Si vas a Maldivas en un viaje organizado, de lujo o luna de miel, seguramente en cuanto aterrices te estará esperando en el aeropuerto una lancha rápida o un hidroavión para llevarte a tu resort en una isla privada, de donde probablemente sólo saldrás para hacer excursiones y tu contacto con la vida real en Maldivas será muy limitado, alguna charla con algún empleado del resort, o una «exótica» visita al mercado local más cercano.

Este estilo de viaje no es el mío, por presupuesto y sobre todo por principios, ya que para mí viajar es empaparse al máximo de la cultura local, vivir como ellos, viajar como ellos, comer como ellos y en general aprender las cosas buenas de su estilo de vida; eso es lo que en mi opinión te hace crecer como persona.

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Hasta hace pocos años este tipo de viaje no era posible en Maldivas, ya que todo estaba concentrado el turismo de lujo o super lujo en torno a las cabañas palafito sobre el agua que los italianos, los descubridores de Maldivas para el turismo, convirtieron en la seña de identidad del país.

La crisis financiera del 2008 y años posteriores afectó gravemente a la economía mundial, e incluso los ricos y pudientes la sufrieron y por ello Maldivas vio en peligro su principal fuente de ingresos. Por ello, el gobierno autorizó la creación de guesthouses, en algunos casos pequeñas casas familiares reconvertidas a alojamientos con dos o tres habitaciones, y en otros pequeños hoteles, más o menos boutique, ubicados en islas con población local.

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En todo caso, la proliferación de alojamientos de este tipo en Maldivas está muy condicionado al alto coste que tiene todo en el país, ya que, excepto el pescado, prácticamente toda la comida es importada, y prácticamente el 100% de la electricidad es generada por plantas diésel, también importado.

Con este panorama el que piense que puede alojarse y viajar en Maldivas como en Tailandia y resto del sureste asiático, con presupuestos diarios entre 10€ y 30€ para todo, que se olvide. El alojamiento más barato que encontré en cuatro semanas viajando por Maldivas costó 30€, eso sí, impecable, con A/C y agua caliente, pero los desayunos y las comidas se pagan aparte y tampoco son baratos.

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Otro problema es el transporte. Los vuelos internos son carísimos porque no hay competencia, y pueden costar ida y vuelta entre 300€ y 400€, casi lo mismo que me costó volar de Madrid a Maldivas con Qatar Airways.

La única solución económica son los ferries locales, que cuestan entre 1€ y 2€ para viajes de dos a tres horas, pero sólo hay ferries entre las islas de cada atolón, si quieres viajar a atolones lejanos tendrás que volar.

Aparte de mi semana de liveaboard en el barco Blue Force One, que partía del sur de Maldivas y volé por 400€ en turbohélice con Maldivian Aero a Gan, donde tuve la oportunidad de visitar Addu City,  Vilingili y Foahmulah, las islas que visité, a un máximo de dos horas en ferry desde Male fueron Huraa, Thulusdhoo, Hulhumale y Maafushi

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Huraa. Ya mencioné en mi primer diario de Maldivas que la primera sorpresa que te llevas, y no agradable precisamente, cuando llegas a una isla local, es que suele haber botellas de plástico por todas partes y queman la basura; la palabra reciclaje no existe en idioma maldivo.

Huraa es una isla pequeña, le das la vuelta completa en media hora, pero tiene un ambiente muy relajado y agradable, con una bikini beach para turistas (en las islas locales donde no hay bikini beach las extranjeras tienen que estar vestidas completas para bañarse en las playas públicas) donde el uso de tumbonas es gratuito.

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Sólo hay dos restaurantes en la isla, el Sunset, para turistas, carillo y en el mismo puerto, y el Family, para locales que por no tener no tiene ni carta, así que o comes/cenas en el guesthouse, que suelen ofrecer el servicio de comidas, o en el Sunset.

Hay una laguna que en sus orillas alberga cientos de cangrejos rojos gigantes, y tiene un campo de fútbol con iluminación nocturna donde vi un disputado partido entre equipos de dos islas.

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Se puede pensar que con tan pequeño tamaño uno se aburre enseguida, pero las opciones de actividades y excursiones, ofrecidas por el guesthouse incluyen snorkel con tortugas, delfines o tiburones, surf, buceo, pesca, pasar el día en una isla no habitada, o visitar por un no módico precio alguno de los resorts cercanos, el Club Mediterranée o el 4 Seasons, donde podrás tomarte una cerveza, algo que en las islas locales no puedes hacer porque Maldivas es un país islámico.

Me alojé en el Seashine Maldives Guest House, una casa familiar en la que Nafiz, el dueño, se desvive para que los clientes estén a gusto. En todas las habitaciones hay un teléfono móvil para llamarle si necesitas algo, y enseguida te organizará una excursión, una cena o lo que sea. Las 6 habitaciones del guesthouse están impecables, y se desayuna fuera bajo la sombra de un árbol. A veces organiza barbacoas para cenar.

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Thulusdhoo, Es una de las islas más populares de Maldivas para el surf, con olas que pueden llegar hasta los 4 metros de altura, a partir de abril. Yo estuve en marzo y ya empezaban a llegar surfistas extranjeros y maldivos, pero las olas no superaban el metro de altitud.

