El título de este diario debe leerse con la misma entonación que ponía Robin Williams en la estupenda película Good Morning, Vietnam, para mí la más divertida y al mismo tiempo cruda sobre la guerra de Vietnam (M.A.S.H, era sobre la guerra de Corea, aunque Robert Alman aludía claramente a la de Vietnam que se estaba desarrollando en esos momentos).
Me voy de Vietnam con un sabor agridulce, quizá porque es uno de mis platos preferidos, pollo, cerdo, ternera, verduras o pescado con salsa agridulce.
Por un lado me ha fascinado su historia, cultura, la dignidad, la amabilidad de sus gente y particularmente la dulzura de sus mujeres, siempre con la sonrisa a flor de piel, aunque las veas acarreando un bebé y al mismo tiempo un pesado balancín con mercancías, y es un espectáculo ver como se divierten en los mercados mientras realizan las transacciones.
La salida de los colegios, con las chicas de la secundaria pedaleando en las bicis con el elegante uniforme blanco, pantalón y blusa larga, sombrero y mascarilla a juego, es de una gran belleza plástica.
Por otro lado me ha sorprendido negativamente la rapidez, ya que Vietnam está abierto al turismo desde hace poco más de 10 años, con la que se han vuelto materialistas en el mal sentido de la palabra.
Tienes que regatear por todo, algo que en sí forma parte de su cultura, pero, al menos con el turista, si pueden te timan, pidiendo precios desorbitados o cobrando comisiones donde no las hay.
Me ha pasado con varios mototaxistas, una raza aparte al estilo de los taxistas de Madrid, que después de haber pactado un recorrido y un precio intentan acortar el primero y alargar el segundo.
Hanoi y Saigón están llenas de rateros, que al menor descuido se acercan intentando venderte algo, y con la tercera mano, que la tienen, te sacan la cámara del bolsillo; a mí no me ha pasado porque se tendrían que llevar el cinturón, el pantalón, y a mí mismo con la cámara, pero me he encontrado con 3 personas que además habían perdido sus tarjetas de memoria con todas las fotos del viaje.
Los servicios turísticos a los viajeros/mochileros son de mala calidad en general, tanto en Hanoi como en Nha Trang o Saigón las agencias sólo saben competir en precio o hablando mal de la competencia, y a ver quién da un buen servicio en un tour de 3 días a Halong Bay por $30, 2 inmersiones por $25 o 3 días en el delta del Mekong por $25.
Del turismo de lujo o calidad no puedo opinar porque no lo he probado, pero ellos navegan los mismos ríos/cloacas, van por las mismas carreteras lunares/estercoleros y tienen que soportar el infernal tráfico de Hanoi y Saigón.
Los precios te los dan en dólares, pero con trampa, porque si pagas en dólares la vuelta te la dan en dong calculando a 15.000 dongs/dólar, pero si pagas en dong, el cálculo es con la tarifa oficial de 15.800.
En las vueltas redondean, más bien se regodean, curiosamente siempre hacia abajo. Por último, los billetes de 20.000 y 5.000 dongs son azules y similares, e igualmente me he encontrado varias personas a las que les habían dado el cambiazo.
Como en todo el sudeste asiático, Saigón y Hanoi están llenos de viejos, normalmente británicos o alemanes, a la caza, aunque más bien creo que los cazados son ellos, de jovencitas que les prometen amor eterno por unos dólares.
En Hoi An conocí a un irlandés jubilado que con la voz entrecortada me contó su historia de «amor» en Vietnam. Estaba enamorado de una vietnamita de 24 años, al menos es la edad que le había dicho que tenía, y en la foto que me enseñó aparentaba unos 20. Le había comprado una moto, joyas y muebles para la familia.
Un día, en casa de ella, la familia desapareció repentinamente, y ella quiso acostarse con él; mosqueado, porque en Vietnam las relaciones prematrimoniales están mal vistas, no la dejó, y descubrió que era menor de edad y todo era una encerrona para chantajearle.
Como era policia retirado, pudo salir indemne de su paso por la comisaría, pero con la dignidad por los suelos y el corazón destrozado.
Otra cosa muy molesta, aunque entiendo que es una economía de supervivencia, es la cantidad de vendedores callejeros que pululan por las ruas de Hanoi y Saigón.
Uno se acostumbra a decir que no con una sonrisa a las decenas de ciclo y moto taxis que te asaltan en todas las esquinas, pero es que en el plazo de una hora, cenando en la terraza de un restaurante, me ofrecieron, por este orden y sin exagerar, que para eso llevo mi PDA (Para Detallar Ampliamente) y mi bolígrafo de 4 tintas:
Limpieza de zapatos, periódicos, cortauñas, peines, libros fotocopiados, desde el Codigo da Vinci hasta el diccionario Oxford, flores, pesarme y medirme (no es broma, llevan en un carrito una enorme báscula parlante, a la que sólo oí hablar en vietnamita), un masaje, otro tipo de masaje, chicles, caramelos, frutos secos, cocos, piñas, corte de pelo, drogas, tarjetas postales, lotería, revistas, CDs, y velas aromáticas. A los mendigos no los incluyo en el recuento.
