¿Qué es lo que haces tú aquí, una gaviota en Madrid?

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El Capricho

Esta era la pregunta que me hacía a mí mismo cuando me mudé a Madrid. Para alguien acostumbrado a vivir al lado del mar, irse a 600 km de distancia era muy duro. «Madrid Me Mata» era una frase típica de finales de los 80, y conmigo casi lo consigue. Aparte del accidente de coche que tuve, la agresividad de los taxistas, la polución, las masas y el stress de madrid me iban matando lentamente.

Por otra parte, de Madrid me encantaba esa vitalidad de ciudad joven, crisol de todas las tendencias y refugio de los personajes mas variopintos, en la cual el único límite es el que se pone uno mismo, y como se decía también entonces, se podía ir «de madrid al cielo».

El templete de música

El templete de música

Entonces descubrí el secreto para ser feliz en Madrid: ir a contramano de los demás. Ir de compras cuando la gente está comiendo, a comer cuando están de tiendas, a las exposiciones al mediodía, salir de noche y a espectáculos entre semana, y escapar o esconderse el fin de semana.

Uno de los sitios que muy pocos madrileños conocen, y que es perfecto para «esconderse», es el parque llamado «El Capricho».

Alfombra de hojas en Otoño

Alfombra de hojas en Otoño

Los jardines del Capricho de la Duquesa de Osuna se encuentran a las afueras de la villa de Madrid, en el noreste. En 1787, los duques encargaron al francés Mulot el diseño de un jardín en torno a su palacio, de nueva construcción. Este diseño lo desarrollaron Prevost y Tedadey. El jardín se divide en tres sectores: el Jardín Inglés, el Jardín Francés y el Giardino Italiano. En todos ellos se insertan elementos constructivos (cenadores, casetas, columnas y relieves) que le confieren un aire peculiar.

El túnel de arbustos

El túnel de arbustos

Esta mezcla de estilos le otorgan un encanto especial, y no cabe ninguna duda de que el nombre está perfectamente otorgado, ya que la Duquesa de Osuna, por ejemplo, amaba el olor de las lilas, e hizo plantar cientos de ellas, que en primavera inundan la atmósfera con su embriagador perfume.

Otros caprichos de la condesa fueron la ría navegable que conducía al casino de baile, el fortín para que jugaran los niños, la «casa del pueblo», donde la nobleza podía ver in situ como era una casa de labriegos, con sus correspondiente maniquies representando a una familia, y finalmente el lago, que en su parte central tiene un islote al que sólo se puede llegar en barca, y si le echamos imaginación, podemos pensar en múltiples usos para el mismo.

Hermosa pradera

Hermosa pradera

Este parque, situado a solo 9 Km del centro de madrid, abre solamente los fines de semana, y además de los anteriores encantos, hay que añadir que no permite la entrada de animales (¡¡no pisarás cacas de perro!!), ni bicis, ni juegos de pelota (¡¡niño, deja ya de joder con la pelota!!).

En otoño su suelo se alfombra con miles de hojas caídas, que le dan una belleza singular, ya que posee una gran variedad de árboles de hoja caduca y perenne. Sentarse en un día soleado de otoño en uno de sus bancos para leer un libro, le reconcilia a uno totalmente con Madrid y sus miserias.

¡Hasta Pronto!

vagamundos

Desde Madrid, 11/12/2000