El Trekking a la Ciudad Perdida de los Indios Tayrona
Uno de las cosas que de ninguna manera iba a perderme en Colombia era el trekking a la Ciudad Perdida (y evidentemente encontrada), que se encuentra cerca de Santa Marta, en el Caribe colombiano, un lugar de exuberante belleza.
Como las intensas lluvias tenían el centro y sur del país en estado de alarma, con carreteras cortadas y ríos desbordados, tomé un autobús desde San Gil, que 12 horas después me dejó en Santa Marta de madrugada, con el cuerpo molido, pero un desayuno completo con un buen zumo de mango, arepas de huevo y café colombiano, en el paseo marítimo de Santa Marta, me revivió inmediatamente.
Enseguida me puse en contacto con Turcol, la agencia que lleva más tiempo organizando el trekking a Ciudad Perdida, casi 20 años, y aunque querían meterme en un grupo de 15 personas para ese mismo día, ya que era Semana Santa, preferí esperar un día más, ya que al día siguiente seríamos sólo cinco, ¡pero qué cinco, descubriría después!.
La Sierra Nevada de Santa Marta es una cordillera separada del sistema andino que se eleva desde el mar hasta 5.775 metros de altura, y alberga un ecosistema único en el mundo.
Aquí se ubican los restos de la ciudad Teyuna, como se llama en el lenguaje indígena, Buritaca 2000, nombre técnico entre los arqueólogos y Ciudad Perdida, como la conoce el resto de los mortales.
Dormida en lo más profundo de la densa jungla del Parque Nacional Tayrona de Colombia, Teyuna fue construida alrededor de 700 DC, y fue hogar de una comunidad de aproximadamente 3500 indios Tayrona.
Durante la colonización los Tayrona fue duramente golpeados, no tanto por la violencia, como por las enfermedades nuevas llegadas de Europa, como la viruela y la sífilis.
La ciudad fue abandonada y la difícil orografía y la densa jungla circundante la mantuvieron en el olvido durante siglos. Fue descubierta en 1972 por un grupo de guaqueros, que observaron las terrazas de piedra, ya que el resto de construcciones, como las viviendas, habían desaparecido completamente.
Los trabajos de restauración que se han hecho han recuperado la escalinata con 1200 escalones desde el río Buritaca hasta la ciudad, los círculos de piedra que servían de cimientos para las chozas de madera y el dédalo de senderos pavimentados entre las terrazas, de las que se ha restaurado unas 200, aunque siguen apareciendo nuevos emplazamientos.
La mayoría de los objetos ceremoniales encontrados y de tesoros recuperados pueden ser vistos en el Museo de Oro en Bogota.
El principal atractivo de la ciudad es la propia ubicación y las terrazas ceremoniales que forman el centro de la ciudad perdida, con esculturas como la Piedra del Sapo, una piedra simbólica representativa del Dios animal de los indios Tayrona y la Silla del Mamo, que es la silla donde el jefe de la tribu se sentaba a pensar y decidir.
Las terrazas servían también para maximizar el rendimiento del escarpado terreno, y al deambular por las mismas, uno puede meterse en la cultura y técnicas del pueblo Tayrona e imaginar cómo sería la vida en los tiempos en que estaba habitada.
Pero para llegar hasta la Ciudad Perdida hay que caminar desde el nivel del mar (quitando una primera parte que se hace en todo terreno hasta El Mamey, a dos horas y media de Santa Marta).
De allí parte la ruta de senderismo, que atraviesa dos pequeños poblados indígenas Koguis: Mutanshi y Koskúnguena, y continúa hasta los 1200 msnm de la Ciudad Perdida, por un sendero que discurre siempre paralelo al río Buritaca.
La caminata a Ciudad Perdida es de ida y vuelta por el mismo camino, cinco o seis días en total, de los cuales tres son de ida, pasando una noche en la Ciudad Perdida, y el regreso, al ser más bien cuesta abajo, puede durar dos o tres días.
La dureza depende mucho de la climatología, ya que el calor y la humedad pueden ser sofocantes, por lo que hay que hidratarse y refrescarse continuamente.
Cuando llueve el camino se dificulta mucho, porque el barro convierte algunos senderos en pistas deslizantes, lo cual puede ser peligroso en algunas zonas de trocha de medio metro de ancho que están a varios metros verticales de altura sobre el río.
De hecho en uno de esos resbalones estuvo a punto de irse mi bolsa de cámaras al agua, y yo detrás de ella. Por suerte el incidente se saldó con el gps lleno de barro pero intacto y un susto morrocotudo en el cuerpo.
El sendero transcurre entre montanas, a través de la selva, atravesando ríos varias veces y con preciosas cascadas y pozas en la ruta para refrescarse. El alojamiento es muy básico, normalmente en hamaca, aunque algunos campamentos tienen camas con mosquitera.