No está mal, 20 ofertas comerciales en una hora, 1 cada 3 minutos. A un niño que no aceptaba un no por respuesta para las postales que intentaba venderme, le conté que había enviado ya 40 postales desde Vietnam a todos mis amigos y familia, y me dijo que se las enviara a él, que le hacía ilusión. Triunfará en los negocios, seguro.
Te cobran por todo, en las paradas de los buses de larga distancia tienes que pagar por ir al baño, lo que no me importaría si estuvieran en condiciones, pero no suele ser el caso.
En un restaurante donde me cobraban de más, protesté y me enseñaron la carta donde al final de todo decía «toalla refrescante 2.000 dongs». Espero que nadie la pida para comérsela.
Todavía no cobran por respirar, pero con la contaminación que hay en Hanoi y Saigón no tardarán en vender botellas de oxígeno.
Las mujeres van totalmente cubiertas, escapando del sol. Al sempiterno sombrero cónico de paja le han añadido un pañuelo o mascarilla, y cuando no van de manga larga, llevan unos guantes color carne al estilo de Gilda, pero un poco menos glamorosos.
No me gusta tampoco la política de visados que tienen; tuve que perder 6 días en Kunming, China, porque cerraron el consulado una semana entera por el año nuevo, para obtener el visado, que me dieron por 30 días (de hecho 29, porque fue de 18 de febrero a 18 de marzo), y empezó a contar no el día que entré al país sino el que has tenido que decir que ibas a llegar. Eso se llama «burrocracia».
Vietnam es un país muy burocrático; para enviar un sobre a España con un CD de fotos, tuve que rellenar 2 impresos completos, un funcionario revisó toda la documentación y el sobre, lo precintó y me envió a otra ventanilla donde una temible mujer armada de un sello-martillo certificó que me podía ir en paz y que mi sobre llegaría un año de estos.
El idioma es otro problema, no tan grave como en China, pero en cuanto sales del circuito turístico, no hablan ni inglés ni francés, idioma que sólo he podido practicar con viejos en Saigón y Hanoi que todavía recuerdan la época de la colonia.
Los que busquen paz y tranquilidad en Vietnam tendrán que refugiarse en algún templo budista, hinduista, confucionista, iglesia o mezquita, porque son los únicos lugares donde no meten hasta la cocina la moto o coche (literal, en el hotel de Nha Trang guardaban el todo terreno del dueño en recepción de noche).
Otra opción para visitar el Vietnam más auténtico es salir de la ruta del mochilero/viajero/turista, pero entonces sufriremos autobuses atestados sin A/C, carreteras pésimas y dificultades de comunicación.
En 2005 Vietnam celebra 75 años de la fundación del Partido Comunista, 60 de su independencia y 30 del final de la guerra de Vietnam, así que habrá múltiples actos, muchos de ellos militares.
La presencia del ejército es permanente, hasta en televisión tienen sus programas donde una bella oficial de uniforme y con muchos galones da noticias, y luego te ponen videoclips de la tropa cantando en torno al fuego en un campamento, ¡realmente indescriptible!.
En general toda la televisión en Vietnam es inenarrable, las películas no las doblan, sino que dejan el sonido original de fondo, y una voz melosa de chica va leyendo todos los diálogos sin ningún tipo de entonación.
Han descubierto que la religión ya no es el opio del pueblo, así que la han sustituido por el fútbol de ligas europeas, que retransmiten a todas horas.
Los videos musicales y los programas tipo Grand Prix son la quintaesencia de lo kitch, contrastando con las contínuas entrevistas con agricultor@s que cuentan, creo, el secreto de por qué sus mangos y sus melones son más hermosos y grandes que los de los demás.
En fin, no sé si es que me estaré haciendo viejo, pero me hubiera gustado haber venido a Vietnam hace 10 años.
Escribo estas últimas notas sobre el país en el barco que me lleva al delta del Mekong y a Camboya, un país que se ha abierto al turismo en fecha tan reciente como 1999. Espero no llegar tarde.
El álbum de Vietnam tiene más de 600 fotos, haz clic para ver las fotos de Vietnam, Sa Pa, Bac Ha, Lao Cai, Hanoi, Teatro de marionetas en el agua, Templo de la Literatura, Halong Bay, Parque Nacional Cuc Phuong, La Catedral de piedra, Hue, tour barco templos y tumbas, Ciudadela Imperial de Hue, Hoi An, My Son, Nha Trang, Buceo en Nha Trang, Tour de islas en Nha Trang, Mui Ne, Saigón, y delta del río Mekong.
Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2005 de 6 meses por China, Vietnam, Camboya, Tailandia, Laos, Malasia, Brunei, y Filipinas, haz clic aquí.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde el delta del Mekong, Vietnam, 18 de Marzo de 2005
Muy teresante .y didactici.
Mañana vuelo a Hanoi.
Con un viaje programado de la Comunidad de Madrid
Tienes alguna referencia?.