Escalera al Cielo en Sri Lanka: Adam´s Peak o Pico de Adán
Como no suelo documentarme sobre los lugares que visito para no ir condicionado (pero si leo mucho después para contrastar mis impresiones), fue una gran sorpresa para mi ver que Sri Lanka, al contrario de su vecina India, no era mayoritariamente hindú, si no solamente en el norte Tamil, un hecho que contribuyó a la larga guerra civil del país durante casi 30 años.
El censo de Sri Lanka de 2011 indica que el 70% de sus habitantes era budista Theravada, el 12% hindúes, el 10% musulmanes (mayoritariamente sunita) y el 7,5% cristianos.
Una encuesta de 2008 dice que Sri Lanka es el tercer país más religioso del mundo, ya que el 99% de los habitantes de Sri Lanka declararon que la religión era una parte importante de su vida diaria.
Con estos datos, viajando por Sri Lanka es habitual encontrarte estupas y estatuas de Buda por doquier, y muchos lugares son considerados sagrados por la religión de un ser humano, Sidarta Gautama, que es venerado como un Dios aunque él mismo aparentemente se consideraba un terrícola que había alcanzado la iluminación.
Sus enseñanzas fueron memorizadas por sus seguidores y transmitidas oralmente, hasta que fueron escritas cuatro siglos después de su muerte. Todo ese tiempo contribuyó sin duda a transformar la historia en mito, leyenda y deidad.
Cuando estaba en Nuwara Eliya vi varios viajeros que caminaban como cowboys, y aunque en Nuwara Eliya se conservan un hipódromo y un campo de polo de la época colonial, no veía cerca caballos, y cuando les pregunté me dijeron que venían de subir (y bajar) los 5.500 escalones de la peregrinación budista más famosa de Sri Lanka, Adam´s Peak o Pico de Adán, de 2.243 metros de altura.
¿Una peregrinación budista al Pico de Adán?. La razón es sencilla, este pico es sagrado para tres e incluso cuatro religiones, según diferentes versiones; la primera dice que es sagrado para budistas, hinduistas y musulmanes, y estos consideran a Adán como el primer hombre en la tierra. aunque degradan a Jesucristo a profeta en vez de hijo de Dios.
La segunda versión añade que también es sagrado para los cristianos, y que la roca en forma de huella humana que hay en la cima es de Santo Tomás, que competiría con Shiva, Adán y Buda por la autoría de la huella.
Sea una huella o sólo una roca con forma de huella, la realidad es que miles de personas suben todos los años a la cima, donde hay un monasterio budista, y muchos de ellos repiten la peregrinación todos los años.
El contraste entre peregrinos y visitantes es grande. De los primeros, ves a ancian@s caminando descalzos y subiendo a duras penas escalón tras escalón, familias enteras con niños pequeños ataviados con gorros de papa Noel, y monjes budistas camino del monasterio.
El segundo grupo es el de extranjeros con sus gore-tex y calzado de trekking, subiendo también penosamente los 5.500 escalones, que son de diferentes alturas, anchuras e inclinación.
Como suele pasar con todas las grandes peregrinaciones, y de eso los gallegos sabemos un poco por el Camino de Santiago, hay un gran negocio en torno al transporte, alojamiento y manutención de los peregrinos, y el pueblo más cercano a Adam`s Peak, Dalhousie, tiene alojamientos caros y malos, por lo que yo decidí alojarme en Maskeliya, a 13 km del pico.
Fue una buena idea, porque Maskeliya se encuentra en una preciosa zona de plantaciones de té, y el dueño del guesthouse en que me alojaba, Madhusha Rest, es de mucha ayuda para organizar el transporte y que puedas compartir el gasto con otros viajeros.
Íbamos a ser tres pero una chica se rajó a última hora, y a las 2 a.m estábamos un inglés, Ian, y yo, esperando al tuk tuk que nos acercaría los 13km al pico por 5€. A las 2:30 comenzamos la caminata cruzando un pórtico. La idea de empezar a esta hora es para llegar a la cima al amanecer y ver salir el sol, y también ahorrarse el calor del día.
