y después de 5 meses de ajetreo tenía ganas de tirarme unos días en alguna playa remota y dedicarme al dolce far niente.
Una pareja de franceses que estaban alojados en La casa amarilla en Mompox me recomendaron las islas de San Bernardo, un archipiélago parte del Parque Natural Corales del Rosario y San Bernardo, al sur de Cartagena.
Las islas del Rosario son muy populares y visitadas por su cercanía a Cartagena, por lo que mi selección estaba clara, las 7 pequeñas islas de San Bernardo, Isla Palma, Tintipan, Santa Cruz del Islote, Mucura, Maravilla, Panda, Ceycen, Cabruna y Mangle, un paraíso de playas blancas, manglares y aguas cristalinas, con gran variedad de fauna y flora.
Para llegar a Tolú, una localidad turística en la costa del Caribe, principalmente para turistas colombianos, tuve que volver a tomar hasta 5 medios de transporte, taxi, ferry, mototaxi, buseta y autobús, y después de varias horas de viaje para hacer poco más de 100 kilómetros, llegue a Tolú y me metí en el primer restaurante de la playa a degustar un rico pescado con patacones y arroz en coco.
Después de la opípara comida, me puse a buscar hotel, porque los barcos a San Bernardo salen por la mañana temprano.
No recordaba en ese momento lo rápido que puede cambiar el tiempo en el Caribe.
Tolú está a 3 horas de Cartagena de Indias hacia al sur, pero las separan 2 mundos, ya que en este pequeño pueblo costero apenas hay turismo extranjero, y el ambiente es 100% colombiano para bien y para mal, es decir mucha bulla, cerveza y ron en los bares del paseo marítimo, la música a volumen atronador, pero al mismo tiempo una alegría de vivir y una amabilidad que no encuentras en otros lugares turísticos.
Los hoteles en primera línea de playa estaban llenos, y me fui a la calle paralela, donde me alojé en un hotel familiar, por unos 6 euros.
El único problema es que el baño tenía la luz fundida y no conseguí que viniera nadie a cambiármela, y a la mañana siguiente no había agua, se les había estropeado la bomba. Al menos la señora tuvo la decencia de cobrarme sólo la mitad por la habitación.
El problema es que, nada más desayunar, empezó un temporal huracanado, con lluvias, vientos muy fuertes y el mar se envalentonó.
Consulté en Internet si era sólo la típica lluvia tropical que igual de rápido que llega se va, pero el pronóstico era de mal tiempo para varios días y decidir marcharme a Cartagena, ya que mi vuelo de vuelta a España desde Caracas era en 7 días.
No era mi día de suerte, ya que a mitad de camino el tráfico estaba parado, y por el ambiente que había en la zona, con vendedores de comida, bebida, y todo tipo de venta ambulante, todo indicaba que la cosa iba para largo.
Nos informaron de que había obras en un puente y que estaría cerrado durante varias horas; al menos mantuvieron el aire acondicionado del autobús encendido, ya que la temperatura exterior rondaba los 40º.
Llegué por la tarde a Cartagena, y me fui hacia el barrio Getsemaní, en la zona histórica pero fuera de la ciudad amurallada, esa está reservada para los hoteles de lujo.
Uno de los hostales más conocidos en Cartagena es Casa Viena, fundada en 1992 por Hans, un austriaco, de ahí el nombre.
Es tan popular que sin reserva previa no es fácil conseguir habitación, así que cuando llegué me dijeron que estaba lleno y me fui cerquita, al hostel Media Luna, en la calle del mismo nombre, que estaba recién inaugurado y todavía sufría los efectos de una apertura probablemente prematura, ya que la piscina estaba de un color verde sospechoso y las duchas del primer piso funcionaban cuando querían.
Los empleados suplían con simpatía y buena voluntad las deficiencias. El concepto del Media Luna es el de Art Hostel, ubicado en una bella casona colonial restaurada y pintada de un blanco radiante, que sin duda será un reto mantener, ya que tiene 160 camas, una piscina en el patio colonial lleno de hamacas y tumbonas, bar, terraza con panorámica de la ciudad, un restaurante en la planta baja, y cocina comunal.
El calor en Cartagena era axfisiante, así que a la mañana siguiente estaba a las 6 a.m. en la ciudad amurallada, el mejor momento para verla, ya que estaba fresca y tranquila, sin el ajetreo de tráfico y todas las tiendas y negocios abiertos.
Cartagena fue el primer lugar de Colombia declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en noviembre de 1984, con la denominación Puerto, Fortaleza y Conjunto Monumental de Cartagena, y las razones son «porque el puerto de Cartagena posee el conjunto de fortificaciones más completo de toda Sudamérica.
Un sistema de zonificación divide la ciudad en tres barrios diferenciados: el de San Pedro, con la catedral y numerosos palacios de estilo andaluz; el de San Diego, antiguo lugar de residencia de los mercaderes y la pequeña burguesía; y la barriada popular de Getsemaní.»
En 1502, 10 años después del primer viaje de Colón a América, Rodrigo de Bastidas navegó toda la costa atlántica de Colombia y la bahía de Cartagena fue llamada así por ser similar a la de Cartagena en España.
