Phi Phi y el Tsunami, Regreso a la Vida
Eran las 10h30 de la mañana del domingo 26 de diciembre de 2004.
La isla Phi Phi, en el mar de Andamán, costa suroeste de Tailandia, a 35 kilómetros de Phuket y Krabi, se desperezaba lentamente después de la celebración de la Navidad.
El día era muy caluroso y la gente estaba ya en las playas disfrutando de la arena blanca y el agua color turquesa llena de peces tropicales.
Aunque la religión mayoritaria en Tailandia es el budismo, cualquier excusa es buena para una fiesta, y en Phi Phi, entre turistas y extranjeros trabajando en los centros de buceo, la población foránea es superior al 40% del total de la isla.
Las barcas tradicionales de madera, de unos 8 metros, con sus proas alargadas con adornos budistas al frente, flotaban indolentemente en lo que era otro día perfecto en el Paraíso.
Phi Phi tiene forma de huso; en los extremos es montañosa, con colinas cubiertas de vegetación y en la parte central es totalmente llana, con 2 playas semicirculares separadas 200 metros, donde vivía la mayoría de la población.
Las calles eran estrechas, llenas de tiendas, hostales, restaurantes, agencias de viajes, cybers, mercadillos y todo tipo de negocios.
Estoy hablando en presente y debería hacerlo en pasado, porque lo que más me impactó al llegar en el barco desde Pukhet no fue lo que ví sino lo que no ví.
Estuve en el año 2000 y Phi Phi guarda un lugar muy especial en mi corazón por la belleza del lugar, la gente que conocí, los buenos ratos que pasé y el buceo que hice, uno de los mejores de mi vida.
Lo que no vi fue todo lo que se llevó el tsunami.
Desde el muelle se podía apreciar la fila de altas palmeras, muchas de ellas desmochadas, y la zona 0 del tsunami, una explanada llena de escombros y restos, donde antes latía la vida.
La piel se me puso de gallina y los ojos se humedecieron.
Todos en el barco estábamos silenciosos e impresionados por lo que pasó, 2 olas, más bien muros de agua, de unos 4 metros de altura atravesaron la isla de lado a lado, arrasando todo lo que encontraban en su camino.
Las barcas actuaron como arietes que se empotraban en las casas, la mayor parte de ellas de un sólo piso, que fueron arrancadas en su mayoría de sus pilotes, las de madera, e incluso las de cemento reventaron por el efecto de la presión del agua.
Sólo algunas viviendas de 2 plantas resistieron y conservaron su planta superior.
De los que vivían, paseaban en esos momentos por la zona, o estaban en la playa, pocos sobrevivieron; el agua, los objetos amontonados en las calles y los escombros, convirtieron Phi Phi en una morgue flotante.
Cerca de 1.500 (otras fuentes dicen 2.000) personas, un 25% de la población de la isla, murieron, de los cuales de más de la mitad no se han recuperado los cuerpos.
Ante una tragedia de tal magnitud, la reacción de la gente suele ser de tres tipos:
Quedarse en shock durante horas e incluso días, deambulando como fantasmas por las calles.
Sacar ese héroe que no sabemos que llevamos dentro, y organizar la evacuación y el rescate de heridos a pesar de que todo el mundo decía que venía otra ola.
Aprovecharse de la desgracia de los demás en nuestro beneficio, y dedicarse al robo y pillaje de lo que ha quedado desprotegido, incluso joyas de los cadáveres.
Severine fue de las segundas.
Francesa de Nantes y divemaster en el centro de buceo Phi Phi scuba, descansaba ese día y su bungalow no fue apenas afectado por el tsunami.
Se despertó media hora más tarde con unos centímetros de agua en el bungalow y cuando abrió la puerta pensó que tenía una pesadilla y que se iba a despertar, pero la pesadilla era real.
Fue al centro de buceo, medio destruído, y con John, el dueño inglés que lleva 12 años viviendo en Phi Phi, tomaron la iniciativa para evacuar a los heridos con camillas improvisadas con puertas de armarios y habitaciones.
La primera ayuda llegó en forma de helicópteros guardacostas tailandeses, y seguidamente los ferrys de Krabi y Pukhet llegaron para evacuar a los heridos.