Lo cierto es que nosotros íbamos en pantalón corto y camiseta, y los srilankeses con guantes, gorros, bufandas y en general todo tipo de ropa de abrigo que tuvieran en casa.
Aunque es noche cerrada, no hace falta linterna porque el camino está iluminado, tanto por farolas como por la infinidad de tiendas que hay en ruta, que venden desde peluches gigantes hasta chuches con mucho azúcar para ayudar en la subida.
Nada más comenzar la subida, empezamos a escuchar una de las canciones más universales y que tengo a la vez más aburridas, Hotel California de Eagles; luego la echaría de menos cuando a medida que ascendíamos el estilo cambiaba a electro-pop cingalés, y emisoras de radio atronadoras.
El ambiente no me parecía muy de peregrinación religiosa pero supongo que eso se lleva dentro y lo de alrededor es anecdótico.
Nosotros íbamos con calma, con varias paradas para tomar té muy azucarado en los cafés del camino, y a las 5 a.m. llegamos al cartel mágico que dice; «100 metros a la cima, última parada para té», allí hicimos unas fotos porque ya empezaba a iluminarse el cielo, y retomamos la subida.
Estos últimos 100 metros, verticales, son la parte más inclinada, estrecha e incómoda porque hay épocas en las que se agolpan los peregrinos intentando llegar a la estrecha cima pero puede haber horas de espera.
Te puede llevar desde 15 minutos hasta 4 horas según me ha comentado gente que lo ha hecho en fin de semana, durante la puya (luna llena) o el año nuevo budista, así que ya sabéis que mejor evitarlo.
Nosotros pudimos llegar directamente a la cima sin muchos apretones, pero una vez allí si que fue difícil encontrar un sitio para poder hacer la foto del sol saliendo.
En un momento determinado vi una escalinata al final de la cual había varios monjes budistas. subí, los saludé e hice varias fotos; cuando terminé me dijeron: «sólo para monjes», y antes de retirarme y agradecerles que me hubieran dejado hacer las fotos, aún les hice unas a ellos.
Una vez sale el sol, poco después de las 6 a.m., los monjes comienzan a cantar y la gente hace sus ofrendas en los pequeños altares que hay en la cima, y poco rato después viene otro momento cumbre, nunca mejor dicho, ver como el sol proyecta la sombra triangular perfecta del pico sobre las planicies de alrededor.
La mezcla de la sombra, las nieblas matinales, el humo del incienso, los cánticos y la alegría de haber completado la subida, te hacen sentir algo parecido a una «experiencia religiosa», y con determinación te diriges a la campana que hay para dar un aldabonazo por cada vez que has subido al Pico de Adán. Hasta 20 campanadas escuché dar a algún srilankes.
Antes de comenzar la bajada, hay que hacer una cola que se transforma en un embudo para pasar al pequeño templo donde está la supuesta huella de buda, que queda casi oculta por la cantidad de billetes de rupias que la gente deja. En todo caso está prohibido hacer fotografías, y aunque yo intenté hacer una, la multitud empujaba y no pude. Tendréis que subir y bajar los 5.500 escalones si queréis ver la huella.
A las 7:30 comenzamos la bajada y ahí es cuando tus piernas empiezan a quejarse porque después de haber subido 5.500 escalones ahora toca bajarlos.
El descenso lo puedes hacer por otra ruta, Ratnapura, pero es más larga y no hay transporte público al final de ella salvo en épocas de mucha peregrinación, por lo que decidimos volver por el mismo camino, y en dos horas estábamos abajo con las rodillas y piernas como flanes, pero exultantes.
Mientras esperábamos el bus hicimos unos buenos estiramientos, pero no bastaron para que los días siguientes no tuviera agujetas en muslos y gemelos, y no caminara como aquellos cowboy que me habia encontrado en Nuwara Eliya.
Haz clic para ver los álbumes de fotos de Sri Lanka en Flickr y los videos en Youtube.
¡Hasta Pronto!
Carlos, desde Mirissa, Sri Lanka, 29 de abril de 2016
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