La ciudad fue fundada el 1 de junio de 1533 por Pedro de Heredia y la Ciudad Heroica, nombre ganado a pulso, fue desde su fundación el puerto con más trafico de oro del imperio colonial español y por ello el botín más codiciado por piratas y corsarios, algunos respaldados por Inglaterra, que rivalizaba con España por la hegemonía de los mares del mundo.
Los españoles la dotaron del sistema de fortificaciones defensivas más completo y seguro de la época, con diferentes zonas de protección.
Fue asaltada repetidas veces por piratas y tropas inglesas, principalmente por Francis Drake en 1586.
Felipe II mando construir 11 km de murallas y fuertes defensivos, con un sistema zonal que dividía la ciudad en cinco barrios:
Santa Catalina con la catedral y numerosos palacios estilo andaluz.
Santo Toribio, donde vivían los comerciantes y la burguesía.
La Merced, donde se ubicaba el cuartel del batallón permanente de Cartagena.
San Sebastian, barrio popular.
Getsemani, barrio de artesanos y trabajadores del puerto.
En marzo de 1741 la ciudad resistió el asedio de las tropas del almirante inglés Edward Vernon, una escuadra de 186 navíos y 23.600 hombres, la flota más grande nunca reunida hasta el desembarco de Normandía.
Todavía hoy impresiona el tamaño del castillo de San Felipe de Barajas, a pocos metros de la ciudad amurallada.
La construcción comenzó en el año de 1536, y esta dotado de enormes muros y túneles subterráneos a todo su alrededor que servirían para volar el castillo si corría el riesgo de caer en manos del enemigo, ya que en cuestión de minutos se podía colocar pólvora y volar la Santa Bárbara.
A mi me sirvieron, por su frescura, para paliar el aplastante calor que había fuera, que me hizo prácticamente imposible conquistar el castillo a pesar de que tenía todas las puertas abiertas.
Desde 1990 el castillo ha servido para importantes eventos como la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (1998) y la Cumbre del Grupo de Río (2000).
Más modestamente, cuando fui yo, sirvió como «marco incomparable», para que un grupo de colegiales hicieran una representación teatral sobre la época de la colonia.
Los Castillos de San Fernando de Bocachica y de San José, situados a ambos lados de la bahía, servían para hacer fuego cruzado contra cualquier intento de invasión.
La entrada principal a la ciudad amurallada, o corralito de piedra, como la llaman los colombianos, es la Torre del Reloj o Boca del Puente, construida sobre la muralla en el siglo XIX, al lado del barrio Getsemaní y el Muelle de los Pegasos.
Una vez cruzamos el umbral, nos encontramos en la Plaza de los Coches, rodeada de casonas con balcones de madera. En toda la ciudad amurallada se encuentran edificios importantes durante la época colonial, como la Casa del Marquéz del Premio Real, la Casa de la Aduana y el actual edificio de la Alcaldía Mayor y el Museo de Arte Moderno.
Las construcciones religiosas también son muy abundantes, y destacan:
Iglesia de San Pedro Claver, el apóstol de los negros, llamado así por su defensa permanente de los esclavos
Plaza de Santa Teresa, donde está el antiguo convento de Santa Teresa hoy hotel de cinco estrellas.
Claustro e Iglesia de Santo Domingo.
Claustro y capilla de la Merced. La capilla es la sede actual del teatro Heredia.
Convento de La Popa, en el Cerro del mismo nombre.
En su capilla se encuentra la Virgen de La Candelaria, la preferida por el pueblo de Cartagena.
Todos los años, en su honor, se celebran entre enero y febrero las Fiestas de Nuestra Señora de La Candelaria.
En la Plaza de Santo Domingo se encuentra, en un edificio colonial hermosamente restaurado, el Centro de Formación de la Cooperación Española de Cartagena de Indias, donde se realiza actividades culturales y formativas de esta agencia que de depende del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
Una historia poco conocida es la relación entre Miguel de Cervantes Saavedra y Cartagena de Indias, ya que antes de escribir el Quijote fue nombrado recaudador de impuestos en la Heroica, y cuando ya estaba a punto de embarcarse hacia América, sus enemigos intrigaron en la Corte y consiguieron anular el decreto en 1590.
Cervantes tuvo que suspender su viaje y afrontar un terrible época de penurias económicas; pocos años después escribió el Quijote.
Quizás si hubiera estado bien acomodado y con un puesto de funcionario en Cartagena de Indias no habría escrito el Quijote, y con ello el mundo se hubiera perdido las aventuras y desventuras deEl ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, pero eso no lo sabremos nunca.
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Para más información sobre Cartagena, consulta las páginas web de:
Wikipedia, Portal Oficial de Turismo, Alcaldía de Cartagena, Cervantes Virtual, Colombian Paradise, Ewa Kulak, una polaca colombiana, Noticias, colores y motivos de un viaje a Cartagena de Indias, La siempre colorida, bella y romántica Cartagena de Indias, Parque Natural Corales del Rosario y San Bernardo
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Desde Madrid, España, 26 de noviembre de 2009
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos
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