En los 2 días siguientes casi todo el mundo abandonó las isla con sus escasas pertenencias, con una tristeza infinita en la mirada y su vida rota para siempre.
La gente que estaba buceando fue la más afortunada.
Notaron una fuerte corriente, y de repente la visibilidad pasó de 20 metros a menos de 1.
Todos los barcos de Phi Phi scuba estaban en el mar y Mónica, otra divemaster que estaba buceando ese día, agarró las manos de sus 2 clientes para tranquilizarlos, y subieron a la superficie.
Los barcos estaban en su sitio, pero los capitanes se negaron a atracar en Phi Phi cuando regresaron, por miedo a que llegara una nueva ola.
Estuvieron esperando en la bahía horas hasta que el pánico remitió.
Los que quedaron intentaban volver a la normalidad, algo imposible cuando las mareas devolvían cuerpos a las playas continuamente, y el estado de destrucción era enorme.
Cuando vi las fotos en la prensa española de los bungalows flotando en la bahía de Phi Phi, el corazón se me encogió porque imaginé que la tragedia sería enorme, pero la realidad era mucho peor.
El gobierno Thai vio la oportunidad de convertir Phi Phi en un resort de lujo, ya que hasta el momento el pueblo era zona de mochileros principalmente, y alrededor de la isla hay varios resorts de lujo aislados.
Phi Phi es mucho más pequeña y no tan famosa como Pukhet, y al gobierno no le interesaba que se hablara mucho de Phi Phi para poder acometer sus planes, pensando que el silencio acabaría con la isla y su estilo de vida.
El gobierno reparó los servicios básicos pero no ha acometido ninguna labor de reconstrucción ni retirada de restos en los 4 meses que han pasado desde el tsunami, con la idea de que la gente no regresaría, recomprar los terrenos a precio de ganga (Phi Phi es parque nacional) y cederlos a empresas hoteleras de lujo.
Prohibió a las ONGs internacionales actuar para apoyar la recuperación de la isla.
El hospital de Phi Phi, al borde de la playa, muestra todavía las salas de asistencia y las camillas al público, ya que sigue sin tener paredes.
Un recorrido por la zona arrasada te deja hecho polvo, ya que encuentras de todo:
juguetes, peluches, muñecas, efectos personales, ropa colgada todavía en perchas esperando un cliente, una camiseta de Ronaldinho, y lo que más me impresionó, un estuche lleno de Cds semienterrado en la arena, que nadie había tocado.
En realidad la gente prefiere evitar la zona del desastre, y dan un rodeo para no acercarse a los escombros, llenos de recuerdos de familia y amigos.
Cogí un CD de Enigma, porque recuerdo que en mi visita del 2000 las fiestas las cerraban con música de este grupo, uno de mis favoritos, y lo he guardado como símbolo de Phi Phi ya que a pesar de llevar 4 meses en la arena, sucio y lleno de rayaduras, lo limpié cuidadosamente y suena bien, igual que la música de Phi Phi y el mar de Andamán volverán a sonar pronto.
La gente, a pesar de las recomendaciones del gobierno, empezó a regresar para reconstruir sus casas y sus vidas, primero unos pocos en febrero.
En Marzo empezaron a abrir algunos negocios.
La primera tienda de buceo reabrió en abril, y cada día en los barcos de krabi y Pukhet iban llegando mochileros, que se quedaban en muchos caso trabajando como voluntarios para ayudar, y cuando se iban recomendaban a otros mochileros que acudieran a ayudar.
El boca a boca superó al silencio impuesto por el gobierno.
Se crearon ONGs locales, HI Phi Phi, Phi Phi Direct y Phi Phi Releve-toi, que con subterfugios, ya que legalmente no pueden reconstruir nada, pero sí pueden dar herramientas y materiales a la gente del pueblo para que ellos mismos reconstruyan sus casas.
Los bungalows donde me había alojado en el 2000 estaban siendo repintados, y muchos hostales han reabierto con bungalows nuevos o recién pintados.
Internet funciona y muy rápido, las salas de masajes están abiertas y las famosas fiestas de la playa con espectáculos de fuego y música han vuelto a amenizar las noches de Phi Phi.
Los bares más emblemáticos de la isla, El Hippies, Carlitos y el Reggae han colaborado activamente con las ONGs cediendo sus locales y están abiertos para esos momentos de ocio tan necesarios cuando lo que tienes alrededor te apabulla.
