Navegando por los canales Patagónicos

El Magallanes de Navimag

El Magallanes de Navimag

En los últimos días no habéis sabido nada de mí porque he estado navegando entre Puerto Natales y Puerto Montt, por los fiordos patagónicos chilenos. Aunque la carretera austral avanza poco a poco, no hay comunicación terrestre, excepto si se pasa a Argentina, entre Chile del Norte y del Sur.

El primer amanecer, en el paso White

El primer amanecer, en el paso White

El culpable es el campo de hielo Sur, esa masa inmensa de hielo de la que ya os he hablado que tiene unos 500 km. de largo y es la tercera reserva de agua potable del mundo.

Por ello, los barcos que comunican estas 2 ciudades son de tipo Ro-ro, lo que significa Roll-in Roll-out, o sea que son barcos mixtos de carga, vehículos y pasaje, lo que personalmente prefiero porque tengo cierta aversión a los cruceros.

Hice este recorrido hace 3 años, pero a la inversa, de Puerto Montt a Puerto Natales, y han cambiado muchas cosas desde entonces; el barco no es el mismo, ya que en aquellos momentos navegué en el Puerto Edén, con unas comodidades mínimas, y ahora hay un nuevo barco, el Magallanes, de Navimag, que sigue siendo un Ro-ro, pero es mucho más confortable que el Puerto Edén, con pub sala de estar, y restaurante sala de presentaciones, donde Felipe y Viviana nos dieron unas charlas muy interesantes sobre la geología, fauna, indígenas y atractivos turísticos de la patagonia.

En un ejemplo de que otro estilo de vida es posible, en el barco viajaba un matrimonio holandés, el director financiero de una empresa, y sus dos hijas de 5 y 7 años, que estaban dando la vuelta al mundo durante un año.

Les pregunté si el gobierno holandés permitía eso por el tema de la escolarización de los niños, y me dijeron que se habían comprometido a darles clases y efectivamente todos los días por la tarde antes de la cena en el barco estaban varias horas haciendo los deberes.

El paso White

El paso White

En todo caso, el mejor regalo fueron 3 días completos de navegación si un sola nube, y 3 noches donde el cielo patagónico, sin ninguna contaminación lumínica, era como una bóveda luminosa inabarcable, donde apreciabas lo diferentes que son las estrellas en el hemisferio sur, empezando por la cruz del sur, las constelaciones «al revés», y la espectacular vía láctea que cruzaba el horizonte de extremo a extremo.

Tuvimos mucha suerte, porque hace 3 años, en pleno verano austral, pasé mucho frío y me mojé entero en la proa del Puerto Edén, ya que estaba tan fascinado por esos paisajes, que sólo entraba en el barco cuando ya no «sentía las pielnas», y en este viaje la gente estaba tirada en la cubierta del Magallanes disfrutando del esquivo sol patagónico, tostándose como lagartos.

La sombra del Magallanes, muy cerca del islote

La sombra del Magallanes, muy cerca del islote

Pero no todo era idílico; en la parte de carga iban varios camiones cargados de vacas que al principio te hacían dudar si estabas soñando mientras intentabas dormir arrullado por sus mugidos, y a partir del segundo día un intenso olor a amoníaco, supongo que proveniente de la bodega de carga, hacía incómoda la estancia en el camarote, en todo caso el último lugar del barco en que estar, ya que ante tus narices se proyectaba la mejor película IMAX posible, la fauna patagónica y la naturaleza agreste, salvaje, indómita y todos los epítetos que querais ponerle a los canales, fiordos, glaciares, montañas y volcanes que se erguían majestuosos, muchos de ellos todavía no hollados por el hombre.

Montañas y glaciares espectaculares en nuestra ruta

Montañas y glaciares espectaculares en nuestra ruta

El Magallanes fue construido en Japón en 1984, y reconvertido en el 2000 en Chile para hacer esta ruta; puede llevar hasta 300 pasajeros, y tiene una eslora de 122 metros, una manga de 21 y una velocidad de 14.5 nudos.

