¡Hasta Pronto Perú, Hola Bolivia!
Sir Arthur Conan Doyle, el inmortal autor de Sherlock Holmes, escribe en su obra El Mundo Perdido, que luego sirvió como inspiración para Parque Jurásico, sobre Sudamérica diciendo «Cuanto más conoces Sudamérica, más entiendes que todo es posible – TODO» y «Sudamérica es un lugar que amo, y si lo recorres bien desde Darién hasta Tierra de Fuego, es el pedazo de tierra más grande, rico y maravilloso de este planeta».
Coincido plenamente con él, Sudamérica ejerce sobre mi tal magnetismo que empiezo a dudar si terminaré «la vuelta al mundo en 80 cybercafés», ya que en los últimos 5 años he venido 4 veces a este continente. Una vez terminada la primera etapa en Perú, hago esta pequeña síntesis sobre lo que he vivido este mes de Enero.
Con 1.285.220 km2 (2,5 veces el tamaño de España) y una población de 30 millones de habitantes, lo primero que me sorprendió fue la unanimidad política entre la población, ya que tanto indígenas, como mestizos y blancos, están muy descontentos con Alejandro Toledo, el primer presidente cholo (mestizo) del Perú. En mi anterior visita a Perú, en 1998, la gente estaba muy dividida frente a Fujimori, ya que aunque se conocían sus excesos, la economía crecía espectacularmente y al final es lo que le importa a la gente.
He encontrado un Perú mucho más caro, con las mismas e incluso más grandes diferencias sociales que en mi última visita, las calles están llenas de gente que vende absolutamente de todo, y los cinturones de pobreza en torno a Lima (los llamados pueblos jóvenes) han crecido espectacularmente. He visto niños de 6 años abordar sólos un autobús, muchos viviendo en la calle, y cientos trabajando casi como adultos.
Por contra, las infraestructuras han mejorado mucho, las carreteras ya no son un socavón permanente, y el desarrollo turístico ha mejorado mucho en las áreas más visitadas, como Arequipa y Cusco, con asignaturas pendientes como el norte del Perú, que me ha parecido fascinante y muy poco explotado. Hay casi tantos teléfonos móviles (celulares) como en España, y muchos más cybercafés, se puede decir sin exagerar que uno en cada esquina. En Cusco conté en un paseo de 1 hora 50 cybers.
En todo caso Perú tiene muy claro que el turismo es una de sus fuentes de riqueza potenciales más grande, y me han comentado que en Fitur 2004 (Feria Internacional del Turismo) en Madrid el stand de Perú era de los más atractivos y mejor organizados.
El peruano medio es una persona reservada y muy educada, que habla de usted a la gente e incluso a su familia. Esto no es aplicable a los skaters, hip-hopers y surfers que pululan por Lima, que son iguales en todo el mundo; con esto no quiero decir que no sean educados, sólo que en general lo han olvidado.
Las variantes del idioma son geniales en algunos casos; ya he hablado del «wachiman» o vigilante; otra perla es el «boquitoqui», que no sólo es una adaptación perfecta de walkie-talkie, sino que parece decir «con la boca al toque», que es para lo que sirven; enseguida en Perú se dice «al toque». Un «pata» es un amigo, y el cubo de basura es el «tacho», supongo que algo tiene que ver con la expresión que nosotros usamos de «irse al tacho».
Me he tomado una pizza «hawayana», y los policías se dicen cariñosamente en la radio «aló papito». Las gasolineras se llaman grifos, y los practicantes no pinchan a los enfermos, son becarios que están en prácticas, muchas veces sin cobrar y explotados.
He conocido gente que trabaja 12 y 14 horas al día 7 días a la semana, y el caso más espeluznante es el de Luis, un limpiabotas de 10 años con el que tuve una larga charla en Trujillo, con una inteligencia y madurez que parecían increíbles para su edad, hasta que me contó que el único sueldo que entraba en su casa, madre y 2 hermanos más, era el suyo.
