En estas fechas previas a mi nuevo viaje por el sudeste asiático, en una época, la Navidad, en que la felicidad es «obligatoria», y con el primer aniversario del tsunami de 26 de diciembre de 2004 todavía reciente, no he podido dejar de pensar en la relatividad del concepto de Felicidad.
Acabo de leer el libro de Eduardo Punset con el mismo título que el diario, en el que da algunas claves sobre la Felicidad y su búsqueda. Él, como buen erudito que es, profundiza en las investigaciones científicas, para llegar a una conclusión evidente, y es que la Felicidad no es una fórmula matemática, pero que si sabemos separar lo esencial de lo importante, identificamos las cosas que nos dan y nos quitan felicidad, y ponemos en el numerador las cosas que nos dan felicidad y sustraemos del denominador las que nos la quitan, obtendremos un resultado positivo.
Yo, que no tengo formación científica, he usado toda mi vida el método de prueba y fallo en mi búsqueda de la Felicidad, y como no me ha ido mal lo quería compartir con vosotros.
La clave es la «felicitina«, que es una combinación de adrenalina, endorfina, y el llamado tríángulo amoroso, la dopamina, las feromonas y la testosterona en el hombre o progesterona en la mujer, pero antes de que salgáis corriendo a buscarla a la farmacia ya os anticipo que no se vende, que su factoría está dentro de nosotros.
La adrenalina o epinefrina es una hormona natural que generamos en situaciones que no controlamos, que aparentemente son peligrosas, y que nos permite hacer cosas que en frío pensaríamos que no somos capaces de conseguir; una vez realizadas nos pone en un estado de euforia o «felicidad instantánea» que es sobre todo una felicidad física.
La endorfina es también una hormona natural, una «morfina interior» que contribuye al bienestar de la persona amortiguando los efectos negativos de sensaciones como miedo, ira, depresión, e incluso el dolor físico. Produce un estado de felicidad sicológica.
La dopamina es una sustancia química natural que activa las estructuras cerebrales responsables del control de la actividad física.
La feromona es una señal química que da información sobre el sexo y estado reproductivo de los animales, incluidos los humanos, detectadas por el llamado órgano vomeronasal (OVM), que activa respuestas de comportamiento o fisiológicas en el animal.
Una vez preparado el cuerpo y enviado el mensaje, serán la testosterona y la progesterona las hormonas encargadas de «cumplir», y de llevarnos a un estado de felicidad sexual, que es una combinación de felicidad fisiólogica y emocional.
Si sabemos combinar adecuadamente estos 3 grupos de elementos, habremos encontrado la «felicitina» o Fórmula de la Felicidad; el problema es que cada persona requiere de una formulación específica y sólo ella puede encontrar los elementos productores y, sobre todo, la dosis adecuada.
En mi caso la adrenalina la producen los viajes, la endorfina la coherencia entre lo que pienso y mi estilo de vida, y en la parte del triángulo amoroso, como cantaba Bob Dylan, «la respuesta está flotando en el Viento».
En mi Viaje a la Felicidad me han ayudado frases que he escrito o he hecho mías y que tengo siempre presentes en el proceso de separar lo esencial de lo importante.
Una de ellas es de mi adorado Antoine de Saint Exupery, que en El Principito escribe que «Lo esencial no es visible a los ojos«, y ahí radica el problema principal, que para saber lo qué es esencial, tenemos que mirar en nuestro interior, y eso muchas veces da miedo. También escribió «Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin».
Otra de mis frases preferidas es «La felicidad es un estado interior, y por ello no depende de lo que tienes sino de lo que eres«. Eduardo Punset escribe que, una vez superado el nivel de subsistencia, las posesiones materiales no sólo no dan la felicidad sino que pueden ser un obstáculo para conseguirla.
