Reflexiones de un vagamundos sobre el nomadismo
Recupero mi condición de urbanita en San José, y esta pequeña parada en mi vagamundeo, me permite hilvanar sosegadamente unos pensamientos anotados a vuelapluma en el libro de escribir la vida, que es como llamaba Isabel Allende en Eva Luna al diario. Estos pensamientos, como cerezas cuando las sacas de un cesto, se han convertido en una reflexión sobre el nomadismo y los viajes que quiero compartir con vosotros.
Durante millones de años, nuestros ancestros fueron nómadas, siempre detrás de los rebaños de animales salvajes que eran su sustento, y alimentándose de frutas y otros productos silvestres. Entonces descubrió el fuego, la ganadería y la agricultura, y con ellos el medio para conseguir confort y alimentos sin tener que desplazarse, y se hizo sedentario. Las cosas en el mundo empezaron a ir mal cuando el Hombre empezó a sentirse dueño de la Tierra, y no un simple depositario de ella. Empezaron las guerras por defender y aumentar sus dominios, y el «nazionalismo» empezó a tomar cuerpo. También amplió este sentido de posesión a todo lo que le rodeaba, incluso a las personas de su familia.
Para reafirmar su existencia, el Hombre necesita dejar una constancia física de su paso por la Tierra, de ahí esas estúpidas pintadas de «Fulanito estuvo aquí» , como si a alguien le importara, salvo para acordarse de sus ancestros. Inluso proyecta en sus hijos y su pareja ese sentimiento de posesión. Como concepto, yo sólo busco dejar huellas y llevarme recuerdos de los lugares por donde paso y en las gentes que conozco, incluso con las que tengo relaciones afectivas, y es por ello que salgo corriendo hasta la Patagonia en cuanto tengo esa sensación incómoda de sentirme poseído, y no en el sentido diabólico de la palabra.
Sólo soy un nómada temporal, y en mi vida cotidiana me resulta muy difícil aplicar este concepto porque la gente no lo entiende, pero vagamundeando es cuando me siento en plenitud, aprovechando al máximo el instante sin pensar en lo que viene después, y buscando Pura Vida, que es como le llaman aquí en Costa Rica. Cuando la gente me pregunta por qué viajo, suelo decir «porque el mundo está ahí para verlo«. Mallory, el explorador británico que falleció en 1924 en su intento de escalar el Everest, respondió cuando le preguntaron por qué lo quería escalar con un lacónico «porque está ahí«. También me suelen preguntar qué busco, y suelo responder «vivencias«.
Hay gente que viaja buscando respuestas, y cuando las encuentra, les han cambiado todas las preguntas, así que les toca volver a empezar. Antoine de Saint Exupery decía que para «viajar feliz hay que viajar ligero«, y creo que no se refería principalmente al peso del equipaje, sino a todos los pequeños pesos que vamos añadiendo cotidianamente en nuestra mochila de la vida, y que nos echan para atrás cuando quisiéramos salir al mundo.
Un personaje de la película «Sexo, mentiras y cintas de video» decía que para ser libre no se puede tener más de una llave, y él había elegido la del coche. Cuando veo a esas personas que arrastran manojos de llaves enormes siempre pienso en esta escena y en la cantidad de ataduras que tienen.
Aldous Huxley dijo «Viajar es bailar, acompañar tus pasos al de los otros, girar al vacio siguiendo el sonido y el ritmo que no conocías antes, sordo a todo aquello que no sea el sonido de una canción ignorada. Viajar prolonga la vida y la llena de caras y paisajes, de cantos de otras voces y de horizontes que ignorabas. Viajar es descubrir que todo el mundo se equivoca. Cuando viajas, tus convicciones caen con tanta facilidad como las gafas, sólo que es más difícil volver a ponérselas en su sitio. Bailando, dándole la espalda al miedo, seguir adelante sin temor, describir todo lo que despierta tu pánico y al mismo tiempo aviva tu fé en los hombres, removiendo lo desconocido con el dedo de la audacia. ¿Hay alguna cosa más libre que bailar?»
Creo que Huxley expresa la sensación que siento cuando viajo vagamundeando como si estuviera a mi lado tomando notas.
¡¡¡ Hasta Pronto !!!
Desde San José, 19/02/2001
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