El Gran Atlas. Imlil y Toubkal
Cuando uno piensa en Marruecos, normalmente las imágenes que vienen a su mente son las de bulliciosas ciudades con sus zocos y mercados, desiertos y camellos, y casi nunca pensamos en nieve y temperaturas bajo cero, pero ese es un Marruecos que también existe, ya que es un país bastante más montañoso de lo que imaginamos.
Marruecos cuenta con cuatro cordilleras: el Rif, el Atlas Medio, el Gran Atlas y el Antiatlas.
La montaña más alta es el Tubkal, Toubkal, o Ebe Toubkal, que alcanza los 4.162 metros de altitud, y hacia allí me dirigía yo, concretamente al bucólico pueblo de Imlil, a 1.700 metros de altitud, que sirve de punto de partida a la expediciones al Tubkal.
En 1997 crucé el Atlas en todo terreno, en el mes de enero, y pasamos bastante miedo en un paso de montaña a unos 2.000 metros, donde estaba cayendo una ventisca de aguanieve y las pistas estaban heladas, con el inconveniente de que una patinada con suerte te tiraba al lado montaña, y con mala suerte ibas irremisiblemente al lado precipio, con una caída vertical de más de 1.000 metros.
Para agravar las situación las pistas no tenían ningún tipo de protección, así que en las zonas más peligrosas todo el mundo, aparte del conductor, bajaba del todo terreno para cruzar la pista a pie, y el conductor rezaba por tener la sangre fría suficiente para dar el volantazo adecuado en caso de derrapaje, es decir, hacia el precipicio, lo contrario que el instinto indicaría.
Esta vez tuvimos muchos menos problemas, la carretera a Imlil estaba limpia de hielo y era a partir de la cota de 1.800 metros donde se veían zonas de nieve en la ladera norte de las montañas o en lugares umbríos, y aunque la temperatura en Imlil estaba en torno a cero grados por la noche, de día era muy agradable pasear por los alrededores.
Imlil debe su desarrollo al Toubkal. En el pueblo termina la carretera asfaltada, y a partir de ese momento sólo pistas de tierra nos permiten comunicarnos con los valles adyacentes o acercarnos hasta la base del Toubkal, a unos 2.100 metros de altura.
A partir de ahí nuestras piernas y la inestimable ayuda de guías, mulas y porteadores pueden hacernos más fácil la subida.
En primavera, especialmente en Semana Santa, Imlil se llena literalmente de excursionistas que van a hacer el trekking hasta la cima, pero en invierno sólo está al alcance de los que saben caminar en hielo con crampones y equipo técnico y estén dispuestos a soportar temperaturas de hasta 10 grados bajo cero.
Hasta el desarrollo del turismo de montaña Imlil vivía principalmente de la agricultura, concretamente de las manzanas, cerezas y bosques de nogales.
Imlil está a unos 70 kilómetros de Marrakech por la carretera S-501 que une esta ciudad con Toraudant, y la desviación a Imlil está en el pueblo de Asni, a donde salen autobuses desde Marrakech, concretamente al lado de la mezquita de Kotubia.
El viaje suele durar algo más de 1 hora.
Este tramo sirve de introducción a los bellos paisajes de montaña que irán apareciendo, salpicado de pinceladas de la arquitectura típica de la región y de la vida tradicional de los bereberes que aquí habitan.
Desde Asni, una carretera de 17 km que va ascendiendo rápidamente paralela al río nos lleva hasta Imlil.
A pesar del Toubkal, Imlil sigue siendo un pequeño pueblo del Atlas, con calles que son pistas de montaña entre bosques de nogales y riachuelos de agua.
La electricidad llegó en 1997, hay sólo un lugar con Internet, caro y lento, y las mayoría de las casas, incluídos los albergues no tienen calefacción central, sino que utilizan el viejo (y peligroso) sistema del brasero de carbón.
Para dormir los albergues suelen ponerte hasta 3 mantas en la cama, menos mal que con un buen saco de dormir no hay que dejarse aplastar por el peso de las mantas.
En la calle principal es posible encontrar tiendas en la que comprar algunas latas, conservas y verduras de temporada.
Otro tipo de productos que intentan vender los artesanos son dagas, cerámica marroquí, chilabas, bisuteria y una amplia variedad de souvenirs, y cuando no conseguían su objetivo siempre te decían si querías intercambiar algo.
Será por ello que vi chavales en mulas ataviados con chaquetas de montaña North Face de última generación (más bien de última copia).
Si necesitamos alimentos especiales para montañeros tipo barritas energéticas o isotónicos, hay que traerlos de casa, pues aquí no encontraremos ningún alimento ligero y fácil de cocinar.
Tampoco es posible cambiar dinero en Imlil, al menos a un tipo de cambio decente, por lo tanto hay que traer dirhams de Marrakech.