A los 6 años vendía caramelos, y las 8 se hizo limpiabotas; en vacaciones trabajaba de 8 am a 10 pm, y sólo hacía una comida al día, todo para llevar en un buen día 2 dólares a casa, y en uno malo ni siquiera uno; en época escolar, trabajaba de 8 am a 12 pm, y de 1 a 6 pm iba a la escuela. Dormía 6 horas diarias y me dijo con total firmeza que «preferiría morir de hambre que robar». Sobran más palabras.
Siempre digo que la publicidad habla mucho sobre un país, y en Perú me he encontrado 2 tendencias, la del nacionalismo exacerbado, tipo «demande productos peruanos», «100% peruano como tú», «nuestra bebida», y la de «producto importado», «estilista europeo», «calidad extra de importación».
Un caso curioso es la Inka-cola, un refresco de color amarillo que vendía mucho más que Coca-Cola en Perú, así que esta última decidió comprarla; los productos nacionales que ha salido para competir con la Inka-Cola dicen cosas como «esta sí que es nuestra», «la bebida del Perú», etcétera.
Un problema que no acabo de entender, inherente a toda Latinoamérica es el del cambio, el maldito cambio; vas a pagar algo de 20 con un billete de 50 y te miran como si estuvieras loco, ¿no tiene más pequeño? es la pregunta permanente. Esto pasa en todas partes, tiendas, transportes, restaurantes, bares; creo que el único lugar donde no tienen ese problema es en los bancos.
Mi estrategia consiste siempre en intentar pagar con billetes grandes aunque tenga cambio; voy acumulando monedas hasta que noto que me pesan en el bolsillo, y ya me he permitido el lujo de dar cambio a otros clientes en algunos lugares.
Sobre mi querido tren, desaparecido en tantos países latinoamericanos, al menos en Perú mantienen 2 recorridos maravillosos, el que va de Cusco a Machu Pichu, que hice en 1998, y el de Cusco a Puno, en el lago Titicaca, 350 km. de fantásticos paisajes que se hacen en 10 horas, ascendiendo hasta 4.400 metros en la Raya, separación entre los Departamentos de Cusco y Puno, para bajar a Puno bordeando el lago Titicaca, que en algunos tramos estaba peligrosamente cerca de la vía, a 2 metros escasos, por las persistentes lluvias que han hecho crecer peligrosamente el nivel del lago.
Tienes más información sobre los trenes en PerúRail, y el album de fotos del tren de Cusco a Puno.
He pasado casi un mes en Perú, he dormido siempre en habitaciones individuales, muchas veces con baño privado, agua caliente, y televisión, he desayunado, comido y cenado de restaurante, he hecho excursiones, he recorrido por carretera el norte del país, y he volado desde Lima hasta Cusco; en resumen, no me he privado de nada, y he gastado la «friolera» de 620 euros.
No me cansaré nunca de decir que la diferencia entre un mochilero que se sabe mover y un turista es de 10 a 1, este último va a pagar hasta 10 veces más por el mismo servicio. Un ejemplo, en el tren de Cusco a Puno, que es 90% turístico, el botellín de agua costaba 2$, 7 soles; yo esperé a la parada en La Raya, y le compré el agua a un indígena por 1 sol, el precio justo; contribuyo a la economía local, no a una multinacional, y no abusan de mí por tener cara de «gringo».
Para pasar de Perú a Bolivia por el lago Titicaca hay 2 opciones, por Desaguadero, más rápida, y por Copacabana, más bonita; ya podeis imaginar que elegí esta última; aunque no tiene comparación con la Copacabana de Río de Janeiro, tiene algo extraordinario, las Islas del Sol y de La Luna en el lago Titicaca, pero esa es otra historia que será contada otro día.
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¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde La Paz, 2 de febrero de 2004
Gracias por conocer Perú, un pais maravilloso.