La comida, para lo precario de las instalaciones, es bastante buena, y la ruta la haces con un guía y un cocinero, que lleva todas las provisiones para la caminata, así que van bastante cargados.
Mis compañeros de ruta eran dos australianos bastante jóvenes y una holandesa que iba con ropa de camuflaje que nos causaría algún problema con el ejército colombiano (la ropa, no ella), y un español, Javier, con un curriculo curioso.
Había sido tenista profesional, tenía una escuela de tenis, pero me contó que había cambiado de vida y se iba a vivir a Canarias porque había sacado una oposición a profesor y que la razón principal por la que había elegido ser profesor era por las vacaciones.
Una muestra de que Colombia sigue siendo un país con problemas de seguridad es el enorme despliegue del ejército en el trekking; desde el momento en que dejas la carretera principal que va desde Santa Marta, pasas un control donde las agencias tienen que mostrar la lista de pasajeros, y posteriormente cada pocos kilómetros hay retenes y campamentos del ejército.
La mayoría de los soldados son muy jóvenes, entre 18 y 20 años, y son del mundo rural, escapando de una dura vida para poder mantener a sus familias.
Una de las razones es que hace 5 años, en 2004, un grupo de excursionistas extranjeros, principalmente israelíes, fue secuestrado en la Ciudad Perdida, y lo que iba a ser un trekking de 6 días se convirtió en una pesadilla de más de 100 días por la jungla, caminando hasta 20 horas seguidas mientras escapaban del cerco del ejército. Finalmente fueron liberados, pero seguro que no olvidarán jamás su experiencia.
El primer día caminas unas tres horas, y pasas la noche en un básico pero precioso campamento en el río, donde viven varias familias a un lado del río, y el campamento para turistas está en el otro lado. Allí nos dimos un buen baño en una poza, nos quitamos el barro acumulado y nos pusimos ropa larga, ya que los mosquitos eran más que abundantes.
Se duerme en hamacas bajo un techado, algo que a mí me encanta, pero para mucha gente es un suplicio; en todo caso es la mejor manera de dormir cuando estás en la jungla, aislado del agua y los bichos.
Éramos el único grupo en el campamento, ventajas de empezar el trekking un día más tarde que el resto.
Me levanté al amanecer, e hice unas cuantas fotos. Después de desayunar nos ofrecieron la posibilidad de visitar un laboratorio de coca, ya que en esa zona antes se cultivaba y procesaba, y aunque los australianos y la holandesa, Karen, estaban encantados con la idea, Javier y yo declinamos la oferta, ya que nos parecía una «turistada».
A las 7h30 estábamos en camino, y en total el segundo día caminas unas 6 horas, con varias paradas para descansar, bañarte, tomar unas piñas y almorzar al borde del río.
Visitamos un poblado Llopi, con varias familias que viven en condiciones muy precarias. Los indígenas son muy tímidos y muchos no hablan castellano, además se nota que no les gusta que les hagas fotografías, aunque algunos acceden, ya que las agencias tienen que pagar «peaje» por cada visitante.
Tanto los hombres como las mujeres llevan pelo largo, liso y negro como el azabache, vestimenta de algodón de color blanco, y muchos van descalzos.
Los hombres siempre llevan encima el «poporo», un aparato que consiste en una calabaza que se rellena de conchas marinas machacadas que la familia entrega a los hombres cuando alcanzan la pubertad; lleva un palo que se usa para mojarlo en la mezcla de conchas, meterlo dentro de la boca y mezclar la cal de las conchas con las hojas de coca que mastican; esto sirve para potenciar la liberación de alcaloides y acentuar el efecto energizante de la coca mascada.
El campamento de la segunda noche no era tan bonito como el de la noche anterior, y además estaba lleno con la gente que bajaba del trekking, y las hamacas estaban colgadas de tal manera que se tocaban una con otras.
Nuestro guía hizo algunas gestiones y nos consiguió camas con mosquitera, así que pudimos dormir con un poco más de privacidad.
La gente que bajaba de Ciudad Perdida nos avisó de la dureza de la etapa del día siguiente, que termina con la escalinata de 2000 escalones, y la incomodidad del alojamiento en Ciudad Perdida. También había que cruzar varias veces el río y las 2 alternativas eran llevar sandalias de trekking o quitar y ponerse las botas continuamente.
El último cruce del río coincide con el comienzo de la escalinata, por lo que es mejor descansar un rato y acometer la subida con buenas dosis de energía, ya que 2000 escalones al final de la etapa son un reto importante.
La última parte de la escalinata empieza cruza varias terrazas de piedra que se suceden una tras otra, para llegar a las terrazas más amplias y altas, que se usaban para ceremonias, y desde las que la vista es espectacular.