A pesar de la pequeñez del pueblo, cuando llega la hora de la oración musulmana, decenas de zapatos y babuchas se amontonan en la puerta de la mezquita o sala de oración, y todas las mañanas al amanecer nos despertaban los cánticos y llamadas a «Alaaaaaaaaaaaaaaah».
Conozco bastante gente que respeta todas las religiones pero se pregunta por qué obligan a despertarse a todo el mundo a horas tan tempranas, ya que si no eres musulmán, más que una oración soltarás una maldición.
Como yo no hice la escalada, la siguiente información la he bajado de Internet para que sirva de ayuda a montañeros que piensen subir al Toubkal.
Si queremos pasar la noche en Imlil podemos utilizar el refugio del CAF.
Si este refugio está lleno se puede dormir por el mismo precio en el café Akswal con más o menos las mismas comodidades, pagando, eso sí, un pequeño suplemento por la electricidad y por el agua caliente de la ducha.
También tienen un depósito de material por la módica cantidad de 30 DH.
Para más comodidad, l`Atlas Gite, se encuentra al final del pueblo (04-44-91-05).
Pertenece a un francés, Jean-Pierre, instalado aquí desde hace 15 años.
Jean-Pierre trabaja con guías bereberes y tiene información sobre caminatas y ascensiones por la zona.
Unos precios aproximados de algunos servicios:
– Una mula para cargar los bultos (mochila + esquís + botas de esquí) de Imlil a hasta el refugio del Toubkal suele costar sobre 100-150 DH.
– Si las condiciones de la nieve no permiten llegar a las mulas hasta el refugio, el arriero portea las mochilas desde el punto hasta el refugio por unos 80-100 DH.
– Un cocinero cobra por día unos 150 DH. Él compra, portea los alimentos y hace las cenas.
No haber hecho la escalada al Toubkal no significa que me haya tirado a la bartola.
Hice varias estupendas caminatas partiendo desde el pueblo, una de ellas hacia el Toubkal, que me permitió llegar al valle que marca la mitad de camino (2.100 metros) de subida al Toubkal y donde comenzaba la nieve y el hielo, como lo confirmaba la visión de 2 montañeros cargados con skis y botas de nieve que me crucé.
El regreso lo hice por el sendero que pasa por la puerta del hotel Kasbah, un sendero más bonito y corto que el que había escogido para la ida, pero con vistas menos panorámicas.
Otra caminata muy interesante que hice fue siguiendo el valle que parte de Imlil hacia el este, que primero cruza el río Ait Mizane, y luego sube serpenteando por la ladera de la montaña mientras vas dejando abajo pequeños pueblos de casas de adobe tan integrados en las laderas que prácticamente pasan desapercibidos porque son del mismo color que ellas.
La nota de color la ponían los grupos de mujeres lavando en la fresca agua del río, que comenzaron a dar gritos cuando enfoqué la cámara, y los niños pastores de cabras que estiraban la mano, cuando hacía una foto, en busca del dirham.
En estas cosas es donde se nota la influencia negativa del turismo en Imlil, ya que en casi todo el mundo a los niños les encanta que les hagas fotografías y se quedan felices con que se las muestres, sin pensar en cobrar los «derechos de reproducción».
En estos casos lo que hago es enseñarles la foto y borrarla, ya que por principio me niego a pagar por una foto, aunque respeto el derecho del fotografiado a que no se la haga.
A los que se pregunten por qué no pido permiso antes, les digo que eso incumple otro de mis principios, no hacer fotos posadas, ya que en ellas se pierde la naturalidad y espontaneidad de la gente. Si tienes opinión sobre este asunto la puedes expresar abajo.
Otro aspecto negativo e insospechado del boom de la construcción en Imlil es que estaban abandonando la construcción tradicional en adobe y piedra, sustituida por baratos bloques de construcción que no aislan ni del frío ni del calor, pero permiten realizar una vivienda en poco más de un día.
Irónicamente el mejor edificio de todo Imlil era el hotel hotel Kasbah, construído como una pequeña fortaleza (que es exactamente lo que significa kasbah) sobre una colina camino del Toubkal, siguiendo la arquitectura tradicional de la región.
Los marroquís utilizan los metodos de construcción baratos y de baja calidad de occidente y los extranjeros construyen sus hoteles al estilo tradicional, por los que otros extranjeros llegan a pagar 430€ por noche en una suite.
Después de unos días de caminatas y descanso en Imlil, nos fuimos por una espectacular carretera de montaña, que pasa un puerto de 2.200 metros con caídas verticales acongojantes, hacia Agadir, donde ya nos desprenderíamos definitivamente de las ropas de abrigo y botas, para colocarnos el perfecto calzado africano, las chanclas.
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