Maldivas está considerado uno de los mejores destinos de buceo de mundo, y la mejor manera de vivir la experiencia es a bordo de un barco, navegando entre islas coralinas en búsqueda de algunos de sus animales más emblemáticas, como los tiburones ballena, las manta rayas gigantes, las tortugas y un sinfín de especies de tiburones que se alimentan de los enormes bancos de peces, como los túnidos.
Los barcos recorren principalmente tres rutas, la clásica de los cinco atolones Malé Norte, Malé Sur, Felidhoo, Ari y Rasdhoo; la clásica-norte, que visita los atolones Male Norte, Baa, Rasdhoo y Ari Norte, y la ruta Sur, que comienza en el punto más meridional del país, Addu City, ya en el Hemisferio Sur, y navega hacia el norte recorriendo los atolones de Ari, Meemu, Thaa, Laamu, Gaaf, Foamulah y Addu. Hay otras muchas rutas pero estas son las más habituales. Los viajes duran un mínimo de una semana, y algunos hasta dos.
Yo elegí la ruta Sur porque la definen como “así era Maldivas hace 25 años”, y desde luego el estilo de vida se aleja mucho del ajetreo de Male e islas adyacentes, como ya pude comprobar en Addu.
El punto de encuentro con los guías, Marilén y Marc, dos mallorquines que llevan 17 años por Maldivas, era el aeropuerto internacional de GAN, donde fuimos llegando los 10 pasajeros (5 españoles, 1 austriaco, 2 italianos y dos letones) que iríamos en este safari de buceo, un lujo porque todos tendríamos una habitación individual (bueno, las 3 parejas una doble), ya que el barco tiene 10 camarotes y puede albergar hasta 20 pasajeros.
Una semana después desembarcaríamos en Koodhoo para tomar un vuelo de vuelta a Malé. En ruta haríamos 18 inmersiones, cruzaríamos el Ecuador y visitaríamos varias islas, alguna de ellas deshabitada.
Para bucear tendríamos un dhoni, un barco auxiliar donde estaría toda la semana el material de buceo, por lo que nuestro barco principal, El MV LEO, comercialmente el Blue Force One, sería nuestro hotel, y de lujo, porque está considerado uno de los mejores barcos de Maldivas.
42 metros de eslora, 12 m de manga y 700 CV de potencia para llevarnos cómodamente a cualquier parte, además de unas instalaciones completas con jacuzzi, sauna, baño turco, varios solariums, una tele 3D de 56″ que sólo usamos para ver el vídeo resumen el último día, y un karaoke que por suerte no usamos.
Después de nuestra primera noche a bordo, madrugamos (6 a.m.) para estar en el agua antes de las 7, y nuestra primera inmersión fue en el British Loyalty, un barco británico que fue hundido por ellos mismos cuando se fueron de las Maldivas en 1946 al dejar de ser protectorado británico.
Con 110 metros de eslora es el pecio más grande de Maldivas, y sus 70 años bajo el mar lo han convertido en un arrecife de coral muy poblado por todo tipo de bichos. Aún hoy de sus depósitos siguen saliendo mini burbujas de aceite que van a la superficie.
Regresamos al barco a desayunar, y en la segunda inmersión nos quedamos maravillados cuando varias manta rayas gigantes nos pasaron varias veces muy cerca con giros y movimientos elegantes, como si fuera una exhibición de vuelo acrobático, pero debajo del agua. Maldivas en estado puro.
En las siguientes inmersiones, vimos todo tipo de fauna marina, tiburones en grandes cantidades en los canales entre islas, jacks y atunes, rayas águilas, napoleones gigantescos, tiburones martillo, sedosos, puntas plateadas e incluso tiburón tigre, leopardo, nodrizas y un guitarra, una pez vela que se atisbaba en el azul , así como fauna endémica de la zona como los lima arlequín o los loros gibosos, y tortugas verdes por todas partes.
Una gran experiencia fue visitar la isla de Foahmulah, donde vimos como los barcos de pesca traían enormes atunes que enseguida despiezaban con gran destreza en su pequeña lonja. Compramos uno de 40 kg por 60€, que al día siguiente consumiríamos en forma de sashimi absolutamente delicioso.
En la trasera de una camioneta dimos una vuelta por la isla, con apacibles calles de arena y un ambiente más que relajado, pero con un calor abrasador que aplacamos con un coco (cada uno) comprado en el minimercado. Vimos también la primera mezquita de la isla, al borde del mar, en un precioso entorno.
Otra bonita experiencia fue la que con gran secretismo llevaron a cabo entre la tripulación maldiva y Marilén. Nos desembarcaron en una pequeña isla deshabitada, que rodeamos en un rato, y cuando llegamos a la playa habían preparado una cena, con una preciosa decoración hecha de hojas de palmera y vegetación, y lo más increíble, habían hecho una escultura de arena que representaba a la perfección un tiburón ballena de varios metros. Todo iluminado por decenas de velas.
El penúltimo día buceamos varias veces el canal entre Vilingili y Kafu, y fondeamos en Boadhdoo, donde pusimos unos potentes focos en la popa del barco para atraer el plancton y consecuentemente a los animales que se alimentan de él.
No tuvimos que esperar demasiado, al poco rato apareció un tiburón ballena de unos tres metros de largo, cubierto casi completamente de remoras. Estuvo un rato comiendo, pero se fue.
La segunda visita se hizo esperar casi dos horas, pero compensó porque aparecieron tres tiburones ballena casi al mismo tiempo, uno de ellos de 6 metros, y estaban tan relajados que nos bañamos con ellos tan cerca que podríamos haberlos tocado, de hecho uno me rozó con su aleta caudal. La noche siguiente repitieron visita.
Ya había buceado y hecho snorkel con tiburones ballena en Filipinas, pero no deja de emocionarme que el pez más grande del mundo, que puede llegar a los 12 metros, sea un vegetariano consumado y un animal que transmite tranquilidad y relax.
Del safari de buceo con Maldives Blue Force en el hemisferio sur en el barco Blue Force One me llevo maravillosas experiencias submarinas, pero también imágenes sobre la superficie de gran belleza, como los atardeceres sobre el Océano Índico, especialmente la última puesta de sol desde nuestro fondeo en la isla Vilingili, que fue un broche dorado perfecto.
Todo en el barco fue perfecto, la tripulación muy simpática chapurreando español y siempre de broma, el cocinero de diez, el masajista indio, que no probé, también debía ser muy bueno por las caras que llevaba la gente al salir, los divemasters unos linces avistando fauna marina, los compañeros de buceo (salvo la excepción de un loco que incluso llegó a amenazarme) fantásticos y Marc y Marilén son la pareja perfecta, tanto sobre como bajo el agua.
Las fotos y vídeos submarinos han sido realizados por Marc, ya que mi cámara no estaba operativa. Tienes abajo el resumen de las 18 inmersiones en 10 minutos a ritmo de Coldplay, con gran parte de lo que vimos en los fondos submarinos de Maldivas.
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¡Hasta Pronto!
Carlos, desde Colombo, Sri Lanka, 16 de Marzo de 2016
maravilloso!!!
Impresionante las fotos Carlos !!! Te felicito por tu post
Saludos desde Rosario, Argentina
Dan ganas de dejarlo todo y salir corriendo a bucear en Maldivas. Tremendas fotos y videos!
Beaitiful photos !!! Love It . I Will check this info in My next Trip ,Thnks