El buen tiempo no fue sólo en el cielo, el agua estaba como un plato e incluso cuando salimos al golfo de Penas (no penseis que el nombre es por lo mal que lo pasas, en realidad su nombre original era Peñas, pero como las cartas marítimas inglesas no conocían la eñe, pues eso), la única parte del recorrido en mar abierto, prácticamente no nos movíamos.

En nuestro recorrido nos acompañaron muchas aves, lobos marinos, toninas (delfines), y ballenas varias veces, pero a una distancia que no nos permitía apreciar de qué tipo; las más habituales en la zona son las orcas y la ballena franca austral.

Indios kawashkars puros (foto cortesia de Felipe Rudlopf)

Indios kawashkars puros (foto cortesia de Felipe Rudlopf)

El viaje son 900 millas marinas, unos 1.600 km. Zarpamos de madrugada de Puerto Natales, habíamos embarcado sobre las 10 p.m., y al amanecer, a las 7 a.m. salté de la litera porque ibamos a pasar el punto más estrecho de la ruta, el paso White, con sólo 80 metros de ancho, que sólo se puede pasar de día, y te maravillaba ver cómo el barco hacía su ruta tranquilamente pasando tan cerca de los islotes; la tripulación tiene mucha experiencia y las condiciones meteorológicas eran perfectas, con el sol despuntando al este y nuestra ruta hacia el norte.

Familia kawashkar en su canoa (foto cortesia de Felipe Rudlopf)

Familia kawashkar en su canoa (foto cortesia de Felipe Rudlopf)

En la ruta pasamos el canal sarmiento, y la única parada en el viaje fue en Puerto Edén, un pequeño pueblo de 200 habitantes, reducto de los últimos indígenas Kawashkar, que está totalmente aislado del mundo, excepto por la parada semanal del Magallanes. Desgraciadamente pasamos a las 3 a.m., y no pudimos descender, algo que sí había hecho hace 3 años para pasear sus (pocas) calles hechas de plataformas de madera, donde os podeis imaginar que no circulan vehículos de ningún tipo.

Lanchas salvamento de última generación en el Magallanes

Lanchas salvamento de última generación en el Magallanes

Navegando por aquí te das cuenta de la inmensidad y vacío de la Patagonia, ya que no encuentras ningún barco, ningún pueblo, ningún vestigio del paso del ser humano, excepto el esqueleto corroído del Capitán Leonidas, un barco griego que encalló su capitán a propósito hace 30 años para cobrar el seguro.

Le salió mal la operación y pasó 3 años en la cárcel. Ahora es refugio de miles de aves marinas que se posan en su oxidada cubierta; tienen como diversión semanal el sirenazo del Magallanes, que las despierta de su letargo, y salen todas volando al unísono como una nube blanca.

Angelmó en Puerto Montt, bañado por la luz dorada del amanecer

Angelmó en Puerto Montt, bañado por la luz dorada del amanecer

Las primeras señas de vida humana fueron cuando nos acercamos al golfo de Corcovado, que está entre la isla de Chiloé y el continente, donde está el volcán Corcovado, y empezamos a ver pequeños barcos de pesca típicos de Chiloé, pintados de vivos colores.

En la parte norte de la isla de Chiloé pasamos el seno de Reloncavi (verdadera cabeza de culebra en idioma Mapundungun), antes de arrivar a Puerto Montt, capital de la X región de los Lagos y con unos 200.000 habitantes, que fue fundada en 1852 por Vicente Pérez Rosales.

Puerto Montt nos recibió con un amanecer hermoso de luz dorada que embellecía el puerto y la zona de palafitos de Angelmó. A este amanecer le podeis poner la música de la canción Puerto Montt de los Iracundos, un clásico de la música latina.

Desembarqué a las 8 a.m. y me fui a la estación de buses a agarrar el primero para la isla grande de Chiloé, el buen tiempo es un bien escaso por aquí, y había que aprovecharlo. Chiloé tiene una estrecha relación histórica con Galicia, de hechosu capital, Castro, nombre gallego, fue fundada con el nombre Nova Galicia, pero esa es otra historia que os contaré otro día.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Desde Desde Castro, Isla grande de Chiloé, Chile, 1 de abril de 2003

 

Vagamundos 2003 Navegación entre Puerto Natales y Puerto Montt Chile