Donde había una tienda, como han perdido toda su mercancía y no tenían seguro que les cubriera, han abierto un restaurante con 4 mesas, o un puesto de batidos de frutas, para lo que sólo necesitas una batidora y las deliciosas frutas tropicales de Tailandia.
Los teléfonos públicos siguen sin funcionar, y los cajeros están cubiertos de arena y destrozados, pero hay uno que ya funciona y se puede llamar desde las tiendas.
Poco a poco la isla va recobrando su pulso a pesar de la desidia y el silencio impuesto por el gobierno.
5 de los 15 centros de buceo han reabierto, y después de casi 4 meses sin pescar, el buceo es mejor que nunca.
Vi millones de peces, tortugas gigantes, morenas, una anguila de casi 3 metros, y los corales no han sido afectados. Hoy Phi Phi está al 50% de recuperación, y todos los resorts de lujo están abiertos.
La dignidad de la gente de Phi Phi, que no quieren limosna y sólo piden que vuelvan los turistas, me impactó sobremanera.
Te sonrien como si les visitara el rey de Tailandia, aunque observándolos discretamente te das cuenta que muchas veces se quedan absortos y abstraidos pensando seguramente en aquella infausta mañana del 26 de diciembre.
Los que hemos disfrutado del paraíso en Tailandia tenemos una deuda con ellos.
La podemos pagar de varias maneras, ya sea regresando a estos maravillosos lugares, recomendándolos a nuestros conocidos, o colaborando con alguna de las ONGs que he mencionado antes.
A los que no habéis estado os recomiendo que vengáis, hay muchas más probabilidades de tener un accidente de tráfico en Occidente a que vuelva a pasar otra desgracia como el tsunami.
Con un granito de arena de todos las playas recobrarán su esplendor, las palmeras volverán a crecer, la sonrisa de la gente ser convertirá en carcajada, y recuperarán en cierta medida la vida que les fue arrebatada por la ola asesina.
Si quieres comprobar por qué Tailandia es uno de los mejores lugares del mundo para bucear, visita las webs de centros y resorts de buceo en el Mar de Andamán o Golfo de Tailandia que te doy a continuación:
Mar de Andamán
Phuket: Scubacat, White&Blue Dive.
Phi Phi: Phi Phi Scuba.
Krabi: Poseidon Krabi, Kontiki Krabi
Khao Lak: Sea Dragon Dive Center, Sub aqua Khao Lak.
Koh Lanta & Koh Mook: Koh Mook
Golfo de Tailandia
Koh Samui: Discovery Divers.
Koh Phangan: Chaloklum Diving, Lotus Diving.
Koh Tao: Crystal Dive, Koh Tao Coral.
Chumphon: Chumphon Cabana.
Koh Chang: Ploy Scuba.
La película La Playa, con Leonardo Di Caprio, se rodó aquí.
Si quieres más información sobre la isla, visita Phi-Phi.com.
Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2005 de 6 meses por China, Vietnam, Camboya, Tailandia, Laos, Malasia, Brunei, y Filipinas, haz clic aquí.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde Malasia, 18 de Mayo de 2005
I remember that day like it was yesterday – i hope it never happens again.
http://www.thailand-divers.com
hola meha dejado impactada este artículo, yo también estuve allí en noviembre del año 2000 y solo pensar en la gente maravilllosa que conocí allí en los centros de buceo, resorts de mochileros de palma, y los pad thai y piñas que tomaba en los chinguitos de la playa con sus conchas y corales de decoración… fue terrible
gracias por compartir tu experiencia y haber vuelto a la isla que tan buenos recuerdos me dejó ese mar maravilloso,que se volvió terrible ese dia de navidad
saludos
Paula
Hola a todos, he leído la historia de Carlos… realmente se me puso la piel de gallina…en este momento estoy en Phuket, mañana salimos para Phi Phi…q tristeza, pobre gente.
Sería maravilloso poder ir a ese lugar idílico, es lamentable que la naturaleza como es de bondadosa a la vez pueda ser tan implacable. De verdad me saco lágrimas de dolor sueño visualizar las cosas como si me transportará y me dejó el corazón chiquitito.