El problema es que mucha gente basa la búsqueda de la felicidad en los bienes materiales, dejando muchas cosas espirituales en el camino, y cuando alcanzan el bienestar económico descubren con horror que no son felices y tampoco son capaces de recular, lo que enlaza con otra frase que escribí hace tiempo: «Si el dinero da la felicidad, ¿por qué las consultas de psiquiatras están llenas de ricos?». Joubert escribió «El dinero es un estiércol estupendo como abono, lo malo es que muchos lo toman por la cosecha«.
Cuando estuve en 2005 en las islas Phi-Phi, sólo 3 meses después del tsunami que devastó las islas y mató a casi un tercio de sus habitantes, no encontré desolación ni tristeza generalizada, sino la sonrisa de la gente que te daba la bienvenida y las gracias por ir a la isla y ayudarles a reconstruir sus vidas.
Si esto hubiera pasado en Occidente tardaríamos años en recuperarnos del trauma; no sé si es la religión, la aceptación de las cosas como vienen o el fatalismo, pero el caso es que ellos miran hacia adelante y nosotros más bien hacia atrás. Les mueve una energía interior que supera a la atómica.
Alguien que sabe mucho de eso, Albert Einstein, escribió «Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad«.
«Vive como piensas o acabarás pensando como vives» es una de las cosas más difíciles que existe, pero la recompensa es igualmente grande, y cuando me encuentro amigos de infancia o adolescencia, y veo que muchos han tirado sus sueños por la borda, me entristezco profundamente. A ellos les dedico esta frase: «Hay que tener sueños grandes, para no perderlos de vista, pero no tan grandes que nos pesen demasiado«.
«La felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace«, escribió Jean-Paul Sartre, una frase que es muy parecida a la de «sé feliz con lo que tienes mientras buscas lo que quieres», y esa es uno de los secretos de la felicidad, ver la botella medio llena cuando los demás la ven medio vacía.
Yo he sido razonablemente feliz trabajando de programador en lenguajes plúmbeos como Cobol, vendedor de ordenadores cuando la gente no sabía lo que era eso, en un banco «de toda la vida» con gente que pensaba que los ordenadores se ponían para despedirles, en multinacionales de informática llevando una vida de locos subido a un avión y viviendo en aeropuertos; sabía que cada uno de los trabajos que tenía me ayudaba a desarrollarme como persona y me dirigía al «trabajo de mi vida«, el de vagamundos.
Pearl S. Buck, la escritora norteamericana autora de libros maravillosos como Viento del Este, Viento del Oeste, escribió que «Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías de la vida mientras esperan la gran felicidad«, y es una gran verdad, aunque un canalla como Groucho Marx le da la vuelta al tema con la genial frase «Hijo mio, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansion, una pequeña fortuna…«.
Voltaire escribió «Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una» y os digo que la respuesta está en una frase de Constancio Vigil que me viene al pelo, ya que el símbolo y logotipo de vagamundos es un caracol: «Quien busca la felicidad fuera de sí es como un caracol que caminara en busca de su casa«.
El secreto de la Felicidad está en nuestro interior, pero tenemos que mirar dentro sin miedos ni prejuicios, y saber que, si somos coherentes, cada vez que intentemos ser felices, aunque fallemos, estaremos un poco más cerca, sabiendo que «la felicidad está en la búsqueda, no en el encuentro«.
Todo esto no serviría de nada sin la emoción y la pasión, que son el lazo, la guinda o el broche de oro de todo lo que hacemos, porque «sin emoción y pasión no hay proyecto que valga».
Espero que estas perlas te hayan entretenido cuando menos, y si la frase que tú escribirías sobre la felicidad no está aquí, en Citas y Refranes tienes una selección de casi 100 frases sobre la felicidad, a lo mejor en alguna de ellas encuentras uno de los ingredientes de tú «felicitina», o puedes añadir un comentario al final de este diario con tu receta de la Felicidad.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos
Desde La Coruña, 27 de diciembre de 2005
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