Kanyakumari es la localidad más al sur del subcontinente indio, y un lugar de mucha significación para todos los indios, porque en él confluyen las aguas de 3 mares: el océano Índico, el mar de Arabia y el golfo de Bengala, y porque en ese punto se esparcieron las cenizas de Ghandi, después de haber sido cremado en Delhi.
Al borde del mar hay un memorial que recuerda a todos los indios la vida del considerado padre espiritual de la India.
Es también un lugar de peregrinaje ya que los hindúes lo consideran un lugar sagrado, y el templo que está situado al borde del mar acoge al amanecer a miles de indios todos los días, que se bañan en sus aguas, los hombres en paños menores y las mujeres con sus saris, intentando evitar las olas que provocan que mantener el equilibrio sea un trabajo en equipo, y la gente se da la mano haciendo auténticos muros de contención.
Su especial ubicación geográfica permite que sea el único lugar de India continental donde tanto el amanecer como la puesta de sol es sobre el mar, y si además estás durante la luna llena de abril, lo que hice yo, ves como sale la luna llena por el este mientras el sol se pone por el oeste.
Fue el lugar perfecto para sentarme en el muelle de la bahía y ver «pasar el tiempo», como canta Otis Redding en una de mis canciones favoritas, «Sitting on the dock of the bay».
Se cumplía el ecuador de mi viaje, tanto temporal como geográfico, ya que había viajado más de 10.000 km desde Delhi recorriendo la parte oeste de la India, y a partir de Kanyakumari mi viaje volvería a ir hacia el norte, esta vez por el este, en busca de temperaturas más suaves, ya que en abril el horno de India empieza a calentarse por encima de los 40 grados.
Kanyakumari está en el estado de Tamil Nadu, al sur de Kerala, uno de los estados de India con más personalidad, plasmado en su cultura y en la preponderacia del idioma Tamil.
Fue uno de los lugares de India más afectados por el tsunami de diciembre de 2004, y más de 2 años después se ven todavía huellas de destrucción en el pequeño puerto pesquero.
El templo hinduista está consagrado a Kanyakumari, una forma juvenil de la energía primigenia de Shakti (la Diosa Madre), y conserva el «Sri Padaparai», las huella de la diosa.
El templo tiene más de 1.000 años de antigüedad y fu construído por Raja Raja Cholan.
El flujo de gente es continuo, lo que provoca que Kanyakumari esté lleno de restaurantes, hoteles y puestos ambulantes que a las 6 a.m. ya están en plena actividad intentando venderte todo lo vendible, desde una caracola marina hasta tu nombre en un grano de arroz, pasando por bolsas de anarcados, uno de los frutos secos más cultivados en la India (y uno de mis preferidos).
Los británicos lo rebautizaron con el nombre de Cape Commorin o Cabo Comorin en español, y es como todavía mucha gente lo conoce.
Kanyakumari es también muy famosa porque es el lugar que el líder espiritual Swami Vivekananda eligió para sus años de meditación, en un pequeño islote a unos 300 metros del continente, que ahora alberga un memorial y una estatua gigante que me traía reminiscencias del coloso de Rodas, algo curioso porque todas las imágenes que existen de él son idealizadas, de hecho hay historiadores que discuten si realmente existió.
La estatua es el contrapunto perfecto para las fotos al amanecer, y a pesar del bullicio a tan temprana hora, logré aislarme de él sentado en el muelle mientras rememoraba los 3 meses de viaje transcurridos y el impacto que la India estaba causando en mí (la palabra impacto la uso porque creo que es una de las mejores definiciones de la India, ya que en ella todo es impactante).
El distrito de Kanniyakumari fue conocido en la antiguedad como «el granero de Travancore», pero en 1956 Travancore se unió a Tamil Nadu en 1956 bajo la ley de Reorganización Lingüistica del Estado.
También se la conocía como la «Alejandría del Este», y como ella tiene un faro, que estaba a escasos 50 metros del hotel en que me alojaba.
Durante siglos Kanyakumari ha sido un centro de arte, cultura, civilización y peregrinaje, y su estratégica ubicación geográfica le convirtió en un próspero lugar para el comercio.
En el siglo VIII el islam entró en la parte sur de India a través de las rutas comerciales, y se dice que el apostól Santo Tomás también pasó por aquí en el año 52.
La otra religión predominante fue el jainismo, y esta mezcla de creencias contribuyó en gran parte al desarrollo arquitectónico y cultural de Kanyakumari, pero como ha pasado en otros muchos sitios de la India, el presente ha traído la mediocridad a su urbanismo, y enormes hoteles llamados «de lujo» afean el litoral.
Hay un libro de una escritora india, Anita Nair, traducido al español y publicado en Alfaguara, llamado El vagón de las mujeres, que narra la historia de una mujer soltera y su lucha por mantener la independencia e integridad.
El libro termina en Kanyakumari, a donde llega en el vagón de un tren que comparte con otras 5 mujeres, como símbolo del lugar donde ella decide construir su destino en vez de dejar que los demás lo construyan para ella.
En un ejemplo de eclecticismo, el templo hindú se encuentra en el este, el lugar del amanecer, mientras que en el oeste hay una estatua de la Virgen María en un pequeño promontorio desde donde la gente ve la puesta de sol.
Me costó trabajo salir de Kanyakumari, ya que en Tamil Nadu son muy aficionados a las huelgas, y cuando llegué a la estación de autobuses por la manaña temprano estaba cerrada a cal y canto, y tuve que esperar un tren casi doce horas hasta la noche.
Haz clic para ver las fotos de Kanyakumari y de Tamil Nadu.
Haz click para ver mis fotos geolocalizadas en el mapamundi.
Visita la web oficial del distrito de Kanyakumari y de la localidad de Kanyakumari, la web de turismo de Tamil Nadu y la web oficial del estado de Tamil Nadu.
Deja tu comentario