Las playas están bien, con palmeras y hamacas jalonando los arenales, aunque la erosión del mar está haciendo de las suyas, y están ampliando la zona oeste de la isla con grandes rellenos de arena y diques de piedra para protegerla de posibles tsunamis.

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Hay bastantes opciones de alojamiento, muchas para surfistas. Yo estuve en el Dream Inn, una preciosa guesthouse a escasos metros de la playa, con sólo 6 habitaciones y un servicio casi de hotel de lujo, te vienen a buscar al puerto para llevar tu equipaje en un carrito, te dan una bebida de bienvenida y una toalla fría, y el desayuno y resto de comidas son fabulosas, mezcla entre cocina maldiva e internacional.

Con dos puntos de surf muy famosos y cercanos, Cokes y Chickens, a partir de marzo se puede ver desde la playa cabalgar las olas a surfistas expertos, o se puede bucear desde la playa en el arrecife local, o agarrar un barco para que te lleven a puntos donde habitualmente vas a poder hacer snorkel con tiburones y manta rayas.

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Maafushi. Es quizás la isla más preparada para el viajero independiente en Maldivas, y por ello está creciendo de manera exponencial, con edificios en construcción de varias plantas que serán sin duda hoteles. Hay varios, y caros, restaurantes con terrazas al borde del mar, y la bikini beach, aunque pequeña, está muy bien, con chiringuitos para tomarte un coco sentado en una palmera y con los pies en el agua.

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La parte buena de que haya tanta competencia entre alojamientos y restaurantes es que si vas fuera de temporada alta, a partir de marzo, consigues precios bajos en guesthouses que están muy bien, como Picnic Inn, donde yo me alojé, y hay restaurantes, que no están al borde del mar, que ofrecen buffet de calidad media para cenar por sólo 6€.

Las actividades que ofrecen son similares en todas las islas, snorkel con tortugas, tiburones y delfines, pesca con caña, buceo en espectaculares arrecifes de corales, kite surf, surf, motos de agua y banana, señal de que a este ritmo acabará siendo un pequeño Benidorm.

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Foahmulah. Es una isla encantadora y remota, que empieza a recibir algo de turismo ahora y todavía tiene pocos alojamientos. Su economía depende de la pesca, como pudimos comprobar cuando visitamos su mercado de pescado y vimos enormes ejemplares de atún que nos dejaron boquiabiertos

Hulhumale. Lo único que puedo decir de esta isla es que me gustó incluso menos que Male; realmente la única razón para dormir aquí, a 5 minutos en taxi y 15 en bus del aeropuerto internacional, es que aterrices tarde para coger tu vuelo interno, tu ferry, tu hidroavión o tu lancha rápida y tengas que hacer noche, o que al regreso tengas un vuelo muy tempranero.

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Los hoteles son caros y malos, y además aprovechan que el viajero viene cansado para timarte con las tasas y suplementos. Yo me alojé en el iberry Inn, con vistas a un basurero, donde me quisieron clavar un 25% de tasas.

El tema de tasas es especialmente sangrante en Maldivas, los precios que se publican en las cartas de restaurantes y en webs de hoteles como Booking nunca llevan el precio con impuestos y suplementos, que suele ser un mínimo de 10% de servicio y 11% de IVA, pero a veces van hasta 15% y 16% respectivamente. Algunas islas tienen incluso una tasa por noche de alojamiento.

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En Maldivas he tenido experiencias fantásticas de buceo, he visto algunas de las mejores puestas de sol de mi vida, he comido muy rico porque hay mucha influencia de India y Sri Lanka en su gastronomía, y el pescado, sobre todo el atún, es barato y fabuloso, y he conocido gente que trabaja muy duro para sacar adelante sus proyectos de guesthouse aunque el gobierno a veces sea más una rémora que una ayuda.

Sin embargo, a Maldivas le queda mucho trabajo por delante para ser un destino atractivo para el viajero independiente. Si lo tuyo es el buceo, es un destino 10; si lo tuyo es el lujo, igualmente, pero si lo que buscas es un lugar limpio, sostenible y con precios módicos, definitivamente no puedo recomendar Maldivas más que para una corta estancia en un viaje con destino final India o Sri Lanka, donde estoy ahora mismo, ya que los vuelos entre Maldivas y el sur de la India y Sri Lanka los puedes conseguir por unos 150€ i/v.

En viajes como este, donde no nos cubre la tarjeta sanitaria europea, es muy importante el seguro. Yo utilizo Mondo. Si compras tu seguro desde este enlace tendrás un 5% de descuento.

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En todo caso en mayo regreso a Maldivas 15 días en un viaje en pareja que igual me hace ver las cosas diferentes; sea como sea os lo contaré de forma honesta, independiente y totalmente subjetiva, como siempre he hecho en Vagamundos.

Haz clic para ver los álbumes de fotos de Maldivas en Flickr y los videos en Youtube.

¡Hasta Pronto!

Carlos, desde Ella, Sri Lanka, 27 de marzo de 2016