Nos instalamos en la cabaña, que tenía 3 plantas, y como fuimos el primer grupo en llegar elegimos el mejor lugar.
Luego seríamos unas 20 personas en total, con poco espacio libre; no me quiero imaginar cómo había sido 2 noches antes, ya que nos contaron que habían dormido 50 personas.
Por la tarde visitamos la Ciudad Perdida con el guía, y fue cuando empezó a llover por primera vez en tres días de caminata, pero ya no pararía en las 12 horas siguientes.
El gerente del parque, que es candidato a Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y por lo tanto está sometido teóricamente a estrictas normas de funcionamiento y conservación, sólo parecía interesado en saber cuanto alcohol íbamos a consumir esa noche, porque él era el proveedor exclusivo, a precios claramente monopolísticos.
La descripción de Ciudad Perdida en la lista tentativa de la UNESCO la define como un «Asentamiento indigena que cubre aproximadamente 14 hectareas sobre la cuchilla del cerro Corea hasta el Rio Buritaca en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Único sitio de importancia reconocido como caracteristico de los asentamientos tayronas, cultura desaparecida con la conquista espanola. Buritaca 200 se desarollo’ entre los siglos IX y XVI DC.
Está compuesto por un conjunto de terrazas para viviarda intercomunicadas por caminos de piedra que se desprenden transversalmente de una principal y que a su vez forma parte de un complejo sistema de comunicaciones con los poblados circundantes.
Se trata de caminos de 4 o 5 metros de ancho, enlozados en piedra y con una escalinata central. Cada uno de ellos tiene incorporado un eficiente sistema de drenaje y proteccion.
Además de los basamentos de las viviendas se conservan los de dos templos (cancurubas) y algunos ejemplares de petroglifos que aun no han podido ser interpretados.
Es este un sitio arqueologico de gran valor testimonial que incluye por otra parte hallazgos ceramicos y de orfebrería.»
Una excursionista colombiana también me contó que al gerente parecía que le gustaban mucho las mujeres y que le había dicho que estaba a su disposición para que su estancia fuera lo más agradable posible. Sin comentarios.
Tanto llovió que el agua y el barro atrancaron las conducciones de agua de la cabaña, por lo que cuando nos levantamos al día siguiente no nos podíamos duchar ni ir al baño.
Las 2 únicas notas negativas del trekking fueron las corruptelas del gerente y las pésimas instalaciones en Ciudad Perdida.
Salimos temprano, a las 7 am, y llegamos al campamento justo cuando la lluvia comenzó a arreciar; de nuevo ya no pararía hasta el día siguiente.
Tanto Karen, la holandesa, como los australianos estaban muy interesados en que los soldados les dejaran sus armas para posar con ellas, y la juventud de los soldados y el coqueteo descarado de Karen hizo que accedieran.
Lo que siguió fue una escena que me produjo vergüenza ajena, ya que en las fotos posaban unos apuntándose a los otros como si las armas fueran juguetes.
Varios soldados me habían comentado que todos tenían algún familiar más o menos directo que había muerto en ataques guerrilleros, paramilitares, e incluso del ejército, y yo imaginaba qué pensarían viendo a esos descerebrados posando con las armas como si fuera algo divertido.
Incluso agarraron una ametralladora y, con la cinta de munición al hombro en plan Rambo, se inmortalizaron en foto.
A Karen le habían avisado que en Colombia está prohibido usar prendas militares, porque te pueden confundir con un guerrillero o paramilitar y el ejército a veces dispara primero y pregunta después, pero ella hizo caso omiso y seguía llevando su gorra y sus shorts de camuflaje.
Al día siguiente íbamos a hacer de una tirada las dos primeras etapas del trekking, por lo que a las 6 am estábamos en camino.
El grupo se estiró, primero iban los australianos con Javier, Karen en el medio y yo al final con el guía, que me contó muchas cosas interesantes sobre su vida.
Había sido agricultor, desplazado por la guerra, había trabajado para los narcos, como guía para el ejército cuando habían secuestrado al grupo de turistas en 2004, y finalmente guía para turistas, un trabajo que le gustaba mucho, pero deseaba volver a su región cuando el país se pacificara completamente.
Habíamos quedado a comer en el campamento Turcol, pero cuando llegamos Javier y los australianos ya habían comido y de Karen no se sabía nada.
Era improbable que se hubiera perdido aunque fuera sola, porque el camino está bien marcado, por lo que el guía empezó a preocuparse y pensar que le podía haber pasado algo.
Regresó al último control del ejército, donde le confirmaron que había pasado por allí, así que no podía estar muy lejos.
Al poco rato apareció diciendo que se había despistado en un camino lateral y que había caminado una media hora de más.
