Uruguay, Río de los Pájaros
Eso es lo que significa Uruguay en guaraní y me parece, además de un hermoso nombre, una denominación perfecta para un país de 175.000 km2 que alberga más de 440 especies de aves.
Está en la Cuenca del Plata, la más grande de Sudamérica después del Amazonas, con 400 km. de costa estuaria en el Río de la Plata y 220 km. de costa oceánica. El ramillete de faros que jalona la costa es a cada cual más hermoso, y algunos de ellos tienen mucha historia detrás.
No sé como se dirá en guaraní, pero yo añadiría el calificativo de País de los cielos puros, porque en las 2 semanas que pasé he visto unos cielos increíbles y unas noches estrelladas espectaculares.
Si le añadís que la temporada de turismo termina el 1 de Marzo y los precios bajan al 50%, Uruguay es un destino más que recomendable para los amantes de la Naturaleza, siempre que no sean montañeros, porque la elevación máxima son los 514 metros del cerro Catedral.
Mis amigos argentinos me decían que lo mejor de Uruguay son los uruguayos, y tienen razón.
En las 2 semanas pasadas en el país no vi una discusión, un gesto brusco, e incluso en Montevideo la gente no toca el claxon y no parece estresada como en el resto de capitales del mundo.
Hay lugares como Cabo Polonio y Punta del Diablo donde la gente está en un estado de sonrisa permanente, y una de las razones puede ser que en vez de pisar el asfalto con zapatos, van descalzos caminando por las calles de arena. Yo desde luego lo prefiero así.
Como cosa curiosa hay que destacar que el uruguayo tiene 2 apéndices que no posee el resto del mundo, y es que debajo de un brazo le nace un termo, y en la mano lleva permanentemente una bombilla, adminículos necesarios para el vicio nacional, la yerba mate.
A todas horas y en todos los lugares la gente va caminando con el termo incorporado y tomando mate. Son adictos y la gente confiesa que si no toma mate les duele la cabeza y están desganados. Debe ser la droga más barata que existe.
Quizá la mejor manera de entrar a Uruguay es cruzar desde Buenos Aires el ancho y caudaloso Rio de la Plata hasta Colonia del Sacramento.
Recomiendo hacerlo en el viejo ferry, el Eladia Isabel, ya que puedes pasar las 3 horas que dura la travesía con la brisa azotando tu rostro, mientras que los barcos rápidos, que tardan 1 hora, son como una nevera llena de pingüinos por el aire acondicionado que llevan a toda potencia, y no puedes asomarte a la ventana.
Regreso a Colonia del Sacramento 3 años después de mi primera visita, pero entonces era casi invierno, y ahora una temperatura veraniega y un cielo azul índigo me recibe; el diario que escribí entonces, Armonía en piedra, sigue plenamente vigente, porque el tiempo se ha detenido en esta hermosa ciudad colonial, que durante muchos años fue disputada entre portugueses y españoles; ahora felizmente la disputa se limita a conseguir una mesa en una terraza para cenar en fin de semana.
El siguiente destino fue Montevideo, la capital del país. Las costas de Uruguay fueron descubiertas en 1516 por el explorador español Juan Díaz de Solís, primer europeo que navegó por el río de la Plata; los indios charrúas diezmaron su expedición y otras que llegaron después, convirtiéndose en un símbolo frente a la ocupación española.
El primer asentamiento permanente fue en 1624, en Soriano, en el río Negro.
Hoy Uruguay tiene 3.5 millones de habitantes (contando los que están en España) y su capital alberga casi la mitad de la población (1.400.000 hab).
Montevideo se fundó en 1726 como contrapoder a los asentamientos de los portugueses en la costa, especialmente Colonia del Sacramento, fundada en 1680 por Manuel Lobo.
Se sitúa, cómo no, en una península, con el importante puerto comercial en un lado, y las playas en el otro.
El edificio más impresionante de la ciudad es el Palacio de Gobierno, inaugurado en 1925, conmemorando el primer centenario de la independencia.
Sus cuatro fachadas están orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, y está hecho de 50 tipos diferente de mármol uruguayo.
El estilo es neoclasicista ecléctico, y los arquitectos fueron italianos, lo que se nota en la suntuosidad de algunas salas, como el Salón de los Pasos Perdidos, que separa el Congreso del Senado.
La impresionante biblioteca fue fabricada en Italia y enviada desmontada.
El edificio tiene unos 8.000 metros cuadrados en sus 4 plantas. El día que lo visité había sesión del Congreso, hice cola para entrar, pero como había que dejar hasta el cepillo de dientes en seguridad, desistí, y al día siguiente lei en el periódico que había muerto un congresista de 72 años durante la sesión.
Montevideo es una gran ciudad, con una intensa vida cultural, social y nocturna, y ahora mismo la degradada ciudad vieja se está recuperando para el ocio de fin de semana; descubrí que la calle donde estaba mi hotel, el Palacio (no os creais los nombres rimbombantes de los hoteles), se hace peatonal y se llena de terrazas.
El color verde era el predominante, ya que se celebraba el día de San Patricio, el patrón de los irlandeses, con todas las consecuencias etílicas que os podeis imaginar.
Las 2 plazas principales son la plaza Independencia, la más monumental de todo Montevideo, con el palacio Salvo, que con 26 plantas fue el edificio más alto de América del Sur en 1927, año de su inauguración, y la plaza Constitución, con el Cabildo de estilo neoclásico y la iglesia Matriz, de 1799, uno de los edificios más antiguos que se conservan en la ciudad.
En la zona del puerto comercial hay varios restaurantes donde degustar pescado, pero mi experiencia en el Don Tiburón fue bastante mala, ya que 2 horas después de tomar pez espada me dio una alergía que me puso toda la piel de un rojo intenso, estilo langosta cocida o más bien «sueca-recién-llegada-a-Benidorm-después-de-6-horas-en-la-playa», que por suerte sólo quedó en un susto; se me debió atragantar la espada del pez.
De Montevideo me fui a Piriápolis, nombre ególatra donde los haya, ya que es la ciudad fundada por Francisco Piria a principios del siglo XX, y donde se construyó el hotel más grande y lujoso de Sudamérica en 1.930, el Argentino.
Hoy es una ciudad balneario que disfruta de extraordinarios atardeceres sobre el mar, a pesar de que estamos en el Este del continente, pero la recortada orografía de Uruguay, llena de penínsulas, hace que esto suceda habitualmente.
El mejor lugar para ver las puestas de sol es el cerro San Antonio, en el corazón de la ciudad, que a pesar de que sólo tiene 137 metros de altura, tiene una aerosilla para subir desde el puerto.
Yo me limité a seguir el sendero bajo los pilotes de la aerosilla y en 15 minutos llegué a la cima, donde está la Virgen Stella Mari, virgen de los pescadores.
En Uruguay Natural tienes una completa web con información sobre el país.
Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2004 de 6 meses por Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay, Brasil, y Venezuela, haz clic aquí.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde Colonia del Sacramento, Uruguay, 2 de Abril de 2004
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