Fuji, el monte sagrado de Japón
El monte Fuji es el símbolo más reconocido y reconocible de Japón, y cuando decidieron hacer un centro para conmemorar que es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, el edificio tenía que estar a la altura del monumento natural que es este volcán de 3776 msnm.
Inaugurado en 2017 para conmemorar la designación de la montaña como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO cuatro años antes, el centro cuenta con un mirador y diversas exposiciones relacionadas con la sismología, la historia y la importancia cultural del volcán. El edificio tiene una forma cónica invertida que se refleja en el estanque exterior, revelando la silueta de la icónica montaña.
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Dentro del museo, los visitantes recorren una pasarela inclinada de 200 metros de largo que serpentea a través y alrededor de las plantas del edificio. En la planta superior se encuentra la Sala de Observación, una zona con una terraza al aire libre donde los visitantes disfrutan de espectaculares vistas del Monte Fuji.
Dentro del centro también hay interesantes atracciones, como time-lapses y exposiciones interactivas que revelan cómo se formó el Fujisan y cómo los humanos han interactuado con él a lo largo de los siglos. También hay una sala de cine que muestra imágenes de la montaña en diferentes estaciones, mostrando cuatro películas diferentes de diez minutos en intervalos de quince minutos.
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El Monte Fuji es una montaña con mil significados. Conocido en japonés como Fujisan, no es simplemente el pico más alto de Japón; es un símbolo profundamente arraigado en el alma del país. Con sus 3.776 metros de altura, su forma cónica perfecta se alza majestuosamente sobre el paisaje, inspirando desde hace siglos a artistas, poetas y peregrinos.
Desde tiempos antiguos, el Monte Fuji ha sido considerado un lugar sagrado. Muchas tradiciones sintoístas y budistas lo veneran como una montaña divina, hogar de deidades y puerta hacia la iluminación espiritual. Subir al Fuji no es solo un desafío físico, sino un acto de purificación. Antiguamente, los fieles realizaban rituales antes de emprender la ascensión, convencidos de que llegar a la cima acercaba sus almas a los dioses.
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Los antiguos cultos de la naturaleza, base del sintoísmo, ven en el Fuji una manifestación de la fuerza espiritual de la tierra. Incluso hoy, muchos japoneses sienten que la montaña posee una energía especial, casi mística. Durante el Goraiko —el amanecer visto desde la cima— se dice que los espíritus bendicen a los que presencian ese momento único.
Además de su carácter espiritual, el Monte Fuji es un emblema de la naturaleza japonesa. Sus laderas albergan ecosistemas diversos, desde frondosos bosques en su base hasta paisajes volcánicos áridos en la cima. Esta variedad ha hecho del Fuji un lugar de estudio científico y conservación ecológica.
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En 2013, el Monte Fuji fue inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, no solo por su belleza natural, sino también por su influencia cultural. Pinturas clásicas como las célebres Treinta y seis vistas del Monte Fuji de Hokusai o las innumerables haikus dedicadas a su silueta, muestran cómo la montaña ha moldeado el arte y la identidad japonesa.
La temporada oficial de ascenso, entre julio y septiembre, atrae a cientos de miles de personas cada año, tanto locales como extranjeros. Pero más allá del turismo, para muchos japoneses visitar el Fuji al menos una vez en la vida es una especie de rito personal, un lazo directo con su historia y su espiritualidad.
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Contemplar el Fuji, ya sea desde un tren bala en la ruta que une Tokio con Kioto o desde un antiguo templo, es más que admirar un paisaje. Es conectarse con siglos de tradiciones, sueños y esperanzas. El Monte Fuji no solo corona el país nipón, reina también en el corazón de su gente, como muestra este haiku:
初空にうかみし富士の美まし国 Hatsusora ni ukamishi Fuji no umashi kuni
Tierra admirable
en que el Fuji flota
en el primer cielo.
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Si quieres ver el album de fotos de Fuji clic aquí.
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Escrito por Carlos Olmo Bosco, fotos y vídeos copyright vagamundos.
¡Hasta pronto!. Carlos, desde Madrid, España, abril de 2025.
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