Cuando volvimos a pasar por el campamento de la primera noche, los australianos y Karen se fueron a visitar el famoso laboratorio de coca, y yo me quedé en el campamento charlando con un niño muy espabilado que me decía que le hablara en francés e inglés porque quería ser guía.
A mi pregunta sobre si iba al colegio me dijo: «a veces». Su respuesta y la mirada huidiza que me echó cuando le dije que debería ir a la escuela me pareció un poco extraña y pensé que algo malo pasaba en su vida.
Comentando luego con el guía si no era obligatorio que los niños fueran al colegio, me dijo que sí, y que de hecho la escuela estaba a sólo un kilómetro, pero que el niño había sido abandonado por la madre, que trabajaba en el campamento pero se había fugado con un hombre, así que el niño se críaba más o menos salvaje.
Desgraciadamente la historia de este niño es muy común en Colombia, donde hay miles de gamines viviendo en las calles, sin familia, desmembrada o destruída por la guerra.
Terminamos el trekking sobre las 13h y nos tomamos unas cuantas cervezas bien frías en el pueblo.
Luego bajamos en el todo terreno hasta la carretera principal, donde los militares volvieron a pasar lista para asegurarse de que todos los que habían entrado regresaban con el grupo.
El trekking a Ciudad Perdida viene a costar entre 350.000 (120 euros) y 500.000 pesos (180 euros) , dependiendo de la agencia, el número de personas en el grupo, si son 5 ó 6 días de trekking, y de la capacidad negociadora de uno, ya que la competencia es feroz y algunas agencias sólo saben competir bajando precios y por lo tanto calidad y servicios.
Me comentaron que algunas agencias no pagaban la cuota obligatoria a los indígenas y ni siquiera la entrada al Parque y por ello tenían problemas con las comunidades residentes.
Mi consejo es que antes de elegir una agencia te informes bien buscando en Internet y elijas una que tenga experiencia; la diferencia entre un guía profesional aceptado en las comunidades locales y que trabaja para una agencia respetada, y otros que buscan simplemente maximizar el beneficio, puede ser de unos pocos euros pero compensa.
Pasé 2 días de descanso en Taganga, un pequeño pueblo de pescadores a 10 kilómetros de Santa Marta, donde se alojan casi todos los mochileros.
Es un ejemplo claro de lo negativo que puede ser el turismo en algunas ocasiones, ya que se ha transformado de un apacible pueblo a un lugar con bares, discotecas, abundante consumo de drogas y bastante incidencia de VIH.
Mochileros de medio mundo, especialmente israelíes, se reúnen aquí para disfrutar de todo lo que ofrece Colombia, y es un lugar muy barato para bucear, y punto de salida para el trekking de Ciudad Perdida y el viaje en barco hasta el Parque Nacional Tayrona.
Todos estos inconvenientes se disipan cuando ves un atardecer en la playa de Taganga, con una cerveza Colombia bien fría en la mano, y la cámara en la otra, tratando de plasmar los increíbles colores y matices que se producen en el cielo, las montañas circundantes, la bahía y la playa, donde los niños apuran los últimos rayos de sol jugando en el agua y saltando entre barcas.
Por suerte, en cuanto te alejas de la playa unos metros, desaparece el ruido de los discobares y regresa la paz, y a 10 minutos caminando se encuentran algunos alojamientos muy agradables, como La casa de Felipe y Bay view hostel .
Para más información, consulta las páginas web de:
Wikipedia Ciudad Perdida, Turcol, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Turismo de Colombia, Santa marta Turística, y Wikipedia Taganga.
Haz clic para ver las fotos de Ciudad Perdida, y Taganga, y el mapa con las fotos geoposicionadas en Flickr Maps y Google Maps, o «dale al play» en la presentación de abajo.
No olvides visitar los concursos de fotografía elfoton.es. de relatos de viaje moleskin.es y de recetas en Recetas de Mundo.
Haz clic para ver todas las fotos del viaje Vagamundos 2009 por Venezuela, Trinidad y Tobago y Colombia.
Desde Madrid, España, 14 de julio de 2009
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos
Excelente historia. Este recorrido está impresa para mi próxima aventura. Sólo necesito la mejor agencia de turismo.
Hola!! Me encantó el post!
Estoy queriendo hacer el tour en abril de este año!
Quería saber si me pueden recomendar alguna agencia!
Gracias!!
Hola, soy guía profesional en la ciudad de santa Marta y en la ciudad perdida, he hecho algunos tures privado como guía privado y cientos de tures como traductor a la ciudad perdida si necesitas información alguna duda o sugerencia sobre el tour te puedo aclarar tus preguntas ya que mi información sería totalmente actualizada sobre el lugar mi número celular para que me escriban al WhatsApp es +573113830352 y mi correo es jesusylissbany@gmail.com buena suerte 🙂
Hola querría saber el nombre de la agencia con la que lo hiciste!!